La Casa Palacio abre sus puertas a todos los alaveses
Decenas de personas participan en la primera visita guiada a la sede foral, que no secelebraban desde el estallido de la pandemia
La han visto en fotografías, en televisión o en las redes sociales, pero muchos sólo conocen su fachada de cuando transitan por la plaza de ... la Provincia. Por eso, la Casa Palacio de la Diputación volvió a abrir este sábado sus puertas para mostrar a los ciudadanos el centro de decisiones que afectan al territorio histórico. Se retomaron las visitas guiadas a la sede foral, que no se organizaban desde febrero de 2020 y que se dejaron de celebrar por culpa de la pandemia. Una cita especial que contó con el diputado general, Ramiro González, como guía improvisado.
Dos grupos –uno en castellano y otro en euskera– estrenaron un programa de visitas mensuales para el que ya no hay plazas disponibles. Ni en marzo, ni en abril, ni en mayo, ni en junio. Quienes quieran acercarse a conocer los entresijos de la política provincial y no hayan reservado un hueco deberán esperar hasta después del verano.
Entre los visitantes que venían a ver este edificio, que se estrenó hace 181 años, la mayoría admiten que vienen más interesados por el continente que por el contenido. «Me importa menos lo simbólico, yo vengo a ver el edificio», replicaba Ascensión, una de las vitorianas que se acercó a la primera visita. «Espero ver espacios de grandes alturas; no sé, una arquitectura diferente», terciaba Esti Sesma a la entrada del edificio.
Esta casa palaciega recibió en 1844 a Francisco Urquijo Irabien Villachica, el diputado general. En este tiempo ha sufrido muchos cambios y el más notable es que se levantó con una sola planta y no con dos, como la conocemos ahora para acoger la residencia oficial de la principal autoridad de la provincia. De ahí, por ejemplo, que los visitantes hayan podido descubrir secretos como el antiguo montacargas con el que se movía la comida de una planta a otra para las grandes ocasiones.
Los arquitectos fueron José Antonio Garayzabal y Martín Saracíbar, y en su construcción intervinieron canteros, ebanistas o albañiles que tuvieron que parar su trabajo entre 1833 y 1839 por la Guerra Carlista, por lo que no se pudo inaugurar hasta un lustro después. El presupuesto inicial fue de 470.000 reales. Desde 1859, el edificio está como lo conocemos.
Los secretos del edificio
Los ciudadanos pudieron descubrir el antiguo gabinete del diputado general, que se conserva con muebles de la época y la decoración heráldica de hitos en el techo y el Salón de Plenos con las figuras de Don Vela Jiménez, Carlos I, Alfonso XI de Castilla, Isabel I, Felipe V y Fernán González I, conde de Castilla. Ricardo Garay, guía de la visita, apuntó a este espacio como el más sobrecogedor de la visita «sin lugar a dudas». «Siempre sorprende, aunque quizá estamos más acostumbrados a verla en los medios de comunicación».
Los 'invitados' de la Casa Palacio también estuvieron en la sala Teodoro Olarte y pudieron observar la colección de retratos de los máximos dirigentes forales. En la segunda planta, donde actualmente se encuentran los despachos del Gobierno foral, les recibió Ramiro González, que acompañó a los visitantes por distintas dependencias.
La visita, según Garay, sirve para conocer detalles como el del montacargas, pero también otros como que «los escudos que tenemos en el hall no responden a las cuadrillas actuales» o que el antiguo despacho del diputado general tiene una placa en honor a unos tercios alaveses que combatieron en La Habana para frenar una refriega independentista en Cuba.
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