¿Quieres vengarte de los estafadores por internet?
Las redes sociales están llenándose de capturas en las que los usuarios se burlan de los delincuentes menos avispados. Se llama 'scambaiting'
Se estima que cinco de cada diez españoles sufrieron un intento de estafa a través de internet el año pasado. Lo que da una idea ... de la intensa actividad de los ciberdelincuentes, que articulan tretas cada vez más elaboradas para sustraer información personal o bancaria (a menudo nuestros listines telefónicos, deseosos de conseguir nuevas víctimas). Por fortuna, vamos aprendiendo a identificar los engaños más habituales: falsos mensajes de texto en nombre de una empresa de mensajería, multas improcedentes recibidas a través del correo electrónico e incluso llamadas telefónicas de supuestos asesores financieros adscritos a nuestra entidad que no son tal.
En este contexto ha surgido la práctica conocida como 'scambaiting', proveniente de los términos anglosajones 'scam' (estafa) y 'bait' (cebo). Consiste en darle la vuelta a la tortilla para engañar al propio estafador, una vez somos conscientes de sus verdaderas intenciones. Aunque existen métodos de 'scambaiting' especialmente elaborados (en los que el ciberdelincuente termina perdiendo su tiempo y dinero), el más común se ha viralizado de un tiempo a esta parte en las redes sociales.
Pongamos que un hipotético familiar nos escribe a través de WhatsApp pidiéndonos dinero para comprar un billete para viajar a España –un clásico de los timos digitales– y nosotros, lejos de bloquear dicho contacto, decidimos seguirle el juego haciéndonos los inocentes. A partir de ahí respondemos sin dilación a cada uno de sus mensajes, intentando sonsacar información y esgrimiendo las excusas más inverosímiles que se nos ocurran. Así, hasta que el malhechor descubra que estamos tomándole el pelo, horas e incluso días después de haberse iniciado la conversación. Es habitual que las capturas de dicho chat terminen en X, BlueSky o plataformas similares, donde el tono jocoso divierte a propios y extraños al tiempo que les mantiene alerta frente a comunicaciones similares.
Hacerse pasar por otro
Lo contaba Cristina R., una malagueña de 39 años que tiró de inventiva ante el enésimo intento de estafa a través de Telegram: «Me escribieron ofreciéndome un iPhone a cambio de rellenar una encuesta (ya era la cuarta vez que lo hacían) y decidí inventarme un personaje: me cambié el nombre y la foto de perfil para parecer una señora mayor. Luego comencé a hacerme la tonta y a mostrarme colaborativa, dándoles todos los datos (inventados) que me pedían e incluso enviándoles fotografías de la pantalla de mi teléfono para pedirles que me explicasen cómo usar una tarjeta de crédito (la cual había que aportar en concepto de 'reserva'). Recuerdo pasar una semana intercambiando mensajes hasta que el interlocutor cambió su tono amable por insultos y amenazas. No puedo negar que me divertí, sobre todo porque fui compartiendo el proceso en Twitter para que mis seguidores me indicasen qué nuevas locuras ir escribiéndole».
Además de los 'scam-baiters' ocasionales (como Cristina), encontramos quienes se ganan la vida con ello. Que se lo digan, si no, al youtuber estadounidense Kitboga, quien se especializó en vídeos sobre engaños a ciberdelincuentes tras saber que su abuela había sido estafada en varias ocasiones. Al contestar llamadas fraudulentas, Kitboga emplea moduladores de voz para adoptar roles convincentes y, si el estafador de turno le pide acceder a su ordenador mediante un programa de control remoto, se sirve de equipos diseñados expresamente para recopilar pruebas con las que luego exponerle ante las autoridades.
Hasta Nigeria
Otros 'scam-baiters' famosos, como Jim Browning o Scammer Payback, han llegado a desarticular centros de llamadas fraudulentas en países como India o Nigeria, además de recuperar el dinero sustraído a algunas víctimas. Incluso han sido capaces de infiltrarse en los ordenadores de los delincuentes y borrar archivos sensibles con los que interrumpir sus actividades. Algo, esto último, que roza la ilegalidad: no hay problema en hacernos pasar por otra persona para gastarle una broma al caco digital de turno, pero vulnerar redes ajenas puede traer consecuencias, motivo por el que los grandes nombres del 'scambaiting' se sirven de asesores legales para planificar minuciosamente sus hojas de ruta.
Volviendo a los usuarios de pie, los expertos en ciberseguridad piden que no se tomen a la ligera aquello del cazador cazado: el mero hecho de contestar a una estafa confirma que nuestro número de teléfono o correo electrónico se encuentra activo de cara a futuros reintentos. Además, no tenemos forma de saber si el malhechor cuenta con la pericia o la determinación suficientes como para vengarse de nosotros con métodos más elaborados. La recomendación de la Oficina de Seguridad del Internauta ante ese misterioso mensaje de nuestra prima lejana de Venezuela sigue siendo bloquear y reportar el número emisor para denunciarlo a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.