¿Puedo partir un ibuprofeno? ¿Y disolver una cápsula en agua?
Cuidado, no todos los comprimidos se pueden partir por la mitad, machacar o disolver: algunos pierden hasta su eficacia
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Estás en el trabajo y te empieza a doler la cabeza. No tienes paracetamol a mano y le pides uno a esa compañera que sabes ... que siempre tiene de todo. Rebusca en su neceser y... ¡voilà! ¿El problema? El tamaño de la pastilla. Se te ha atragantado antes incluso de meterla en la boca. Pero como el dolor no cesa, no te queda otra que tomarla. Entonces te acuerdas de lo que hacían tus padres cuando eras pequeña y los comprimidos se te hacían bola: los trituraban y después disolvían la mezcla en agua. 'Si ellos lo hacían, seguro que no hay mayor problema' piensas. Error.
Partir una pastilla en varios trozos porque es demasiado grande, machacarla para mezclarla con comida o tomar solo la mitad pensando que equivale a media dosis exacta «es una práctica relativamente habitual, pero puede resultar peligrosa porque no solo se compromete la eficacia del medicamento, sino que además puede desencadenar efectos adversos en el paciente», advierte Eduardo Ramírez, técnico del área de Divulgación Científica del Consejo General de Farmacéuticos. Ni todas las pastillas son iguales ni pueden manipularse del mismo modo.
Detrás de un comprimido hay muchas horas de investigación y mucha tecnología, «más de la que imaginamos», insisten los expertos. «Algunos medicamentos están diseñados para liberarse inmediatamente en una zona concreta del organismo, otros para hacerlo lentamente a lo largo del día y otros para resistir su paso por el estómago. Si alteramos su estructura triturando la pastilla o abriendo una cápsula para disolver el contenido en un vaso de zumo, el fármaco puede perder su eficacia o incluso hacernos daño», advierten desde la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU).
En este sentido, es muy importante distinguir entre medicamentos de liberación inmediata y de liberación modificada. Los primeros no necesitan ir soltando el principio activo poco a poco sino que actúan en el organismo al momento. Es el caso, por ejemplo, del ibuprofeno o el paracetamol, dos de los fármacos más consumidos. Estas pastillas, que suelen presentarse en comprimidos, comprimidos recubiertos, cápsulas o cápsulas duras, podrían partirse o pulverizarse en caso de necesidad, aunque no es lo más aconsejable.
Alternativas
«Si nos cuesta mucho tomar uno de estos medicamentos en pastilla, hoy en día existen numerosas alternativas que nos permiten sustituir los comprimidos por otras presentaciones más adecuadas a las necesidades de cada uno sin tener que manipular o alterar la estructura de un medicamento: soluciones líquidas, en suspensión, efervescentes, sobres...», enumera Eduardo Ramírez. Además, algunos antiinflamatorios (ibuprofeno, por ejemplo) pueden irritar el tracto digestivo del paciente si se administran sin su película protectora.
Otra duda frecuente es si podemos partir los comprimidos. «Los que ya vienen con una ranura, sí. El resto, no es aconsejable porque no se puede garantizar que ese trozo de fármaco que te estás llevando a la boca sea la cantidad adecuada. Tomar la mitad de un medicamento no siempre equivale a la mitad de la dosis, salvo en los casos en que las pastillas ya vienen marcadas con una línea», precisan los expertos. El prospecto suele indicar si se pueden partir.
El mayor peligro se da en los llamados medicamentos de liberación modificada. Es decir, los fármacos en los que el principio activo se debe liberar poco a poco o en el intestino delgado. Cuidado, porque estos comprimidos no se pueden triturar ni partir. Se deben tomar tal cual lo indica el prospecto. «La única excepción son algunas cápsulas como las de omeprazol y esomeprazol que sí se pueden abrir y su contenido, mezclar en agua», puntualizan en la OCU. ¿Cómo podemos saber entonces que estamos ante una pastilla de estas características? «Se indica en el envase con expresiones del tipo 'comprimidos o cápsulas grastrorresistentes', de 'liberación prolongada o modificada», precisa Eduardo Ramírez.
Gastrorresistentes:
«En este caso, cada comprimido o cada gránulo de dentro de la cápsula lleva una capa protectora que impide que se disuelva en el estómago y permite que llegue intacta al intestino delgado, donde se disuelve y libera el principio activo que contiene. No hay que confundirlos con los comprimidos recubiertos, pues el recubrimiento que llevan no modifica ni el sitio, ni la velocidad de la liberación del fármaco y tan solo sirve para proteger el medicamento de la luz o de la humedad, enmascarar el sabor, mejorar la estabilidad y el aspecto final. Algunos ejemplos son el ácido acetil salicílico o Adiro, el diclofenaco, el omeprazol, el esomeprazol, el pantoprazol, el Dulcolax...», explican en la OCU.
De liberación prolongada o modificada:
Esto significa que el medicamento «está diseñado para que libere el principio activo poco a poco a lo largo del día, con objeto de mantener una concentración en sangre más estable y un efecto duradero con tan solo una o dos tomas diarias.Hay muchos fármacos formulados de este modo, desde antiinflamatorios, antihipertensivos, antidiabéticos, medicamentos para la próstata, terapia hormonal sustitutiva para los síntomas de la menopausia, medicamentos para el TDAH...», añaden los expertos.
Los medicamentos 'peligrosos' tampoco se deben manipular.
«Nos referimos a los fármacos que se usan en el tratamiento de enfermedades cancerígenas, hormonales... Quien lo manipula puede ponerse accidentalmente en contacto con el principio activo que contiene, con peligrosas consecuencias para su salud».
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