Para qué puedes quedar con desconocidos en el parque (y es algo para lo que no sueles sacar tiempo)
Hablamos con organizadores y con un sociólogos sobre el fenómeno de las 'Silent Reading Parties'; «Es una vuelta a lo presencial»
Cinco de la tarde en Barcelona. Un grupo de gente se reúne en el Parque de la Estació del Nord. Algunos están sentados en el ... césped, otros sobre toallas. También hay sillas. Pero todos tienen un libro entre sus manos y leen en silencio. Algunos paseantes se les quedan mirando. ¿Qué hacen? «Quedamos cada dos domingos», cuenta Francesca Catalogne. Estadounidense de Florida, llegó a Barcelona hace dos años, recién cumplidos los 30, sin conocer a nadie. «Había visto que en Nueva York la gente se juntaba para leer, que era una nueva tendencia, y pensé que era buena idea hacer algo parecido aquí», explica. Allí empezó en 2020 como una aventura de cuatro veinteañeros que para 2023 formaba ya de la agenda cultural oficiosa de la Gran Manzana.
Ni corta ni perezosa, utilizó una web para organizar la primera reunión. «Vino una persona», se ríe. Como en Nueva York la primera vez. A la segunda, ya vinieron dos, a la tercera más... y hasta hoy. Normalmente. se junta medio centenar de personas que previamente han quedado a través de un grupo de WhatsApp llamado BCN Chat'n'Chapters. «La mayoría tenemos entre 25 y 35 años», admite la joven norteamericana. Y hay mucho extranjero. Pero durante estos dos años, de ser una reunión de 'expatriados' ha pasado a ser un grupo donde va gente de todo tipo... y edad:«También de 60 años y más. Nadie está excluido».
Las 'Silent Reading Parties', como se llaman estas citas, son ya un evento popular y consolidado en la ciudad condal. Pero no único. En 2019, cuando Francesca todavía no tenía ni en mente venirse a España, Fundación Telefónica organizó algo similar en La Noche de los Libros de Madrid. Fue algo puntual. Ahora, cada cierto tiempo, hay veladas parecidas en el hotel Only You Boutique. En Galicia se llaman LeComigo y cuentan con financiación del Concello de Santiago. El pasado junio, en Bilbao, el escritor Mikel Santiago participó en algo similar. El acto contaba con el respaldo de firmas como Fnac y Heineken. Son ejemplos más comerciales de lo que lidera Francesca en Barcelona, donde ni hay patrocinios ni se paga entrada. Pero todos ellos han contribuido a que estas fiestas sean un 'trend' en redes sociales.
Dos datos
34 %
de la población española no lee en su tiempo libre según el Barómetro de Lectura de 2024.
5 de cada 10
personas que no leen dice que la culpa es de la falta de tiempo.
El sociólogo Mariano Urraco reconoce que son un fenómeno muy interesante. «Parece bastante claro que hay una tendencia social que se manifiesta en distintos fenómenos, entre ellos este, que busca la presencialidad», explica. «En las 'parties' quedamos cara a cara», remarca Francesca. Cada uno va con la lectura que tiene en la mesilla de noche. «Durante la primera hora leemos. Y luego es cuando hablamos entre nosotros. Con la gente que tienes alrededor». No es un club de lectura al uso ni un debate literario, sino algo más anárquico y libre.
«Echar el freno»
Las quedadas en Santiago se hacen en sitios emblemáticos de la ciudad, como la cubierta de la catedral. Y este otoño cuentan con un elenco de escritores invitados importante para hacerlas más atractivas. Según los organizadores, se recomienda apagar el móvil o mejor, no llevarlo, y centrarse en la experiencia y en el placer de leer juntos y en silencio. Un comportamiento «revolucionario» y que surge de la necesidad de «parar» y «concentrarse».
«No me atrevería yo a decir que es todo rebeldía», se adelanta Urraco. «Se puede ver así en términos románticos frente a la deshumanización y el algoritmo, pero también como una forma de buscar eficacia a la hora de encontrar personas afines a ti, algo muy característico de las sociedades modernas», prosigue. Sin embargo, ni lo uno ni lo otro le resta interés al fenómeno. Lo que sí ve detrás es cierto «hartazgo frente al exceso de lo online». No quiere decir que todos los participantes sean tecnófobos, pero sí coinciden con los organizadores de las 'parties' gallegas en esa necesidad de «echar un poco el freno y hacer cosas más lentas, más relajadas». Un poco en la línea del movimiento 'slow' que en España cogió cierta fuerza a finales de los 90.
– ¿Se están quedando viejos los modelos de ocio?
– No es tanto que se hayan quedado anticuados como que se renueven con nuevas fórmulas para satisfacer una necesidad consustancial al propio ser humano, que es buscar y pasar tiempo con los semejantes. Y no soy yo de los que piensan que pasar tiempo con semejantes online no sea real.
Francesca no resta peso en el interés de las 'Silent Reading Parties' de Barcelona a ese elemento de «conocer gente» que la impulsó, pero ahora que ya está instalada cree que la esencia es compartir lecturas (y, ahora, además, intercambiar libros, al más puro estilo de la economía colaborativa que identifica a las nuevas generaciones). «Gracias a las charlas en grupo de la segunda hora he conocido autores muy interesantes y he leído obras de escritores a los que no me había acercado todavía». Es el caso de Virginia Wolf, José Saramago, Matt Haig o Murakami. Y apunta algo más: «Se lee mucho de Filosofía».
«¿Por qué no vais a la biblioteca?»
Las 'Silent Reading Parties' no están exentas de críticas, haya o no un apoyo comercial detrás. Lo explica Francesca Catalogne, la organizadora de las de Barcelona, las más 'puras'. «Hay gente que en redes sociales nos critica. Nos dicen: ¿Por qué no vais a la biblioteca a leer?», señala. Y ella siempre contesta lo mismo: esto no va solo de leer, va «de charlar, de compartir, de abrir la mente...». Y hasta de aprender: «Algunos participantes se agrupan para entablar conversación después en el idioma que les interesa: castellano, catalán, inglés... Así también practican esa lengua». Todo esto no se puede hacer en una biblioteca «y menos un domingo, que suelen estar cerradas».
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