Una figurita vikinga de tres centímetros revela cómo se pudo peinar Harald Bluetooth
La pieza permanecía olvidada en los fondos del Museo Nacional de Dinamarca desde que fue encontrada en Noruega en 1797
Una pequeña figura de apenas tres centímetros de altura, redescubierta en las colecciones del Museo Nacional de Dinamarca, en Copenhague, ofrece una mirada única a ... la estética personal vikinga del siglo X. Tallada en marfil de morsa, un material lujoso de la época, esta pieza de Hnefatafl, un juego de mesa similar al ajedrez popular entre los siglos VIII y XI entre los pueblos nórdicos, representa a un hombre con un peinado detallado: raya al medio con una onda lateral que deja la oreja visible, cabello cortado en la nuca, un gran bigote, patillas y una perilla larga trenzada. Según Peter Pentz, conservador del museo, «es excepcional que tengamos una representación tan vívida de un vikingo, incluso en tres dimensiones. Se trata de un busto en miniatura y es lo más parecido a un retrato de un vikingo que podemos tener». Además muestra el cuidado estético de la élite de la Era Vikinga.
La figurita fue encontrada -la primera vez- en 1797, en un enterramiento ecuestre en Viken, cerca del fiordo de Oslo (Noruega). La tumba en la que apareció data de la segunda mitad del siglo X, periodo en el que reinó Harald Blåtand (o Bluetooth, Diente Azul), rey danés bajo cuyos dominios se contaba la zona de Viken (y cuyo apodo fue adoptado once siglos después por la compañía sueca de telecomunicaciones Ericsson para dar nombre a una nueva tecnología de redes inalámbricas). En la época vikinga (siglos VII al XI), la opulencia capilar era un indicio de riqueza y estatus. Y el hombre de la figurita, señala Pentz, «está en la cima, podría representar al propio rey, Harald Bluetooth».
A diferencia de la mayor parte del arte vikingo, dominado por motivos animales y figuras esquemáticas, la pieza presentada ahora destaca por su realismo y detalle, proporcionando una rara visión de los peinados de la época, que reflejaban estatus y riqueza.
La figurita se había conservado olvidada durante más de dos siglos en los depósitos del museo, de cuyas colecciones resultó ser uno de los primeros objetos registrados, en 1797. A día de hoy, el centro custodia más de dos millones de piezas. La figurita forma ahora parte de una nueva investigación, en curso en el Museo Nacional y centrada en las figuritas y el simbolismo de la época vikinga, que se publica en la revista 'Medieval Archaeology'. Pentz, quien la redescubrió en 2021, subraya su singularidad: «Es la primera vez que vemos un vikingo masculino con su cabello visible desde todos los ángulos, incluso con un rizo marcado sobre la oreja».
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