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'Flagship killer', así es como se les conoce a los móviles capaces de ofrecer unas especificaciones similares a los mejores smartphones del mercado a unos precios mucho más asequibles. A lo largo de los años, muchos fabricantes han jugado esta baza. Como Realme, cuyos teléfonos suelen ser el mejor ejemplo de esta atractiva estrategia de venta. Su GT7 Pro es su último intento de ofrecer un dispositivo que no sólo no se queda rezagado respecto a los productos de la competencia sino que cuenta con su propia carta ganadora: una autonomía nunca vista hasta ahora en la gama alta. ¿Cómo lo han conseguido? Lo desvelamos en el siguiente análisis.
Solo hay que mirar la trasera del Realme GT7 Pro para darnos cuenta de que nos encontramos con un móvil de gama alta. Posiblemente, sea el modelo más elegante que ha fabricado la marca china en toda su historia. Los materiales utilizados son de gran calidad y las huellas apenas se notan en el chasis trasero pese a ser de cristal. La pintura utilizada para recubrirlo, con colores en tonos apagados y sin estridencias, obra este pequeño milagro.
Sobre el módulo fotográfico, hay que reconocer que es de gran tamaño al tener que albergar tres lentes bastante grandes. Es más, incluso llega a sobresalir bastante, creándose un notorio y nada habitual escalón en su parte derecha. Algo que, por otro lado, le confiere mucha personalidad en un mercado donde últimamente imperan las formas circulares, menos atractivas para mi gusto, que las cuadradas.
A destacar también que se trata de un diseño muy ergonómico pese a su gran tamaño con 162,5 mm de largo, 76,9 de ancho y un peso de 222 gramos, cinco menos que el del iPhone 16 Pro Max. En la mano parece menos voluminoso de lo que realmente es gracias a su grosor de 8,6 mm, bastante contenido para todo lo que esconde su interior. De eso, hablaremos más adelante. Los laterales, de aluminio y donde están situados los amplios botones de volumen y encendido, aportan al móvil ese acabado premium que sigue la estela de otros teléfonos bastante más caros que éste.
Nada que decir en contra de esta generosa pantalla de 6,78 pulgadas AMOLED. Un panel firmado por Samsung que se encuentra a un grandísimo nivel, incluso por encima de lo que ofrece parte de la competencia en la gama alta con una resolución de 1264 x 2780 píxeles y una tasa de refresco adaptativa de 1 a 120 Hz. A destacar también su capacidad de reproducir todo tipo de imágenes de llamativos colores que lucen espectaculares, aunque podemos configurarlos a nuestro gusto si nos parecen excesivos.
Compatible con los formatos de imagen HDR de 10 Bits y Dolby Vision, esta pantalla consta de un brillo de 2.000 bits con picos puntuales de 6.000 nits. Una barbaridad. Me hubiese gustado probar el móvil a pleno sol estival, pero, en todo caso, los distintos contenidos se ven muy bien en la calle. Por todo ello, es importante destacar que este Realme GT7 Pro cuenta con una de las mejores pantallas del mercado. No se puede pedir más teniendo en cuenta el rango de precio en el que nos movemos.
El rendimiento del Realme GT7 Pro es, como no podía ser de otra forma, increíble. Un completo espectáculo. Por algo es uno de los primeros móviles en contar con el todopoderoso Snapdragon 8 Gen 4. De hecho, ha logrado adelantarse a la mismísima Samsung que acaba de lanzar su Galaxy S25 Ultra con la última joya de la corona de Qualcomm en su interior. No vamos a entrar aquí en detallar los excelentes resultados de los test de velocidad de este chip acompañado por una GPU Adreno 830. Eso sí, es importante destacar que su potencia es muy superior al A18 Pro que monta el iPhone 16 Pro Max.
Decir que este móvil puede ejecutar cualquier tipo de aplicación o videojuego, con todas las opciones gráficas al máximo, con pasmosa rapidez es quedarse corto. Y encima sin apenas calentarse gracias a una increíble cámara de vapor de 11480mm2 para mantener la temperatura interna a raya. También ayuda su memoria base, a elegir entre 12 o 16 GB, cantidades más que holgadas para manejar con soltura sus funciones de Inteligencia Artificial. Si a ello le añadimos un disco duro disponible en 256, 512 o 1.000 GB, por encima de lo que ofrecen los productos de la competencia, tenemos una apuesta tecnológica ganadora para un dispositivo de estas características. Desde luego, contaremos con espacio suficiente para guardar miles de fotos y vídeos sin depender del almacenamiento en la nube.
Llega el momento de analizar su gran elemento diferencial respecto a otros móviles similares: una autonomía brutal. Tanto, que podemos pasarnos dos días sin necesidad de buscar un enchufe con un uso normal del teléfono. Incluso, estoy convencido de que se podría estirar a tres si lo manejamos con moderación. Buena parte de su éxito se debe a su generosa batería de 6.500mAh, una barbaridad ya que la mayoría de los modelos de la competencia no pasan de los 5.000. Aunque estoy seguro de que el hecho de contar con un procesador tan moderno de tan sólo 3 nanómetros y 8 núcleos fabricado por TSMC ha tenido mucho que ver a la hora de lograr unos resultados tan espectaculares en este apartado.
Y, por si fuera poco, el Realme GT7 Pro es compatible con una carga rápida de verdad, no como otras marcas como Samsung o Apple que la limitan al máximo. Su cargador de 120 Watios permite que el móvil pase de un 20 a un 70% de batería en tan solo 15 minutos y, teniendo en cuenta la poca energía que gasta llegando a sumar unas increíbles 10 horas de pantalla, tendremos una autonomía de sobra para pasar el día y gran parte del siguiente. No se puede pedir más.
El único lunar de este smartphone consiste en no ser compatible con la carga inalámbrica. Está claro que se puede entender su ausencia debido a una filosofía de carga tan veloz que elimina la necesidad de tenerlo enchufado toda la noche. Pero no deja de ser una auténtica pena el tener que renunciar al uso de este tipo de cargadores, presentes ya en muchos vehículos, por no mencionar a las baterías externas compatibles con esta tecnología o a la carga inversa que nos permitiría utilizar esa autonomía que nos sobra para devolver a la vida esos auriculares a punto de apagarse.
Tengo que ser sincero, Realme UI 6.0, basada en Android 15, no me emociona. Su aspecto me recuerda a las capas de hace unos años por sus iconos cuadrados y totalmente planos sin efectos visuales extras. Sé que es un estilo que responde a los gustos tradicionales de los usuarios chinos, pero en occidente preferimos looks más modernos como los que lucen los teléfonos de Apple, Samsung o la propia Google sin ir más lejos. También es tradición que los móviles de fabricantes del gigante asiático vengan con un montón de aplicaciones preinstaladas, algunas de ellas de dudosa utilidad y procedencia como tiendas de fondos de pantalla o de juegos. Y este GT7 Pro no es una excepción. Una lata tener que desinstalarlas una o una.
Lo que sí es un acierto es que Realme UI permita a Gemini, la Inteligencia Artificial de Google, tomar el mando del teléfono. Así, podemos invocar al nuevo asistente de Android incluso con el móvil bloqueado. También podemos acceder a nuevas funciones como el rodea para buscar o el reconocimiento musical apretando la barra inferior. Asimismo, el sistema operativo de la marca china usa la IA para hacer posible que la grabadora, por ejemplo, sea capaz de transcribir las grabaciones e incluso elaborar resúmenes de las mismas. O que podamos contar con un generador de imágenes capaz de transformar nuestros bocetos en dibujos o fotos para insertarlos en nuestras propias instantáneas, con un funcionamiento muy similar al de los plegables de Samsung. Buenas noticias para los usuarios más exigentes.
Seamos sinceros, Realme nunca se ha caracterizado por su potencial fotográfico. Hasta este GT7 Pro. El que marca la diferencia es su cámara principal de 50 MP con una apertura focal de 1.8. Es casi imposible hacer una mala foto con este sensor y su acertado procesado. Los resultados saltan a la vista. Instantáneas con mucha definición, con un agradable contraste en los colores y bien iluminadas incluso en situaciones con poca luz. A destacar también su balance de blancos que podría ser perfectamente el mejor del mercado. Toda una sorpresa como se puede ver a continuación.
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El sensor principal va acompañado por un teleobjetivo 3X también de 50 MP con f/2.7 y estabilizador óptico (OIS) capaz de hacer un zoom de 120x. Una barbaridad. ¿Cómo lo consigue? Tirando de Inteligencia Artificial. Los resultados no se pueden comparar con los de un sensor óptico de mayor resolución como el del Samsung Galaxy Ultra. No obstante, permite sacar fotos a elementos muy lejanos con unas imágenes más que dignas y desde luego superiores a la mayoría de teléfonos del mercado. De nuevo, otro triunfo inesperado de Realme.
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Y para rematar con la tercera y última cámara trasera un gran angular que constituye el eslabón más débil de la cadena. Y todo por contar con una resolución de tan solo 8 MP, una decisión muy difícil de justificar. Con una apertura focal de 2,7 que sufre bastante en las fotos nocturnas, las imágenes resultantes cuentan con menos definición que los sensores con más megapixeles, aunque hay que reconocer que en ningún caso la diferencia es dramática gracias a la magia del procesado. Por otro lado, se trata de un objetivo que no se usa tanto como el principal, aunque un terminal de este precio tendría que tener un conjunto fotográfico más compensado.
Sobre la cámara delantera, la sensación es muy parecida a la que tenemos con el gran angular. Las fotos son más que correctas, aunque pecan de una falta de definición respecto a otros teléfonos de la competencia. Sobre todo de noche. Lógico si tenemos en cuenta que se trata de un sensor de 16 MP y f/2.5. Una pena teniendo en cuenta que los selfies son cada vez más populares, sobre todo entre los más jóvenes. En ese sentido, comentar que el modo retrato cumple bien su propósito tanto con esta cámara como con la trasera. Contamos con un efecto bokeh muy apañado recortando perfectamente al sujeto del fondo difuminado. De nuevo, vemos aquí la mano de la fotografía computacional.
Pocas veces me he tenido que enfrentar con un móvil de gama alta con tan pocos puntos débiles, salvo el hecho de no contar con carga inalámbrica. Su precio oficial es de 1.100 euros, pero no es raro encontrarlo de oferta por 800. Soy consciente de que muchas personas considerarán su compra un gasto desorbitado, pero, teniendo en cuenta sus avanzadas características técnicas, es un móvil asequible. De hecho, sus grandes rivales son los buques insignia de la competencia del año pasado que ya están por ese precio. Sin embargo, ninguno de ellos tiene un procesador tan potente ni una batería de tan larga duración con carga extra rápida, sus dos principales elementos diferenciales en un mercado desorbitado. Por si fuera poco, hace unas fotos buenísimas y la pantalla es excelente. Con este GT7 Pro, Realme no solo juega ya en la primera división de los smartphones. También se convierte en un rival temible.
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