Probamos el Motorola Razr 60 Ultra: un estiloso plegable con una batería sorprendente
La mítica marca de móviles demuestra con este modelo estar a la altura de los mejores teléfonos con pantalla flexible
Por insistir que no quede. Es lo que deben de estar pensando las empresas de smartphones en su empeño de popularizar los móviles plegables para que dejen de ser considerados un sector de nicho. Casi todas las multinacionales se afanan en contar con su propia gama de este tipo de dispositivos y Motorola, la histórica marca de teléfonos estadounidense ahora en manos de la china Lenovo, no es una excepción. Su última baza es el Motorola Razr 60 Ultra que, al igual que su antecesor, es un rival diseñado para competir con los últimos lanzamientos de Samsung, al que hay que reconocer el mérito de ser el precursor de estos productos flexibles. ¿Lo consigue? A continuación, el análisis de un celular con muy pocos puntos débiles pese a su contenido tamaño.
Diseño: unión de nostalgia y modernidad
Los más veteranos del lugar sin duda recordarán esos teléfonos de pequeñas dimensiones con tapa abatible cuando los móviles solo servían para llamar. Motorola fue una de las marcas que popularizaron los celulares tipo concha con productos tan míticos como el Razr V3. Ahora, con la llegada de los paneles flexibles, no es de extrañar que se encuentre muy cómodo haciendo smartphones tipo Flip, cómo se les conoce ahora. En ese sentido, nada que objetar al diseño del Razr 60 Ultra, muy continuista respecto a su antecesor y con unos acabados premium gracias al uso de materiales de primera calidad, como el aluminio cepillado.
Eso sí, ha reducido sus curvas en las laterales optando por líneas más rectas como sus homólogos de Samsung. Una pena, porque esta decisión le quita algo de personalidad. En cualquier caso, nada preocupante porque para eso están sus acabados tan originales en su parte trasera como el de madera o el de piel de alcántara, que es el que hemos tenido la oportunidad de probar. De lo más vistoso y elegante que hemos visto en los últimos tiempos en el sector de la telefonía móvil.
Como no podía ser de otra forma, su tamaño plegado (73,99 x 88,12 x 15,69 mm) es muy compacto, lo que facilita tanto su agarre como su portabilidad. Eso sí, el contrapunto aparece cuando se abre alcanzando unas medidas demasiado alargadas (73,99 x 171,48 x 7,19 mm), lo que dificulta su usabilidad con una sola mano. Nada que no hayamos visto antes con productos similares de otras marcas que también apuestan por el ratio 22:9, lo que provoca que los botones de volumen estén demasiado altos.
Por fortuna, el botón de encendido, que acoge a un sensor de huellas capacitativo que funciona realmente bien, está colocado a una altura del lateral que facilita su acceso. Punto para Motorola. ¿Y qué tal va su sistema de bisagra? Nada que objetar, ya que su funcionamiento da una gran sensación de fiabilidad y robustez, lo que en este tipo de móviles es fundamental a la hora de dar ciertas garantías a sus dueños sobre la vida útil de este tipo de productos mucho más delicados que los teléfonos convencionales.
Pantallas: brillo y definición garantizados
Vayamos por partes. Su pantalla exterior es de tipo OLED de 4 pulgadas y 417 ppp de resolución con una tasa de refresco de hasta 165 Hz es realmente buena con un buen nivel de brillo, de hasta 3.000 nits, lo que permite manejar el móvil sin problemas en exteriores. Y lo que es mejor, ocupa prácticamente todo el frontal del teléfono cuando está plegado, salvo los espacios donde se alojan los dos sensores fotográficos.
La pantalla interior AMOLED de 7 pulgadas y resolución Super HD (1.224p), compatible con Dolby Vision, no se queda atrás. Todo lo contrario. El brillo llega a los 4.500 nits, lo que se agradece cuando consultamos el móvil en días soleados y la tasa de refresco se dispara a los 165 Hz. ¿Y se nota la arruga del centro? Pues sí, tanto al tacto como a la vista, aunque es justo resaltar que mucho menos que en generaciones anteriores. También es cierto que pronto nos olvidaremos de ella, sobre todo cuando el móvil está encendido. Un pequeño peaje que hay que pagar por usar un teléfono con este grado de portabilidad.
Destacar también que ambos paneles son capaces de reproducir imágenes con colores naturales y de gran contraste sin necesidad de recurrir al menú de configuración, aunque siempre podemos modificar los valores de fábrica si lo consideramos oportuno. Aparte de la mencionada, y de momento inevitable arruga, poco más se puede echar en cara a los excelentes paneles del Motorola Razr 60 Ultra, confirmando que nos encontramos ante un móvil de gama alta con todas las de la ley.
Procesador: un viejo conocido con una potencia brutal
Y, para que quede claro que este móvil juega en la liga de los mejores, Motorola ha escogido para su Razr 60 Ultra al Snapdragon 8 Elite, un viejo conocido de la gama más alta. De hecho, no hay procesador más potente en el mercado. En ese sentido, no se puede pedir más al chip de Qualcomm, capaz de acometer todo tipo de tareas complejas y ejecutar videojuegos con gran potencia gráfica sin apenas despeinarse.
Eso sí, y como resultado de su tamaño compacto cuando está plegado, es frecuente que el teléfono se caliente más de lo deseable en ese tipo de situaciones al acumularse en exceso las altas temperaturas en su interior con muy pocos espacios para disipar las altas temperaturas con la consiguiente reducción en la potencia del procesador. No es algo preocupante, aunque puede resultar molesto, sobre todo si usamos el móvil a plena luz del sol. En definitiva, el plegable de Motorola es una auténtica bestia preparada para acometer todo tipo funciones relacionadas con la Inteligencia Artificial ayudada también por su generosa memoria base de 16 GB. No se puede pedir más.
Batería: carga rápida, pero con truco
Y aquí llegamos a la gran sorpresa que esconde este Motorola Razr 60 Ultra: su batería de 4.700 mAh obra el milagro de que lleguemos al final del día con un 50% con un uso normal del teléfono. Es decir unas 7 horas de pantalla, algo nada frecuente en los móviles tipo concha. Naturalmente, el hecho de contar con un procesador de última generación de tan sólo 3 nanómetros facilita ese importante ahorro energético. Y también es importante tener en cuenta que el uso continuado de la pantalla externa para funciones básicas como contestar mensajes o consultar el tiempo contribuye a reducir el consumo del terminal al final de la jornada.
Por si fuera poco, contamos con 68 Watios de carga rápida, que permiten pasar del 0 al 40% en tan sólo un cuarto de hora y llegar al 100% en unos 40 minutos. Eso sí, es aconsejable dejarlo desplegado, ya que doblado el terminal se sobrecalienta demasiado, provocando que la velocidad de carga se reduzca sustancialmente como medida de seguridad. Asimismo, el terminal también es compatible con cargadores inalámbricos, lo que se agradece y no es nada habitual en terminales que proceden del país asiático, así como carga inalámbrica inversa por si nos quedamos sin batería en nuestros auriculares y demás accesorios compatibles. Hablando de cargadores, no se incluye en la caja. No por ser habitual en la mayoría de las marcas hay que dejar de resaltarlo como una nota negativa de un producto que supera los 1.000 euros de precio.
Software: aprovechamiento de la pantalla exterior
Ya hemos hablado de la pantalla de 4 pulgadas externa. Su generoso tamaño tiene como objetivo no forzar al usuario de este teléfono a desplegarlo cada vez que necesite interactuar con él. Para ello es importante contar con el software necesario y ahí es donde radica la genialidad de Motorola. A diferencia de otros móviles similares, el sistema operativo permite acceder a cualquier aplicación instalada en el teléfono de tal forma que no tenemos que desdoblarlo si no queremos.
Primero, seleccionamos nuestras aplicaciones favoritas en una especie de escritorio y después se obra el milagro. Al ejecutarlas, aparecen reescaladas al tamaño adecuado para poder usarlas en una pantalla tan pequeña. También se pueden instalar witches para que la interacción con las apps compatibles sea todavía más sencilla sin olvidarnos de los paneles inteligentes creados por la propia Motorola para sus propias aplicaciones o de terceros como Spotify visualmente mucho más trabajados. No se puede pedir más.
Y como no podía ser de otra forma en los tiempos que corren, el teléfono viene cargado de funciones de Inteligencia Artificial. Quizás en exceso, si tenemos en cuenta que incluye dos asistentes principales: Moto AI y Gemini. El primero se usa como organizador de las funciones internas del teléfono como resumir notificaciones o de las aplicaciones de Motorola a la hora de crear imágenes, además de poder acceder a un chatbot incluido para cualquier consulta gracias a la integración con Perplexity, uno de los rivales de ChatGPT. El segundo se encarga de los distintos servicios de Goggle y dar respuesta a nuestras consultas, tanto por escrito como a viva voz. El resultado final es algo confuso porque muchas veces no sabremos a cuál recurrir en determinadas acciones. Hubiera sido preferible optar sólo por uno de ellos o, en todo caso, dejarlo a nuestra libre elección.
Por lo menos, pese a la duplicidad de servicios y funciones de Inteligencia Artificial, la capa de Motorola sobre Android 15, Hello UI, es de lo más eficaz y ligera, lo que permite que todo se desenvuelva con fluidez y sin parones indeseados. Muy parecido a lo que hace Google con sus propios teléfonos Pixel. Asimismo, la marca de Lenovo garantiza hasta tres años de actualizaciones de sistema y cuatro de seguridad. No está mal, pero son cifras alejadas de las que prometen marcas como Apple, Samsung o la propia Google.
Cámaras: el poder de un buen procesado
Seamos sinceros, los móviles tipo Flip no se distinguen precisamente por su excelencia fotográfica, Eso no quiere decir que no se puedan hacer buenas fotos con ellos y el Morola Razr 60 Ultra es el mejor ejemplo de esta premisa. Lógico si tenemos en cuenta que monta un sensor principal de 50 mpx con tamaño de 1/1,56 pulgadas y una apertura focal de 1.8. Si a este hardware le sumamos un gran procesado de imagen que recuerda al de los Pixel de Google, no en vano fue su primer propietario antes de pasar a manos de Lenovo, ya tenemos lo suficiente para garantizarnos unas buenas fotografías en casi todas las situaciones con gran definición y colores naturales, además de un HDR con un buena representación de luces y sombras que no tiene nada que envidiar al de otros móviles de gama alta.
1 /
¿Y de noche? Evidentemente, aquí es donde el móvil más sufre, pero el sensor principal junto con su estabilizador óptico (OIS) hace muy buena labor. Las fotos quedan naturales y los resultados son más que aceptables, sobre todo si van a ser compartidas en las redes sociales. Ahí será más difícil apreciar su pérdida de nitidez a medida que la luz decae.
1 /
Más fríos nos deja el gran angular también de 50 mpx, que sustituye al zoom óptico del modelo anterior. El segundo sensor del móvil con ángulos de visión de 122º, apertura f/2.0 y autoenfoque cumple con creces su labor, sobre todo de día. Eso sí, a medida que las condiciones lumínicas empeoran, la nitidez de las imágenes cae muchos enteros. Una pena. Por lo menos, y al igual que el sensor principal, este Motorola permite disparos a la máxima resolución y en formato RAW para editarla posteriormente con programas fotográficos avanzados.
1 /
Eso sí, al no contar con un zoom óptico nos tenemos que conformar con un digital de hasta 30x. Hasta un 3x, el Motorola aguanta el tipo gracias al colchón de sus 50 mpx, aunque en ningún caso es comparable a la calidad de imagen de una lente física. Pero a partir del 10x, los recortes y la ampliación digital ya no dan para más y el efecto acuarela no tarda en aparecer en las fotos. Algo difícil de digerir en móviles que valen 1.000 euros. De momento es lo que hay en teléfonos de este formato.
1 /
Y sobre la cámara interior, no nos detendremos mucho salvo para volver a reiterar que se aproveche el sensor principal alojado en la parte delantera cuando está doblado. Los selfies saldrán mucho mejor, aunque el modo retrato no está tan afinado como en otros móviles de la competencia. La verdadera función de esta lente alojada en la pantalla interior también de 50 mpx y con tamaño de 1/3,2 pulgadas, pasa por ser utilizada para las videollamadas. Y nada más.
Asimismo, el Motorola Razr 60 Ultra es capaz de grabar en vídeo a 8 K a 30 fps por segundo con unos resultados que sorprenden tanto en su nivel de detalle y estabilidad en las tomas. Y un recordatorio, es posible, gracias a su formato tipo concha, grabar escenas sosteniendo el móvil como las cámaras de vídeo de antaño, lo que mejora tanto el agarre como la comodidad de uso.
Conclusiones: un plegable con pocos puntos débiles
El Motorola Razr 60 Ultra es un teléfono que triunfa donde otros de su mismo formato fracasan: ofrecer una experiencia cercana a un móvil de gama alta. Para ello, cuenta con una autonomía notable y unas pantallas luminosas, además de un buen conjunto de cámaras si exceptuamos la ausencia de un zoom óptico. Un peaje que hay que pagar por un móvil tan pequeño cuando está doblado que parece que no lo llevamos en el bolsillo.
El problema viene cuando vemos el precio oficial: 1.300 euros lo sitúan en la gama alta, pero no contamos con algunas de las características tecnológicas más punteras. Por fortuna, ya es posible encontrarlo de oferta por debajo de esta cifra. Menos da una piedra. En todo caso, este móvil es uno de los mejores teléfonos plegables del mercado y una compra excelente para los amantes de este tipo de teléfonos que todavía dan la impresión de parecer sacados de una película de ciencia ficción.