
Obsidian vuelve a casa con 'Avowed': un RPG de los de siempre
Crítica ·
La última exclusiva de Xbox llega a Game Pass el próximo 18 de febreroSecciones
Servicios
Destacamos
Edición
Crítica ·
La última exclusiva de Xbox llega a Game Pass el próximo 18 de febreroAveces los videojuegos parecen olvidar lo que son. En su búsqueda de una perpetua reinvención, hay quien cree que el género de rol necesita camuflarse entre sistemas cada vez más abiertos, más sociales, más dependientes del engagement, signifique esto lo que signifique, y menos de esa pulsión primitiva de perderse en un mundo, de ser alguien distinto, de lanzar un hechizo de fuego sin preguntarse por la eficiencia de su DPS. Avowed no es una revolución, pero tampoco una fórmula gastada. Es un acto de resistencia, una defensa del rol clásico en un tiempo en el que, parece ser, ya no hay sitio para este tipo de propuestas. Y lo hace sin gritos ni pancartas, sino con un gesto tan simple como sólido: ponerte una espada en una mano y un hechizo en la otra, y dejar que el resto fluya.
Obsidian, de nuevo, demuestra que hay algo en su ADN que los mantiene en un plano distinto al resto. No es solo que entiendan el rol como pocos; es que lo viven como una artesanía, como si en cada diálogo, en cada bifurcación de su historia, en cada elección imposible, hubiese una huella dactilar única. Si Baldur's Gate 3 es una ópera monumental en la que cada mecánica encaja en un elaborado engranaje de tiradas y reglas D&D, Avowed prefiere recortar lo innecesario. Es un RPG de filo afilado, consciente de que el peso de una historia no está en sus cálculos de precisión, más bien en su inmediatez. Aquí no hay un juego de números que se interponga entre tú y lo que pasa en pantalla. Si algo tiene pinta de arder, arderá. Si algo pesa, se sentirá pesado. Si una maza cae sobre un enemigo, su inercia lo arrastrará con la violencia de un choque real. La física aquí no es un adorno: es un manifiesto.
Ese diseño tan tangible es lo que da sentido a su combate. A diferencia de otros RPGs que entienden el daño como un valor abstracto, aquí todo responde a lo que se ve y se siente. Las espadas impactan con una contundencia seca, las armas de fuego tienen la brutalidad de la pólvora y los hechizos no son solo efectos visuales, sino impactos con peso, con presencia en el escenario. No es un sistema innovador, pero sí un recordatorio de lo que muchos juegos han olvidado: que una buena pelea no es una cuestión de estadísticas, sino de sensación.
Pero Avowed no es solo acción. Es, ante todo, un RPG en el sentido más clásico: un mundo que reacciona a cada elección, que mide cada palabra y cada acto con una memoria temible. Obsidian vuelve a demostrar su maestría en la construcción de historias que no se han quedado en una línea recta, han evolucionado en un fractal de ramificaciones donde incluso una decisión trivial puede tener consecuencias inesperadas. No se trata de ser «bueno» o «malo», sino de lidiar con grises que no admiten respuestas fáciles. Y lo hace sin subrayados ni moralejas: simplemente deja que el peso de cada decisión caiga sobre el jugador como una losa. Ese peso se siente, sobre todo, en sus personajes. En un género donde la mayoría de los NPCs existen para soltar líneas de exposición, los compañeros de Avowed viven y respiran con una autenticidad que pocos juegos logran. No están ahí para adornar la historia, son parte de ella, y te juzgan, desafían o acompañan con una mezcla de lealtad y escepticismo. Sus historias no siguen una plantilla, sino que emergen con naturalidad, sin el típico esquema de «haz tres misiones y desbloquea su confesión trágica». Aquí, cada relación se desarrolla de forma orgánica, y eso hace que cada conversación tenga un peso real.
Y todo esto sucede en un mundo que no solo es bello, sino que se siente vivo. Las Tierras Vivientes son un organismo con su propia lógica, con una naturaleza que parece rechazar la civilización tanto como esta intenta domarla. No es la típica fantasía medieval de castillos y caballeros, sino un ecosistema extraño, un territorio hostil donde la magia y la realidad chocan de formas inquietantes. Y en medio de todo ello, una plaga, el Estrago Onírico, que más allá de ser un enemigo, es un síntoma de algo más grande, más difícil de comprender. Explorar ese mundo es una de las mayores recompensas del juego. Cada rincón, cada cueva escondida tras una cascada o cada poblado medio en ruinas cuenta una historia. No es un mundo que te guíe de la mano con marcadores de misión, es uno que confía en tu curiosidad. Y es en esa confianza donde reside gran parte de su magia: la sensación de que cada paso puede llevarte a algo inesperado, a una conversación que cambiará el destino de una facción o a un combate que recordarás durante horas.
El combate, a pesar de su sencillez, ofrece una profundidad inesperada. La posibilidad de combinar armas y conjuros permite a cada jugador encontrar su propio estilo de juego. No se trata de elegir una clase y ceñirse a ella, más bien Avowed quiere que experimentes, que adaptes tus estrategias según la situación. Un bárbaro con un hacha pesada puede ser tan letal como un mago que conjura tormentas de fuego. Y la presencia de un sistema de parrys y posturas añade una capa adicional de estrategia que recuerda, en ciertos momentos, a la contundencia de Sekiro.
A nivel técnico, Avowed es robusto, con un apartado visual que, sin buscar el fotorrealismo, crea un mundo vibrante y lleno de personalidad. Su dirección artística se aleja de la monotonía marrón y gris de otros RPGs medievales para apostar por colores vivos y escenarios exuberantes. En cuanto a rendimiento, Obsidian ha aprendido de sus errores pasados: el juego se siente fluido, sólido, sin los típicos bugs catastróficos que han marcado algunos de sus lanzamientos anteriores. Si hay algo que puede reprochársele a Avowed, es su falta de ambición en ciertos aspectos. No reinventa el género ni plantea mecánicas revolucionarias. Se conforma con ser un gran RPG, sin pretender redefinir nada. Pero, ¿es eso realmente un defecto? En una industria donde la obsesión por la innovación a menudo diluye lo esencial, un juego que simplemente entiende lo que hace grande al rol es casi un acto de valentía. Y en ese sentido, Avowed es un triunfo.
No es un juego perfecto, ni falta que le hace. Es, simplemente, un recordatorio de que el RPG sigue vivo, de que no necesitamos mundos compartidos ni mecánicas hipercomplejas para perderse en una historia. A veces, lo único que hace falta es un mundo por descubrir, una elección difícil y una espada en llamas en la mano. Y eso, en los tiempos que corren, es más revolucionario de lo que parece. En última instancia, Avowed es un refugio para los que aún creen en el poder de un gran RPG sin adornos innecesarios. Un juego que no teme ser clásico, que no necesita reinventar la rueda porque sabe que la rueda sigue girando. Y mientras haya mundos por explorar y decisiones por tomar, el género del rol seguirá tan vivo como siempre.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.