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La sucesora de Nintendo Switch ya es oficial y, visto el tráiler de anuncio, me aventuraría a espetar que fue claramente improvisado. No recuerdo, en la trayectoria de la multinacional japonesa, semejante cantidad de filtraciones previas a la introducción de un nuevo hardware: meses antes del anuncio conocíamos hasta la configuración de colores de los nuevos mandos; que incorporarían un sensor óptico y que abandonarían el sistema de raíles original por un acople magnético.
Tampoco ayudaron los rumores sobre un destape que resultaba «inminente» cada semana: con pocas incógnitas ya en el horizonte, los usuarios empezaban a mostrar su hartazgo ante el silencio de Nintendo, cuyos directivos no han tenido más remedio que adelantar la hoja de ruta inicialmente prevista. No haber publicado el vídeo de marras ayer mismo, tras los titulares por boca de los principales 'insiders' de la industria, habría resultado contraproducente en términos de anticipación; máxime tras descubrir al final del metraje que la presentación formal y en detalle del sistema no está prevista hasta dentro de tres meses, el miércoles 2 de abril.
El primer vistazo a la consola confirmó punto por punto cada uno de los 'leaks' publicados, lo que rebajó el nivel de impacto, pero al menos ya contamos con una fecha que marcar en rojo en el calendario. También cobran peso las informaciones sobre un lanzamiento a finales de mayo o comienzos de junio, a tenor de las fechas publicadas respecto al tour de promoción mundial orquestado por los nipones.
Hasta descubrir las especificaciones finales del sistema y su catálogo inicial, no obstante, nos conformamos con valorar el enfoque adoptado por Nintendo respecto a una máquina que tomará el testigo de uno de sus mayores éxitos comerciales hasta la fecha (Switch se aproxima en estos momentos a los 150 millones de unidades despachadas alrededor del globo).
Lo visto apela claramente al continuismo; desde el nombre de la consola hasta su diseño y las discretas mejoras implementadas. Para muchos, la gran N está deshonrando la filosofía que la llevaba a reinventarse generación tras generación (sensores por movimiento, paneles táctiles...), pero cabe recordar lo ocurrido con Wii U después de que Wii se instalase en más de 100 millones de salones. La innovación (juego asimétrico mediante) no fue suficiente para calar en un mercado que tan siquiera fue consciente de su existencia como plataforma independiente. En parte por una nomenclatura que confundió incluso al más pintado: aún recuerdo las dudas reinantes en el auditorio del Nokia Theatre de Los Ángeles, tras la conferencia celebrada en el marco de la ya extinta Electronic Entertainment Expo. Muchos de los periodistas presentes nos miramos preguntándonos si lo que habíamos visto era un accesorio para Wii o una nueva consola propiamente dicha (tan relegada en el vídeo inaugural que terminamos pasándola por alto).
¿Habría cambiado la historia si Iwata y compañía hubiesen optado por un simple 'Wii 2' como apodo? Nunca lo sabremos, pero el hecho de que hoy estemos hablando de una 'Nintendo Switch 2' parece indicar que sí. No en vano, a Sony lleva décadas funcionándole eso de plantar números consecutivos a las generaciones de PlayStation: al entrar a cualquier tienda, los usuarios de a pie identifican rápidamente que tal o cual modelo es inmediatamente superior al que tienen en casa. Comienzan entonces a ansiarlo.
No cabían grandes revoluciones con Switch 2 precisamente porque el mercado respaldó el concepto original sin ambages: la fórmula de una máquina mitad sobremesa, mitad portátil; con multijugador local de serie y un surtido de títulos impresionante es lo suficientemente redonda como para que baste una actualización de sus interioridades y algún que otro remiendo (como unos sticks analógicos menos propensos a fallos o la inclusión de puertos de conexión adicionales). Si a esto le sumamos una retrocompatibilidad casi plena; la posibilidad de mantener vigente la extensa ludoteca tanto física como digital que algunos han amasado, la respuesta no puede ser más que positiva.
Sí, los profanos del ocio electrónico pueden ver a Switch 2 como un más de lo mismo durante sus primeros compases, pero no tardarán en dar el salto conforme lleguen los primeros y deslumbrantes títulos exclusivos ('Mario Kart 9' ya se da por hecho). Porque es el software propietario, al fin y al cabo, el que siempre ha justificado apostar por los sistemas de Nintendo. Compañía que además parece haber tomado todas las precauciones para que la segunda Switch no sea un movimiento en falso: quieren vender 20 millones de consolas el primer año y se dice (de ahí tanta filtración) que la producción va encaminada a evitar el agotamiento de stock. También se habla de un precio de lanzamiento inferior a los 400 dólares, lo que la mayoría de analistas entienden como una cifra «ideal» para apelar al mercado de masas. En cuanto a los juegos, dedicar los últimos años de Switch a remakes o referencias menores ha permitido, a buen seguro, desarrollar superproducciones justo a tiempo para el primer ejercicio fiscal de Switch 2: volviendo nuevamente a los mentideros, hemos leído que la nueva aventura tridimensional de Mario estaría lista para la próxima campaña navideña.
Todas las piezas están en posición para garantizar un jaque mate, a fin de cuentas, por mucho que los más sibaritas tachen a Nintendo de articular una jugada demasiado tradicional.
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