35 años mirándose la uña, murciélagos 'borrachos'... y otros disparates científicos de 'Nobel'
La 35 edición de los Ig Nobel confirma varias creencias populares, como esa que defiende que el alcohol mejor nuestra fluidez con una lengua extranjera
El aval científico no está de más, pero era cosa sabida. Un par de copas (dos, no doce) mejoran nuestro inglés, concretamente la pronunciación, un ... auténtico 'hueso'. El fenómeno funciona también a la inversa. Cualquier Erasmus en Madrid que antes del tardeo no es capaz de formar una frase sencilla con sus cuatro palabras de uso cotidiano (hola, amigo, fiesta, sangría), antes de la medianoche del sábado conjuga en subjuntivo. El efecto que tiene el alcohol en el aprendizaje de nuevas lenguas ha sido ya probado por la ciencia. Y premiado. Es uno de los disparatados estudios científicos galardonados en la 35 edición de los Ig Nobel, los 'anti Nobel', que reconocen las investigaciones más absurdas. Una broma superlativa que no ofende a nadie, ya que Premios Nobel de los de verdad suelen apadrinar la 'causa'. Anoche, Esther Duflo, Eric Maskin, Svante Pääbo, Abhijit Bannerji, Moungi Bawendi y Robert Merton acompañaron en la Universidad de Boston a los científicos 'locos', esos que han probado que a una vaca la incordian menos las moscas si se disfraza de cebra o que a los bebés que toman teta les gusta que mamá huela a ajo, entre otras afirmaciones surrealistas.
Estudiantes con mejor fluidez y murciélagos 'borrachos'
Este es uno de esos experimentos que pueden hacerse 'en casa'. En un grupo de cincuenta alemanes que estaban estudiando holandés repartieron algunas bebidas con alcohol y otras sin alcohol (ellos no sabían qué vaso tenía y cuál no). Luego, les grabaron a todos hablando mientras dos nativos holandeses examinaban su pronunciación: los examinadores concluyeron que los que habían bebido pronunciaban mejor que los abstemios.
Otra cosa es que les hubieran puesto a pilotar un avión, aunque fuera de juguete… Porque el alcohol disminuye los reflejos en vuelo. Lo han probado con murciélagos. Un nutrido grupo de investigadores de hasta ocho países les dieron a comer fruta fermentada hasta llegar a una ingesta de etanol de más del 1% y les dejaron volar por un pasillo. Los animales 'borrachos' volaban más lento que los que dieron 0,0.
Vacas disfrazadas de cebra para espantar a las moscas
Hasta ahora, las vacas espantaban a las moscas con el rabo. Pero basta disfrazarlas de cebra para ahuyentarlas. Puestos a pintarles un 'abrigo' rayado, mejor de raya estrecha (menos de 5 centímetros). Científicos japoneses lo hicieron con seis vacas. La prueba se hizo en días de calor (más de 31 grados) y otros más frescos (en torno a 20), por la mañana (de diez a doce) y a mediodía (de una a tres). Y el patrón se repitió: las moscas se posaron la mitad de veces sobre las vacas pintadas como si fueran cebras. El 'eureka' se tradujo en la gala celebrada en Boston en una celebración bullanguera, con los descubridores recogiendo el galardón con un montón de moscas de cartón persiguiéndoles por el escenario. Por cierto que ya no entregan de premio los 10 trillones de dólares de Zimbabue (40 céntimos). Ahora hay 'estatuilla': un estómago humano con una cara sonriente y otra enfadada.
35 años mirándose la uña del pulgar
Hicieron falta 35 años de investigación para demostrar que las uñas crecen parecido a lo largo de la vida. Lo comprobó el ya fallecido médico estadounidense William Benett Bean, que pasó más de tres décadas observando el crecimiento de la uña de su pulgar izquierdo. El hombre buscaba un hallazgo, pero ha sido precisamente la falta de este lo que ha tenido premio. Porque en 35 años la máxima diferencia observada en el ritmo de crecimiento fueron 0,028 milímetros: cuando era un treintañero y empezó el estudio la uña le crecía 0,123 milímetros al día, que se redujeron a 0,095 cuando lo finalizó. El hijo del doctor recogió el premio que reconoce la paciente observación del doctor, que compaginó esta investigación con una prolífica carrera, ya que publicó más de 600 artículos científicos.
Los lagartos (también) prefieren la 'cuatro quesos'
Un equipo de investigadores africanos e italianos ha probado en animales que la pizza cuatro quesos gusta más que las otras. Si las condiciones de seguridad se dan el experimento podría hacerse próximamente en humanos, pero de momento lo avalan los lagartos arcoirís. Nunca les habían puesto pizza en el menú, pero cuando lo hicieron, los bichos descartaron los gusanos y los grillos y se lanzaron al 'fast food', con preferencia por la pizza cuatro quesos frente a otras combinaciones. Una investigación que confirma, una vez más, lo cerca que está nuestro comportamiento del que exhibe el mundo animal.
Los bebés succionan más si mamá 'sabe' a ajo
El ajo tiene una mala fama que no merece. Pero solo los paladares 'vírgenes' saben apreciarlo. Una investigación estadounidense ha descubierto que las madres lactantes que comen ajo tienen bebés más 'rollizos'. O, al menos, que comen más y más a gusto. Los investigadores monitorizaron la succión de los bebés para comprobar que cuando sus madres incorporaban ajo en la dieta, estos chupaban con más alegría. El incremento en la succión se notaba especialmente dos horas después de la ingesta, para disminuir hasta niveles estándar pasado ese tiempo.
La controvertida y barata 'dieta del teflón'
El campo culinario ha tenido amplia representación en esta edición de los Ig Nobel, que ha alcanzado las dosis más altas de surrealismo con el premio a un estudio norteamericano-israelí que sugiere nada menos que añadir politetrafluoroetileno a la dieta para adelgazar. Fácil es porque es el material que recubre las sartenes. «Es inerte, seguro, resistente al ácido estomacal, insípido, disponible en polvo, liso, resistente al calor y económico», enumeran las virtudes los científicos, que han probado la 'dieta del teflón' en ratas: añadieron un 25% de este material a su comida durante 90 días y los roedores, lejos de ponerse malos, el único cambio que experimentaron en su organismo es que perdieron peso.
El secreto este vez está en la salsa
Ya hay tres secretos culinarios: la fórmula de la Coca-Cola, el secreto de la masa de pizza… y la salsa italiana 'cacio e pepe', queso y pimienta. Es un plato tradicional italiano al que es difícil pillarle el punto. Hasta ahora. Un grupo de científicos del país han dado con los números mágicos, la proporción exacta que lleva al éxtasis al comensal más exigente. Después de una larga fase de ensayo error con diferentes cantidades y temperaturas dieron con la combinación exacta para lograr una salsa «suave y estable».
Por fin una solución al olor de pies
Un equipo de investigadores indios han estudiado una problemática que no entiende fronteras: el olor a pies. Allí lo sufren especialmente por las condiciones de calor y humedad del país. Preguntaron a 149 personas si les molestaba el olor a pies y, curiosamente, solo el 54,6% contestó que sí. Para esas narices delicadas han ideado los científicos un mueble zapatero que neutraliza el olor. Es un aparato que lo elimina por niveles: bastan 2 minutos dentro para los zapatos que, una vez puestos, desprenden un ligero hedor «como a goma quemada», pero harán falta 15 minutos cuando el olor es tan fuerte que hasta el zapato queda 'caliente'.
Listos y con alta autoestima
Pasa con esto como con lo de las copas, que solo le faltaba la rúbrica de los científicos para que adquiriera la categoría de certeza. Ya la tiene gracias a un equipo de polacos y australianos que han demostrado que cuando uno se tiene por listo mejora su autoestima. Claro que también el riesgo de desarrollar un brote de vanidad aumenta. Y al revés: cuando la idea que transmiten de uno es que es poco inteligente, ese uno acaba creyéndolo así, sea o no más listo que otros.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión