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El mundo que describió George Orwell en '1984' apenas tiene nada que ver con el 'Gran Hermano' de los concurso de televisión, sino más bien ... con el del control mental que ejercen las nuevas tecnologías. La Inteligencia Artificial se ha convertido ya en una amenaza para la inteligencia, libertad y salud emocional del ser humano, según ha denunciado un grupo de eminentes psicólogos en la revista 'Tendencias en Ciencias de la Cognición', del grupo Cell. Los recientes suicidios de usuarios instigados por máquinas y los matrimonios sin compromiso legal auspiciados por sistemas llamados inteligentes no son, según advierten, una anécdota. Representan la punta del iceberg del mayor desafío al que posiblemente jamás ha enfrentado la Humanidad.
Ordenadores, teléfonos inteligentes y tabletas conforman el campo de batalla donde se libra la guerra del ser humano contra sí mismo. El combate tiene lugar en nuestras propias manos. Según advierten los psicólogos, lo que ahora está en juego es nada menos que el desarrollo intelectual y afectivo de nuestra especie, que podría quebrar para siempre. Y, lo peor, nadie hace nada.
«La IA lo está cambiándolo todo y no hay organismo internacional ni país que se preocupe de legislar su desarrollo», advierte el psicólogo clínico Ricardo Bravo de Medina, del Colegio de Psicólogos de Bizkaia, que estudia este fenómeno. Según cuenta, la Inteligencia Artificial ha dado un salto de gigante en un proceso de desactivación de la persona que comenzó con el auge de las redes sociales. «Estamos cargándonos el desarrollo madurativo y la salud mental del individuo. Por mucho que evolucione, la IA nunca tendrá racionalidad ni emociones ni, sobre todo, conciencia, que es lo que nos distingue a los seres humanos. Todo ello está en riesgo», reflexiona el experto de la Universidad de Deusto.
La advertencia internacional lanzada por el grupo editorial 'Cell' llega tras conocerse el suicidio de dos adolescentes en Estados Unidos, uno de ellos instigado por un personaje creado por Inteligencia Artificial. De momento, los casos de usuarios que se han quitado la vida siguiendo el consejo de un programa informático son aislados;pero cada vez son más los que deciden mantener relaciones íntimas y duraderas con esta nueva tecnología. «Si las personas tienen un romance con las máquinas, está claro que necesitamos la participación de psicólogos y científicos sociales», advierten los autores del artículo en 'Cell', de la Universidad de Ciencia y Tecnología de Misuri (Estados Unidos).
Los romances con la IA no son algo para tomárselo broma. Los expertos alertan de que después de conversaciones intensas que se prolongan durante semanas, incluso meses, los equipos acaban por conocer y preocuparse por el bienestar de sus parejas humanas. Están programadas para ello, para satisfacer las demandas del usuario.
Dada la facilidad que representa tener una relación con alguien, mejor dicho con algo, dispuesto siempre a decir sí, el usuario acaba por entregarle su amor. El enamoramiento es ciego también con las máquinas. Unas relaciones tan fáciles e inmaduras en una sociedad que sufre cada vez más de soledad están llamadas, irremediablemente, según los psicólogos, a «alterar las relaciones humanas. ¿Qué pasará cuando todo esto se generalice, que no es descartable?», se pregunta Bravo de Medina. La ciencia aún no tiene respuesta. Pero existe experiencia humana suficiente como para temerse lo peor.
La penetración sin control de la inteligencia artificial en todos los ámbitos de la vida plantea riesgos tanto psicológicos como de tipo ético. Desde el punto de vista emocional, detalla Bravo de Medina, los usuarios tienden a sobreestimar ya la fiabilidad de las máquinas hasta el punto de rechazar las opiniones humanas basadas en la lectura, la reflexión y la construcción de un criterio propio. «Lo ha dicho la IA, afirman, sin tener en cuenta que es sólo un programa preparado para satisfacer al usuario basándose en toda la información que recopila de internet, buena y mala».
La dependencia emocional que genera algo así propicia un falso vínculo de apego y empatía capaces de enamorar. «Es como un mago que te concede tres deseos: siempre serás escuchados, nunca juzgado y siempre atendido».
La construcción de ese falso 'novio ideal' favorece el nacimiento de relaciones que se mantienen sin esfuerzo, lo que desactiva el proceso humano de forja del carácter. «Necesitamos aprender a gestionar el malestar para aprender a manejar reacciones propias de la personalidad humana, como la impulsividad. Las redes sociales han favorecido una evitación masiva de los estados de malestar, que es la base de los problemas emocionales y psicológicos de la sociedad actual», razona el psicólogo vizcaíno.
Para la reflexión
La IA necesita un marco ético para evitar daño psicológico y manipulación del usuario.
Las relaciones humanas se pueden complementar, pero nunca ser sustituidas por la IA. Por mucho que se desarrolle nunca tendrá racionalidad, ni emociones ni, sobre todo, conciencia.
Una salud mental sana requiere contacto humano real, que genere vínculo y apego.
Alerta de los psicólogos «Con la falta de regulación sobre las redes sociales y ahora la Inteligencia Artificial nos estamos cargando el desarrollo madurativo del ser humano y su salud mental»
El ser humano, como consecuencia de todo ello, está perdiendo habilidades sociales básicas, como la tolerancia a la frustración, la empatía y las capacidades de entablar una conversación, de resolución de conflictos y, lo peor de todo, de la reflexión, que es la base del progreso humano.
La inteligencia artificial no sólo está modificando la conducta y la ética humana sino, lo que quizás es peor limitando la capacidad de razonar. ¿Por qué? «Porque es más fácil vender un producto a personas que no piensan, o que todas piensan igual, que a poblaciones con múltiples criterios, fruto de la reflexión individual». Primero, alertan los expertos, es la venta de productos;luego, las ideas. Ya está ocurriendo. '1984', George Orwell.
Hay tres habilidades humanas que son básicas para funcionar en la vida. Son, según enumera el psicólogo clínico Ricardo Bravo de Medina, saber decir que no, aprender a hacer una crítica constructiva y a asumir también la que hagan de uno mismo. La Inteligencia Artificial amenaza con acabar con las tres.
La herramienta, con claras ventajas para el progreso humano en ámbitos por ejemplo como la medicina personalizada, supone también un peligro para el bienestar emocional, sobre todo de niños y adolescentes, los más fáciles de persuadir. Está en juego, según el experto, su maduración intelectual, emocional y afectiva.
«No digo que la tecnología sea buena o mala, hablo de cómo se gestiona, sin legislación ni límite alguno», se lamenta. «La frontera entre la máquina y lo humano está cada vez más diluida. Las personas estamos perdiendo la batalla desde hace muchos años».
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