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El enigma del alzhéimer comienza a descifrarse, poco a poco. Médicos y pacientes han recibido con las mismas dosis de esperanza y cautela la noticia ... de que una de las vacunas contra el herpes zóster confiere, por lo que parece, cierta protección frente a la más común de las demencias. Unos y otros consideran que el reciente estudio que apunta en esa dirección es lo suficientemente «robusto» como para ser optimistas. Hay, según argumentan, «razones fundadas» que justifican la ilusión que ha despertado. Pero solo es el comienzo. El trabajo publicado, como reconocen sus propios autores, necesita aún nuevos ensayos para que la evidencia científica a la que han llegado se convierta en convicción plena.
El panorama de la guerra mundial contra el alzhéimer ha cambiado de manera radical en los últimos meses. Del desesperante desierto que fue para científicos y familiares de afectados la constatación de un siglo sin apenas novedades se ha pasado a la disposición de los primeros fármacos y quizás –hay evidencia consistente de ello– una vacuna. La mayor cima que se puede alcanzar en medicina es la consecución de una vacuna.
El diseño de cualquier inmunización requiere, como paso previo, la determinación de la causa que provoca la enfermedad. El origen del alzhéimer ha sido, hasta hoy, un perfecto desconocido, aunque el jeroglífico que encierra la más común de las demencias comienza a descifrarse. El virus del herpes zóster podría ser una de sus fuentes, aunque seguramente no la única, según razona el neurólogo Pascual Sánchez, secretario del Grupo de Estudio de Conducta y Demencias de la Sociedad Española de Neurología (SEN).
«Hablamos de una enfermedad muy compleja y que se manifiesta con diversos síntomas», subraya el especialista. La acumulación de la proteína tau, enumera, provoca los ovillos neuronales y la beta-amiloide, las placas que, entre otros síntomas, la definen. «Es muy posible que sean varios virus los que generan todos estos y otros desórdenes», advierte.
Ni médicos ni pacientes creen llegado el momento de echar las campanas al vuelo. La palabra es cautela. 2025 podría ser bautizado como el año del alzhéimer porque a la reciente aparición de los primeros fármacos, limitados pero efectivos, se suma ahora la posibilidad real de una vacuna con una eficacia relativa del 20%, algo más en mujeres. Es poca cosa, pero es un comienzo.
Pascual Sánchez
Neurólogo, Grupo de Estudio de Conducta y Demencias de la SEN
Ana Pilar Javierre
Médica de familia, Grupo de Prevención de Enfermedades Infecciosas de SEMFYC
«En el hipotético caso de que funcione, esta vacuna no va a ser la solución. Necesitaremos muy probablemente varias vacunas, que se irán diseñando según determinemos las distintas causas de la enfermedad», valora el experto de la SEN. «Ahora bien, si el ensayo determina que, efectivamente esta formulación funciona, aunque fuera en un 5%, yo, por si acaso, me la pondría».
No es nueva la idea de que el virus del herpes zóster podría estar relacionado con el alzhéimer. Algunos grupos de investigación españoles figuran entre los primeros que hablaron de ello hace algo más de 20 años. Para muchos especialistas aquel planteamiento, visto en distintos estudios, les resultaba pueril. ¡Un virus como el de 'la culebrilla' generador de demencia? El tiempo parece volver a darles la razón.
Un grupo de la Universidad de Stanford (EE UU) ha demostrado, casi por casualidad, que las personas vacunadas del herpes están protegidas en un 20% frente al alzhéimer. El mismo equipo reconoce que el hallazgo debe ser corroborado mediante un nuevo ensayo con personas, que deberían ser seguidas durante varios años para verificar la validez. Justo es decir que otro trabajo anterior, publicado también este mismo año, había llegado a la misma conclusión y probado una eficacia algo mayor, del 32%.
¿Estamos ante algo grande? «Con este tipo de hallazgos, los médicos de familia preferimos estar a la penúltima más que a la última para evitar mayores síntomas a nuestros pacientes», dice un portavoz de Osatzen, la red vasca de especialistas de atención primaria.
En Euskadi se administra La fórmula de Shingrix contiene, como la del ensayo de Stanford, partes atenuadas (sin capacidad de provocar enfermedad) del virus de la varicela-zóster, junto con un adyuvante con el fin de que la protección sea más alta y duradera.
Indicación: Para personas con condiciones de riesgo que conllevan inmunodeficiencia a partir de los 18 años y en mayores de 50, según su ficha técnica.
Cobertura de Osakidetza: Para mayores de 65 años y pacientes con complicaciones de inmunodeficiencia (trasplantados, oncológicos, VIH, con antecedentes de dos o más episodios de herpes zóster y en tratamiento con fármacos inmunomoduladores o inmunosupresores). Los criterios son los mismos en todas las comunidades
Pauta de dosificación: La vacuna precisa de dos dosis que han de ponerse con un intervalo mínimo de dos meses entre la administración de la primera y la segunda.
Se vende en farmacias con receta médica. Las dos dosis salen a un precio que ronda los 435 euros
No hay institución ni organización que se atreva a confirmar si el hallazgo de la Universidad de Stanford ha generado una mayor demanda de la vacuna del herpes zóster. «En medio de una campaña para su vacunación es muy difícil establecer a qué se debe un pico de solicitudes», razona el director técnico del Colegio de Farmacéuticos de Bizkaia, Juan Del Arco.
En la misma línea se pronuncia el Departamento de Salud del Gobierno vasco. No ha habido en los últimos meses un incremento de la demanda, según constata, pero «en todo caso, sería difícil atribuirlo a esta causa».
La portavoz de la Sociedad Española de Médicos de Familia y Medicina Comunitaria, Ana Pilar Javierre, miembro del Grupo de Prevención de Enfermedades Infecciosas de SEMFYC, tampoco oculta su satisfacción por el hallazgo, pero añade una reflexión a la noticia. «Hay que tener en cuenta que los adultos que se vacunan suelen ser los que llevan un estilo de vida más saludable, lo que contribuye a desarrollar menos enfermedades en general».
Los pacientes tampoco ocultan su satisfacción. La Fundación Alzhéimer España se muestra esperanzada, pero en línea con lo que expresa la ciencia, cree que aún falta tiempo. Cada vez parece que menos
Ninguno de los especialistas consultados para este reportaje recomendaría a sus pacientes, a día de hoy, que se vacunaran contra el herpes zóster para protegerse frente al alzhéimer. Las investigaciones que otorgan a esta formulación cierta protección frente a la demencia apuntan en una dirección que parece buena. Son un buen indicador, posiblemente el mejor, pero –insisten– aún nos faltan datos.
Uno de los principales es que existen en el mercado dos vacunas contra el herpes zóster. La utilizada en el ensayo de la universidad estadounidense está fabricada con virus atenuados y parece que funciona en parte contra esta demencia. Pero, «¿logrará el mismo efecto la que está fabricada a partir de una proteína recombinante?», reflexiona el neurólogo de la SEN Pascual Sánchez. La respuesta a su pregunta es contundente. «No se sabe, porque no se ha probado», se contesta.
Tampoco se sabe cómo funcionaría el medicamento si se realizara un ensayo con pacientes de riesgo o personas sin él que lo probasen a doble ciego. Es decir, la mitad de los voluntarios con el preparado existente y la otra con un placebo. Tampoco en este caso se sabe porque tampoco se ha hecho. «Lo que debemos hacer es recomendar a nuestros mayores que se vacunen de lo que las autoridades sanitarias les recomienden», insiste la médica de familia Ana Pilar Javierre. «Entre los mayores no se alcanzan las cifras de cobertura vacunal óptimas. Los beneficios adicionales de la vacunas del herpes zóster son muy interesantes, pero no lo prioritario», subraya.
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