Elementos comunes
La tarde-noche calurosa tenía algunos elementos comunes en el concierto de los Premios Frontera del Conocimiento. Quizás fuera el contrapunto entre pasado y presente, ... entre tradición y vanguardia, entre Oriente y Occidente o entre inspiraciones existenciales y naturales. Véase, si no, la indagación moderna de Webern en torno a la 'Fuga a seis voces' de Bach, la música como enlace cultural o como expresión del imaginario de la naturaleza o del ciclo inicial de la vida en el 'Concierto para violín' de Hosokawa; o incluso las técnicas, los ritmos y disonancias vanguardistas que no abjuran del romanticismo en la 'Sinfonía nº1' de William Walton.
Desde el arranque de la Fuga de Bach, con los compases del trombón solista o con la incorporación y superposición de sonoridades, ya se notaba ese carácter multiforme, experimental, de una densa composición que, bajo la dirección de Fabián Panisello, exigía de la OSE la búsqueda de una difícil cohesión. Acto seguido, el japonesismo musical y la introspección Zen se apoderaron de la audiencia con el 'Concierto para violín' de Hosokawa, una sugerente confabulación entre el cosmos y la naturaleza -con los movimientos ondulantes de la orquesta-, y una cascada de energía espiritual sobre el ciclo inicial de la vida con el virtuosismo pleno de musicalidad de Akiko Suwanai y su violín (¿un Guarnieri?).
Si, pero el plato fuerte de la noche fue la 'Sinfonía nº1 de Walton', una obra monumental de la que la OSE sacó con maestría todos sus contrastes -energía extrema, quietud, dolor, melancolía…-, desvelando sus matices vanguardistas, sus destellos emocionales, sus huellas post-romanticistas y hasta esa grandiosidad o ese dramatismo que nos llevaba en momentos a la mejor música del cine. Excelente colofón, sí.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.