Gritos de «asesino» e insultos para el autor del triple crimen de Pontevedra a su llegada al juzgado

El juez ha dictado prisión sin fianza para José Luis A. L., el detenido por el triple crimen machista ocurrido este lunes en el municipio pontevedrés de Valga. El caso ha conmocionado al país, no sólo por el elevado número de víctimas, sino también por el extra de horror que ha añadido a este terrible episodio el hecho de que dos niños de 7 y 4 años, hijos del homicida confeso y de una de las fallecidas, fuesen testigos de los hechos. Al parecer, según la prensa regional gallega, los pequeños se quedarán de momento al cuidado de un tío abuelo.

El acusado, de 41 años y carpintero de profesión, ha llegado esta mañana a los juzgados de Caldas en medio de una gran tensión, fuertemente custodiado por la Guardia Civil y entre gritos de «asesino». Autor confeso de la muerte a tiros de su exmujer, su exsuegra y su excuñada, el detenido, que desde que se divorció el año pasado vivía con su madre en Ames (A Coruña), a unos 20 kilómetros del lugar del crimen, se desplazó a primera hora de la mañana de este lunes hasta Valga, donde sorprendió a su exmujer cuando salía de su domicilio para llevar a los niños al colegio. La interceptó justo cuando iba a coger el coche. Tras dispararle con un arma corta -para la que no consta que tuviese permiso-, también tiroteó a su exsuegra y su excuñada, que se encontraban en el lugar porque solían echar una mano a Sandra, exmujer del homicida, con los niños.

Tras dejar a las tres mujeres muertas -Sandra, de 39 años; María Elena, de 59, y Alba, de 27- y a los dos niños junto a uno de los cadáveres -un vecino que oyó lo disparos los retiró del escenario de la masacre-, José Luis A. L. se dio a la fuga en coche y regresó a la casa de su madre, desde donde llamó a la Guardia Civil para confesar lo que había hecho. En pocos minutos, efectivos del instituto armado procedieron a su arresto.

Horas después, ya por la tarde, efectivos policiales localizaron un revólver, el supuestamente empleado en el triple crimen, y una caja de munición en el río Tambre, en las inmediaciones del pueblo donde reside el acusado.

Aunque no constaban denuncias previas por maltrato, en las últimas semanas el detenido había dejado las redes sociales sembradas de mensajes dirigidos a su exmujer donde aireaba pormenores de su divorcio. Estaba cargado de rabia y, entre otras cosas, le decía a su ex que dejase de «ir de víctima, que ya cansas».