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Nueva amenaza para Google. Y esta vez puede ser muy seria, ya que atenta contra su principal negocio, la publicidad insertada en su famoso buscador, el más utilizado por los internautas. Y es que OpenAI, la empresa con la que mantiene una dura pugna por la hegemonía de la Inteligencia Artificial (AI), ha dado libre acceso a SearchGPT, con el que pretende revolucionar las búsquedas en Internet.
¿Cómo lo hará? Con la utilización, como no podía ser de otra forma, de la Inteligencia Artificial. De esta forma, SearchGPT ya está integrado en la página web y las aplicaciones para móviles de ChatGPT, su famoso modelo de IA que ha puesto patas arriba al sector tecnológico en el último año. La nueva herramienta, construida sobre la avanzada versión GPT-4, llevaba disponible desde hace cinco meses, pero su uso estaba limitado a usuarios de pago (Plus, Pro, Enterprise, Edu y Team).
Ahora, se exhibe en su interfaz con el icono de un globo terráqueo, la puerta de entrada a un avanzado buscador que funciona de forma muy similar a Perplexity, otro pionero en el uso de la IA en estos menesteres. Y, a diferencia de otras funcionalidades que ofrece OpenAI, es totalmente gratis. Dentro de poco, también estará disponible en el modo de voz avanzado para facilitar aún más su acceso.
Una vez llegados al buscador, escribimos en una barra de diálogo o dictamos a través del micrófono lo que queremos buscar. Y aquí comienza la magia. El buscador de OpenAI se encarga de ofrecernos un resumen, bastante pormenorizado con un lenguaje sencillo y directo, de nuestra consulta. En cada párrafo, se introduce un enlace a la web de dónde se han extraídos los datos. Y al final de la entrada, podemos consultar todas las fuentes que, ventajas de la traducción en tiempo real, también incluyen sitios de internet internacionales. Asimismo, se añade una previsualización de dos o tres noticias relacionadas con la temática como se hace en los buscadores tradicionales.
Si tenemos alguna duda tras leer el texto que nos ha preparado SearchGPT, podemos seguir preguntando sobre el tema a la IA como si estuviéramos en una conversación real sin necesidad de volver a contextualizar la consulta. Volveremos a tener entonces una nueva respuesta con las fuentes también incorporadas. Y así hasta que nos aburramos. Tal es su eficiencia y utilidad, que muchos usuarios no tendrán la necesidad de entrar directamente en los enlaces proporcionados, lo que puede ser un auténtico problema para las fuentes que pueden ver reducido su tráfico en Internet.
Lo mismo sucede con Google, que domina el negocio de los buscadores desde hace décadas. Si ya se encontraba con que las nuevas generaciones usan aplicaciones como Tik-Tok para realizar sus consultas, da miedo pensar lo que puede suceder si tienen la 'app' de ChatGPT instalada en sus móviles. Y no hablemos ya de lo que sucederá con los teléfonos y demás dispositivos de Apple, donde OpenAI colabora en sus nuevas funciones relacionadas con Inteligencia Artificial. Podríamos ver cómo cambian el motor de búsqueda preinstalado en sus iPhones, ahora el de Google, por el de la compañía dirigida por el polémico Sam Altman. Todo es posible. pero lo que está claro es que OpenAI acaba de dar un golpe a Google donde más le duele.
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