Así trabajan los colegios vascos la comprensión lectora
Los centros educativos diseñan estrategias para fortalecer la lectura, una competencia clave en la que se han detectado graves carencias
Una veintena de niños de 3º de Primaria (8 y 9 años) del colegio Santa María La Mennais atienden las explicaciones de Marisol Martín. La ... andereño dirige una sesión de lectura guiada: va lanzando preguntas y los pequeños intervienen. Algún despistado mira los dibujos del libro, pero lo importante es que todos sigan el hilo conductor. Leen en el 'txoko' de lectura, una sala con un pequeño césped artificial, cojines, sillas de colores, una pequeña biblioteca... Es un espacio pensado para que los alumnos vayan cogiendo poco a poco el gusto por la lectura.
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Ésta es sólo una de las múltiples iniciativas que desde hace más de una década tiene en marcha este colegio concertado de Portugalete para desarrollar la afición a leer desde la más tierna infancia. Y, de paso, reforzar la comprensión lectora, una de las grandes prioridades del Gobierno vasco, como reconoció la consejera de Educación, Begoña Pedrosa, en una entrevista en EL CORREO.
Los centros gozan de un amplio margen para elaborar las estrategias pedagógicas que consideren necesarias, con el apoyo del departamento. En el caso de Santa María, los alumnos de Primaria dedican una hora semanal a la lectura en castellano y otra en euskera. Marisol y Begoña Martín enumeran multitud de proyectos: han montado un club de lectura; emparejan a alumnos de diferentes cursos para que los mayores ayuden a los más pequeños; organizan actividades fuera del colegio el Día del Libro, sesiones de lectura con padres...
«Para que lleguen a ser buenos lectores hay que empezar pronto», señalan Leire Ortega y Lorena López, maestras de Infantil. Además de trabajar los fonemas en clase, tienen una zona específica para leer cuentos, realizan obras de teatro, organizan jornadas temáticas... Las andereños, además, reciben formación específica. En Secundaria y Bachillerato, expone Ruth Peña, también se reserva una hora semanal de lectura en ambas lenguas oficiales y se lee un libro por evaluación, sobre el que luego se evalúa a los alumnos.
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Si bien es cierto que al principio «les cuesta mucho leer durante una hora», a lo largo del curso los chavales adquieren el hábito. «Se relajan bastante, es verdad que la lectura tiene como un efecto narcótico», se congratula esta educadora. «Desde que las faltas de ortografía restan hasta 2 puntos en Selectividad, vimos con preocupación que los alumnos cometían muchos fallos y ahora hacemos más hincapié en este aspecto», indica.
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En el instituto de Markina-Xemein también han diseñado una estrategia integral. Su director, Gorka Urkizu, y Egoitz Atxikallende, responsable del proyecto lector, explican que todos los días los alumnos leen un cuarto de hora un libro de su elección. Además, hay una serie de lecturas obligatorias en diversas asignaturas, en las que tienen gran importancia las obras clásicas. No sólo en Lengua, Euskera o Inglés, sino también en Matemáticas o Biología.
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Es algo que, confiesan, «extraña» a las familias al principio, pero que se explica en las tutorías. «Trabajamos diferentes tipos de lectura porque la comprensión tiene influencia en todos los ámbitos», explican a este periódico. Por ejemplo, uno de los principales escollos en Matemáticas es la correcta comprensión de los enunciados. Gracias a un convenio con la biblioteca municipal y a la red pública de préstamos, ninguna familia se ve obligada a comprar los libros. Como novedad para este curso, quieren que los alumnos cuelguen en el 'txoko' de lectura reseñas de los libros que leen. Las mejores se llevarán algún tipo de premio.
En Kirikiño Ikastola (Bilbao), explican fuentes de la dirección, «se trabaja la comprensión lectora como competencia transversal». «Cuando se impregna de valores y se enseña creativamente, deja de ser una simple habilidad académica para convertirse en un acto de formación cívica y humana», añaden. En Primaria, por ejemplo, cada trimestre leen dos obras que después trabajan. El centro se centra en la lectura en euskera «para que no sea sólo una lengua de aprendizaje». En cuanto al castellano, «siendo la primera lengua de muchos alumnos, pueden encontrar literatura en este idioma por todas partes», por lo que no recomiendan lecturas. Sí lo hacen en ESO, etapa en la que los alumnos leen una vez a la semana, «si es posible a primera o a última hora, así tienen un inicio y un final tranquilo del día». En paralelo, cuentan con iniciativas como un club de lectura, con gran éxito entre el alumnado.
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Estrategia del departamento
Estos ejemplos no son casos aislados. Fuentes de Educación explican que «el currículo vasco señala que en Educación Básica los centros deben reservar tiempo de lectura diario dentro de las áreas o materias, y en Bachillerato se pide estimular el interés, el hábito lector y la expresión oral». La comprensión lectora «es una competencia clave del sistema», añaden. El departamento «fija orientaciones y mínimos comunes y cada centro decide cómo desarrollarlo en función de su contexto y de sus datos».
Una publicación de tres investigadores de la UPV/EHU publicada en 2024 en la revista Ocnos señalaba a este respecto lo siguiente: «Cabe destacar el déficit detectado en el tercer ciclo de Primaria (5º y 6º cursos) y remarcar la necesidad de reforzarlo, ya que, pese a los resultados preocupantes de la etapa en su conjunto, es en este último ciclo donde claramente se identifica que la lectura literaria en el aula es algo prácticamente anecdótico. Podríamos hablar de un paréntesis en la educación literaria del alumnado que claramente tiene consecuencias como las que se recogen en las evaluaciones propias de los sistemas educativos, así como en las internacionales (PISA, 2018) con conclusiones que advierten que la comprensión lectora es insuficiente en una parte importante del alumnado matriculado en el modelo D». Aunque el problema es generalizado.
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466 puntos
obtuvieron los alumnos vascos en PISA en 2022, su mínimo histórico. Son 32 menos que en 2012, lo que equivale a un retroceso de un curso
De hecho, los alumnos vascos registraron en el último informe PISA, en 2022, sus peores resultados en 20 años en comprensión lectora. Consciente de la magnitud del reto, el Departamento de Educación que lidera Begoña Pedrosa ha puesto en marcha la Estrategia de Lectura 2024-2027, que se complementa con diferentes programas y proyectos. Uno de ellos es Indartuz, unas sesiones semanales de refuerzo extraescolar para alumnado de 3º de Primaria. Previamente se evalúa el nivel del alumnado con una potente herramienta, ITT, desarrollada por el Gobierno vasco que mide la destreza al leer. Analiza la entonación, la velocidad, la comprensión y la decodificación de los alumnos al leer un texto en voz alta. Luego emite un informe detallado de la situación de cada uno de los menores, lo que les sirve a profesoras como a las citadas Marisol y Begoña Martín, de Santa María de Portugalete, para saber qué necesita cada estudiante. De los 60 alumnos de 3º de Primaria evaluados el último curso, «entre 10 y 15» necesitan refuerzo extraescolar Indartuz, explican.
Las fuentes consultadas coinciden en señalar que la comprensión lectora ha bajado. «Las causas, probablemente, son múltiples. En primer lugar, el descenso de los hábitos de lectura voluntaria es evidente: los jóvenes leen menos por placer, y la lectura se percibe cada vez más como una obligación escolar que como una forma de descubrimiento o disfrute», señala Aster Navas, profesor de Lengua y Literatura en el instituto Burdinibarra de Trapagaran. «En segundo lugar, el entorno digital ha modificado profundamente la manera de leer. Las pantallas favorecen una lectura fragmentaria y rápida», añade. En cuanto a los malos resultados en PISA, opina que «se trata de una prueba competencial pero buena parte del currículo lo siguen componiendo contenidos lingüísticos y gramaticales».
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«Un problema no, un problemón»
«No hay un problema, hay un problemón», sintetiza una profesora de Filosofía en un instituto de la Margen Derecha que pide mantener el anonimato. Con casi cuatro décadas de experiencia, esta docente no duda en señalar a las pantallas como principales responsables de la situación, aunque también a un cambio de prioridades. «La mayoría de los chavales no tienen interés, prefieren ver vídeos sin parar que no les hagan pensar». Por ello, se muestra «esperanzada» en que cada vez más familias ven con preocupación que sus hijos accedan demasiado pronto a los dispositivos digitales. «Cuando dejen de darles un móvil con 9 años, se notará una mejoría», pronostica. Y añade otra cuestión. «El tema del euskera influye porque los alumnos no lo dominan. Casi todos lo entienden pero no lo hablan ni lo escribe bien y eso hace que en Filosofía cuando leemos prácticamente tenemos que ir línea por línea».
Las medidas puestas en marcha en los colegios como el Santa María de Portugalete buscan responder a un contexto «que ha cambiado mucho», afirma López, una de las maestras de Infantil. «Vemos grandes lagunas que hace 10 o 15 años no veíamos. Carencias importantes de autonomía y rutinas para la vida diaria pero también académicas». Por ejemplo, dificultades «para expresarse de forma adecuada, estructurar las oraciones...». Las cinco educadoras de este centro coinciden en señalar como principal culpable de esta situación al abuso de las pantallas. «La lengua escrita está gravísimamente amenazada por lo digital», resume. Algo que, dicen, excede al ámbito escolar, donde el uso de dispositivos está «regulado» y se trabaja «en enseñar un buen uso, sin demonizarlos».
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Todas están de acuerdo en que implicar a las familias es «fundamental», sobre todo en Infantil, donde los menores «necesitan que un adulto fomente la lectura». Claro que «el contexto social y los hábitos han cambiado mucho». Ahora se lee menos y las jornadas laborales son maratonianas. «Para que haya tiempo de calidad primero tiene que haber tiempo para ir al parque, leer un libro, ir al supermercado y comentar los artículos que se compran...», afirman.
Para ayudar y orientar a los padres en la lectura de sus hijos, envían «cada quince días» una circular en la que explican ejemplos prácticos, sugerencias e iniciativas para que los padres hagan con sus hijos «incluso aunque todavía no sepan leer». «En seguida se ve qué familias son grandes lectoras por la riqueza del vocabulario de los niños, sus experiencias vitales, la forma en que se expresan...». «Si tienen asentada la lectoescritura», a partir de 3º de Primaria –momento vital en el que los niños pasan de aprender a leer a leer para aprender– los alumnos «vuelan». En cambio, si no tienen la base, «empiezan los problemas». También la pandemia dejó su huella. «La misma mascarilla hizo mucho daño en el caso de los niños que estaban aprendiendo a hablar», abunda la educadora.
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