El día que la víctima más mediática del caso Epstein conoció a Donald Trump
Victoria Giuffre, que la semana que viene publicará sus memorias póstumas, conoció al hoy presidente de Estados Unidos en el club en el que trabajaba su padre y donde este la enchufó:
Desde que estallara el caso de abusos sexuales del multimillonario Jeffrey Epstein, se ha especulado con qué personajes de la vida política y económica de ... todo el mundo estaban implicados. Uno de los nombres que se barajan, pero que nunca ha sido confirmado es el del hoy presidente de Estados Unidos Donald Trump. Las memorias póstumas de Virginia Giuffre, la víctima más mediática de esta trama, recogen cómo conoció ella al magnate.
Tenía entonces 14 años y acaba de entrar a trabajar en el club que Trump posee en Mar-a-Lago. Su padre se encargaba del mantenimiento del aire acondicionado y se la presentó al gerente de contratación, que le buscó un hueco. «El primer día, me dieron un uniforme: un polo blanco con el escudo de Mar-a-Lago y una falda blanca corta, y una etiqueta con el nombre Jenna (el apodo por el que la conocían en casa) en mayúsculas». Sus labores las iba a realizar en el spa, preparando té, ordenando los baños y reponiendo toallas.
Al cabo de unos días fue su progenitor el que se encargó de presentarla al dueño de las instalaciones. «No eran exactamente amigos. Pero papá trabajaba duro, y a Trump le gustaba eso». Fue en su oficina y el magnate «no pudo haber sido más amable». Le preguntó si le gustaban los niños y le ofreció hacer de 'nanny' en varias casas que tenían junto al resort y que prestaba a amigos. «Pronto estaba ganando dinero extra algunas noches a la semana cuidando a los hijos de la élite», se justifica. Esta necesidad de conseguir ingresos extras jugaría luego un papel importante que determinaría su entrada en la red sexual de Epstein.
«Pronto estaba ganando dinero extra algunas noches a la semana cuidando a los hijos de la élite»
Tres años más tarde de este encuentro, Giuffre conoció a la que a la postre sería su gran depredadora: Ghislaine Maxwell. Iba camino del trabajo cuando el coche en el que iba la novia y socia de Jeffrey Epstein la siguió y la fichó. Ya en la recepción del club de Trump, Maxwell se presentó. Le ofreció una bebida, como mandaba el protocolo, y ésta acabó por ofrecerle un trabajo al ver que estaba leyendo un libro sobre masajes. «Me dijo que conocía a un hombre adinerado —miembro de Mar-a-Lago desde hace mucho tiempo— que buscaba un masajista que lo acompañase». Y la citó después del trabajo.
«Me sobresalté al ver que tenía una erección»
Cuando acabó su jornada, su padre la llevó al lugar donde habían quedado, una mansión a cinco minutos del resort, y Maxwell le presentó a Jeffrey Epstein. «Me condujo a un dormitorio. Dimos una vuelta en U alrededor de una cama 'king size' y entramos en una habitación contigua con una camilla de masajes. Un hombre desnudo yacía boca abajo, con la cabeza apoyada en los brazos cruzados, pero al oírnos entrar, se incorporó un poco para mirarme. Recuerdo sus cejas pobladas y las profundas arrugas en su rostro mientras sonreía».
«Epstein no solo no ocultó lo que ocurría, sino que se divertía haciendo que la gente lo viera»
Giuffre cuenta que realizó el masaje al millonario en presencia de Maxwell y que fue ésta la que guio sus manos para que no se saltase los glúteos. Tras algunas preguntas -sobre su familia y también sobre su vida sexual- el hombre acabó dándose la vuelta. «Me sobresalté al ver que tenía una erección». Aunque intentó reaccionar, Epstein llevó su mano derecha a la entrepierna: «Ese fue el momento en que algo se quebró dentro de mí. ¿Cómo explicar, si no, por qué mis recuerdos de lo que vino después están hechos añicos?». Acabó teniendo relaciones sexuales con la pareja y formando parte de su elenco de esclavas sexuales.
Giuffre también hace constar en sus memorias, que se publican la próxima semana, que el 'caso Epstein' no fue una anomalía y, sobre todo, que no fue algo secreto. «No se dejen engañar por quienes en el círculo de Epstein dicen no saber lo que hacía. Epstein no solo no ocultó lo que ocurría, sino que se divertía haciendo que la gente lo viera. Y la gente sí lo vio: científicos, recaudadores de fondos de la Ivy League y otras instituciones prestigiosas, titanes de la industria. Observaron y no les importó», concluye.
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