«Disminuir las emisiones no basta para paliar los efectos de la crisis climática»

-Las consecuencias del cambio climático son evidentes. También en Euskadi.

-Los cambios están ahí. Una de las cosas que se están observando estos últimos años es que la temperatura del océano Atlántico ha subido bastante. Esto hace que haya una transferencia de energía a la atmósfera que genera tormentas. Está cambiando también el régimen de precipitaciones. Antes en el norte teníamos precipitaciones suaves y sostenidas y ahora las vemos más intensas y en cortos periodos de tiempo. Al mismo tiempo se producen sequías. Las estaciones de primavera y otoño están muy difuminadas y prácticamente no las vemos, se dan periodos de alternancia de temperaturas altas y bajas en épocas del año que no corresponden. También subirá el nivel del mar, lo que tendrá importantes efectos en la costa, que es especialmente vulnerable.

-¿Estamos a tiempo de revertir la situación?

-Cada vez queda menos tiempo. Ya hay impactos y costará revertirlos. Tienen una inercia que no se detiene porque se disminuyan las emisiones.

-Esto no es solo algo que tienen que hacer los países y empresas. También nos concierne a todos.

-Si tú cambias la forma de movilidad y contigo lo hacen los vecinos de tu localidad, tiene un impacto. Como reciclar o apagar las luces. Cuando se disparó el precio de la energía hace un año, la gente cambió sus costumbres. Si las mantienes aunque el precio haya bajado es bueno. El esfuerzo individual es efectivo cuando se hace colectivo. Si tú cambias tu comportamiento pero no lo hace el resto, te sientes impotente, te frustras y no haces nada. Tenemos que conseguir que el colectivo sea el que cambie.

-¿Y estamos concienciados? Una encuesta reveló que el cambio climático es la primera preocupación de los vascos, pero que no estamos dispuestos a dejar de usar el avión para irnos de vacaciones.

-Yo creo que la gente está cambiando. Ha habido una penetración del uso de las energías renovables e incluso del autoconsumo enorme. Lo que hay que procurar es que eso siga acelerándose y no se desacelere porque haya ciertos obstáculos para su puesta en marcha.

-¿Qué espera de la cumbre que empieza mañana?

-Espero que avancen un poco más que las anteriores y que se consigan algunos de los objetivos que quedaron pendientes en la anterior, que se celebró en Egipto. Sobre todo, una declaración más ambiciosa en cuanto a la reducción de emisiones contaminantes y crear un fondo para pérdidas y daños para compensar a los países más vulnerables frente al cambio climático. Es un tema que va a tener mucha importancia.

-La cita viene rodeada de polémica por celebrarse en uno de los países que más petróleo producen y por estar presidida por el CEO de una petrolera.

-Obviamente puede ser polémico, pero me gusta ver el lado positivo de las cosas. Es importante que esta gente se siente a la mesa, sin ellos es más difícil llegar a acuerdos. Por supuesto que se serán más complicados porque ellos tienen sus intereses y presionarán para retrasar en lo posible la adopción del medidas. Pero ya están en el foco de atención, se tienen que retratar. El hecho de que me preguntes esto ya es un paso adelante.

-Existe la impresión general de que lo acordado en estas citas no su cumple.

-Creo que se malentiende lo que son estas cumbres. No pueden imponer a los países lo que tienen que hacer. Se sientan a la mesa 197 países que tienen que decidir por consenso. Es decir, con que uno se oponga ya no hay discusión. Son importantes porque no hay otro proceso en el que se sienten tantos gobiernos a ponerse de acuerdo. Eso ya es muy importante. Sin ellas muy probablemente no existirían muchos de los avances que estamos observando. Son necesarias.

-Doce de los hombres más ricos contaminan con sus aviones privados, yates, coches, mansiones... tanto como dos millones de hogares.¿Habría que imponer un impuesto climático?

-No lo sé. Lo ideal sería tener un sistema de incentivos y desincentivos para cambiar su comportamiento, pero desconozco cómo hacerlo en su caso.