Víctimas de ETA y del GAL piden incluir sus testimonios en el currículum educativo vasco
Firman un manifiesto en el Memorial y reivindican «la importancia de la transmisión a los jóvenes de un mensaje deslegitimador» del odio
El Centro Memorial de las Víctimas del Terrorismo reunió el pasado viernes a un nutrido grupo de víctimas, familiares de asesinados por ETA, el GAL, el yihadismo y la extrema derecha, que debatieron y rubricaron un manifiesto donde reafirman «la importancia de la transmisión de la memoria del terrorismo» y que contiene una petición muy concreta: que sus testimonios lleguen a todo el sistema educativo.
En el texto, que se hizo público este lunes, destacan que su voz «es una herramienta educativa efectiva para hacer comprender a los jóvenes las consecuencias de la actividad terrorista y contribuir a cimentar en ellos valores éticos». Tal y como apuntan, «el conocimiento del relato de quienes sufrieron el terrorismo contribuye a su deslegitimación», especialmente porque «nuestro mensaje es constructivo». En ese sentido, piden «sistematizar» y «ampliar» el estudio del terrorismo.
Es una reclamación sobre la que ya está trabajando el Gobierno vasco, que tiene intención de que sea materia curricular en Bachillerato el próximo año, como ya desveló EL CORREO la semana pasada. Se trata de un objetivo muy ambicioso porque las fechas apremian. Los firmantes del manifiesto reclaman que sus testimonios formen parte de los contenidos «desde la enseñanza secundaria, la Formación Profesional y la universitaria». Insisten en que estén presentes «en la enseñanza pública en Navarra y el País Vasco». De hecho, emplazan al lehendakari a que «tome las medidas necesarias para que los jóvenes vascos conozcan el pasado de violencia terrorista».
25 firmantes
Entre los 25 firmantes hay víctimas de ETA como Marta y Sara Buesa (hijas del vicelehendakari socialista Fernando Buesa), Ángel Altuna (hijo de Basilio Altuna) y Naiara Zamarreño (hija del edil popular Manuel Zamarreño) y también víctimas del GAL, como Veronique Caplanne (hija de Robert Caplanne), entre otros.
Iñigo Pascual, hijo del ingeniero de Lemoiz Ángel Pascual -asesinado por ETA en 1982-, destaca en declaraciones a este periódico que «hemos compartido en el Memorial nuestras experiencias como víctimas educadoras y coincidimos en que hacerlo es muy positivo». A su juicio, sirve a los chavales para «conocer el pasado reciente y ellos nos muestran su comprensión y empatía».
Es una valoración unánime entre quienes acuden a colegios e institutos. Sólo observan un déficit, pero de gran relevancia. «Es voluntario para los centros. Y en el País Vasco y Navarra tenemos una presencia mucho mayor en la educación privada y concertada, pero muy poca en la pública». Lo quieren cambiar. Y para eso piden la implicación de las AMPA y el profesorado, bajo la coordinación del Memorial. Pascual recalca que su mensaje «no es político, sino una vivencia personal, que fue además muy dura».
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