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Florencio Domínguez y María Jiménez, autores de 'Sin justicia. Más de 300 asesinatos de ETA sin resolver'. E. C.

«Tres cuartas partes de los asesinatos no resueltos suceden en los 'años de plomo'»

Florencio Domínguez y María Jiménez analizan las causas de los casos de ETA sin aclarar y destacan el papel que jugó «el miedo»

Domingo, 26 de noviembre 2023, 00:45

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El director del Centro Memorial de Víctimas del Terrorismo, Florencio Domínguez, y la periodista y doctora en Comunicación María Jiménez firman al alimón 'Sin justicia. Más de 300 asesinatos de ETA sin resolver'. Es un exhaustivo trabajo de más de 700 páginas donde ambos bucean en los 315 asesinatos de la banda posteriores a la amnistía de 1977 que quedaron sin resolver y también en los 63 anteriores. El porcentaje irresuelto, en el periodo democrático, ronda el 40%. La impunidad en Irlanda del Norte alcanza el 88%, en la mafia italiana está en el 80% y en el terrorismo corso fluctúa, según el momento entre el 50 y el 90%. «Si nos comparamos con otros países, salimos muy bien parados. Los cuerpos policiales y los órganos judiciales han tenido un alto nivel de eficacia pero eso no consuela cuando ves a la familia que no ha sabido quién es el autor o que no ha sido juzgado», admite Domínguez.

La obra

La obra
  • Autores Florencio Domínguez y María Jiménez Ramos.

  • Editorial Espasa.

  • Páginas 717.

  • Primera edición Noviembre de 2023.

Los dos investigadores detallan las principales causas. «Tres cuartas partes de los crímenes no resueltos fueron asesinatos cometidos durante los 'años de plomo' y eso nos obliga a analizar qué pasó». Ese 40% de impunidad, en otros grupos terroristas de la misma época, desciende forma considerable. «En el GRAPO, que es un caso que ha estudiado Carmen Ladrón de Guevara, es del 12%. Con el mismo sistema judicial y con la misma Policía. La diferencia en el GRAPO es que era un grupo que no tenía el respaldo social de ETA, ni las complicidades, ni la capacidad de intimidación social», explica Domínguez.

El libro detalla algunos ejemplos paradigmáticos de ese silencio que envolvió todo en los 'años de plomo'. Ciudadanos a los que ETA les robaba el coche -antesala habitual de la comisión de un atentado- y que permanecían retenidos seis horas con los terroristas en lugares públicos pero no recordaban ni uno de sus rasgos físicos. «Había un rechazo claro a colaborar, nadie veía nada, los testigos no sabían nada, nadie aportaba información», sentencia el director del Memorial. María Jiménez, periodista y profesora de la UNAV y coautora del libro, destaca que «entre los múltiples motivos que dificultaron el esclarecimiento hay uno especialmente doloroso: el miedo. No había colaboración ciudadana en atentados a plena luz del día. Esos casos son una llamada de atención. Cuánto miedo y cuánta cobardía», lamenta.

La amenaza de ETA, en este sentido, fue muy explícita. La banda acusó de confidentes y asesinó a «decenas de personas, en la mayoría de los casos no lo serían, pero sus asesinatos cumplían la misma función, que era crear un clima de intimidación colectiva».

La Policía trabajó en aquellos años en una situación muy complicada. «Son hostigados por ETA y tienen que dedicar recursos a la autoprotección», recuerda el director del Memorial, que valora que «en los años 80 logran reducir el terrorismo a la mitad».

Director del Centro Memorial

Florencio Domínguez

«La banda acusó y mató a decenas de personas por confidentes para extender un clima de intimidación»

Periodista y profesora de la UNAV

María Jiménez Ramos

«No había colaboración ciudadana en atentados a plena luz del día. Esos casos son una llamada de atención»

Colaboración internacional

Además de la amnistía, otra de las causas más habituales de la impunidad es la huida de los autores a países donde no era posible detenerlos ni extraditarlos -Venezuela, Cuba y Cabo Verde, entre otros-, así como la vigencia del santuario francés de Iparralde, donde Francia no perseguía a los etarras en los 80. «Existen otros 181 casos que estaban resueltos policialmente pero no judicialmente. 78 de ellos incluso llegaron a juicio, y en 50 se acusó a los autores pero fueron absueltos o condenados por otros delitos, como colaboración», detallan los investigadores. La muerte de los autores -de forma natural en tiroteos con la Policía o en explosiones- impidió esclarecer 59 casos.

Para María Jiménez, «este trabajo en el que documentamos cada historia, nos da la medida del sufrimiento de muchas familias. Hay comandos enteros que han estado implicados en asesinatos y hay un puñado de nombres que se repiten antes del año 1977, con las manos muy manchadas, y que no han pagado nada o muy poco por aquellos hechos». En ese sentido, los autores reivindican «una verdad histórica, más allá de la verdad jurídica», que es muy difícil en la mayoría de los casos. Aunque ambas son posibles en algunos casos recientes. «Hace unos pocos años hemos visto la condena a 'Ata'. Algunos de ellos, del año 2000 hasta ahora, tienen posibilidades de terminar en juicio todavía».

«El comando Adarra cometió 11 asesinatos y sólo se juzgaron 2»

Entre las casuísticas de los casos no resueltos, llama la atención lo sucedido con el comando Adarra. Este grupo de ETA «fue responsable de once asesinatos ya que sus armas se utilizaron en esos crímenes», explica Florencio Domínguez. Sin embargo, «no fue posible determinar quién participó en los atentados y sólo se pudieron juzgar dos. No basta con saber el comando ni tampoco quiénes lo conformaban. Estaba Kepa Pikabea, entre ellos. Es necesario saber quién participó en cada atentado y no fue posible». El comando Adarra tiene otra curiosidad: «Todos los atentados los cometían los viernes por la noche y los sábados».

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