Política y menos respeto a la autoridad, peligroso cóctel del verano vasco
Los altercados con la Policía como objetivo de los violentos ponen en alerta a las instituciones de cara a las próximas semanas festivas
Una patrulla sorprende a dos chavales dando patadas a unas papeleras en un municipio vasco. Son unos adolescentes tal vez pasados de alcohol destrozando el ... mobiliario público en lo que ellos entienden por diversión. Los agentes bajan del vehículo y les dan el alto, pero ellos ríen y hacen bromas. Sacan sus móviles y empiezan a grabar mientras los policías les piden la documentación. «Paso de dártela, ¿quién te crees que eres? Yo tengo derechos y voy a 'subirlo' (colgar las imágenes en internet) para que te metan un paquete».
Ertzainas y policías municipales se enfrentan cada vez más a escenas de este tipo. Ya no son una anécdota. Es su «día a día». Situaciones que sufren los cuerpos de seguridad de todo el país, pero que en los últimos meses han escalado en violencia en Euskadi con diferentes incidentes en el contexto de fiestas patronales en Gipuzkoa y en Vitoria. Graves disturbios de orden público relacionados con un «peligroso cóctel» que ha situado a la Ertzaintza como objetivo de los violentos y amenaza con enturbiar el verano vasco: política y falta de respeto a la autoridad.
A principios de junio un ertzaina y un policía municipal son obligados a abandonar el recinto de txosnas de Beasain por su condición de agentes de la autoridad. Un mes después, en Ordizia, cuatro efectivos de la Ertzaintza son linchados por amigos y familiares de un joven arrestado por participar en una pelea. Transcurrieron diez días hasta que en Hernani, una turba trata de asaltar el Ayuntamiento para agredir a un magrebí que había sido detenido minutos antes. Los altercados terminan en enfrentamientos contra los policías. Y esta última semana ha estado protagonizada por los incidentes de Azpeitia, donde 40 jóvenes asaltaron las dependencias de la Policía Municipal y agredieron a agentes locales y ertzainas, y de Vitoria, con fuertes disturbios en el desalojo de una acampada ilegal de GKS.
«Aquí se juntan muchas cosas. Socialmente el concepto de autoridad está más bajo que nunca y la justicia no nos avala, y encima en Euskadi todo viene aderezado por el factor político, que todavía está ahí. Hay una guerra interna dentro de la izquierda abertzale por ver quién es más radical, y entonces se enfoca el ataque hacia nosotros. La Policía Local hasta ahora se había salvado, entre comillas, de ese ataque furibundo y ahora también está metida», analiza Aitor Otxoa, secretario de organización de Erne.
Todas las fuentes consultadas coinciden en asegurar que la falta de respeto a la autoridad que aprecian los policías es la misma que sufren los profesionales de la educación, de la sanidad, los jueces... «Hay figuras que clásicamente hemos asociado a una autoridad fácilmente reconocible. Hablamos de policías, profesores, profesionales de la medicina... que siempre se les ha reconocido una autoridad y que, sin embargo, reportan cada vez más cuestionamientos que acaban en agresiones», expone el politólogo Patxi Alija. «La gente te desafía, sobre todo jóvenes. No nos ven como una figura de autoridad. Creo que es algo generacional, también ocurre en las familias. Y no se dan cuenta de que yo estoy representando a una administración, es decir, al resto de ciudadanos», asegura Julio González, vicepresidente de Euspel.
El más «preocupante» ejemplo de esta situación es lo ocurrido en Hernani. Jóvenes del municipio «se creen legitimados como pueblo» para «tomarse la justicia por su mano». «Actuaron como justicieros, como si esto fuera el Lejano Oeste y quisieran pasar por encima de nosotros», describe González. «Es algo parecido a lo de Torre Pacheco, los policías entran a parar una pelea y la gente se enfrenta a ellos», remacha Otxoa.
Evolucionar con la sociedad
Estas actitudes contrastan con los datos de valoración que arrojan los diferentes estudios sociológicos sobre la Ertzaintza. Según el último Deustobarómetro (verano 2025), el 69,6% de los vascos aprueba en confianza a la Policía autonómica, con un 37% calificándola con un notable o sobresaliente. «Habitualmente se tiende a considerar que es un problema de falta de confianza en esta institución, en que me vayan a tratar mal, pero en realidad el grado de confianza que hay es alto, incluso mayor que en otras instituciones públicas», argumenta Alija. Según este politólogo, «vamos a modelos mucho más individualistas en los que consideramos que todo lo que es autoridad pública es cuestionable».
«Tenemos que estar preparados para una sociedad que evoluciona y con la que tenemos que evolucionar, tanto en medios, como en formación, como en cantidad de plantilla. Antes, para ser contundentes en una actuación determinada, bastaba con cuatro policías. Pero ahora, que queremos ser menos contundentes, igual necesitamos 8 o 12», resume Aitor Otxoa, quien pone sobre la mesa otro condicionante que se están encontrando los agentes en su labor. «La Justicia no nos está respaldando. Ahora corres el peligro de que saquen de contexto cualquier cosa que haces en la calle, el problema lo voy a tener yo como policía. Cualquier cosa que haga un policía se pone en tela de juicio y te arriesgas a una suspensión», denuncia el representante de Erne. Los funcionarios también reclaman que, contra toda esa gente que les tiene en su punto de mira, los jueces «apliquen el Código Penal, que es claro». «La gente se cree impune, piensan que no les va a pasar nada por atacarnos y han perdido el miedo a las consecuencias», lamenta el delegado de Euspel.
Legitimidad
Esa pérdida de respeto por la autoridad se junta en Euskadi con un indudable componente político, que actúa de catalizador en un proceso de «deslegitimación» de la Ertzaintza. Así lo han denunciado diferentes partidos esta semana, sobre todo en relación a la actitud de EH Bildu, que ha puesto en duda que la Policía autonómica sea «democrática» y, por lo tanto, que tenga la autoridad y legitimidad suficientes para actuar como garante del orden público y la seguridad de la ciudadanía.
«Lo que ocurrió en Beasain, lo de Azpeitia y esto último de Vitoria es por temas políticos», defiende Julio González. «Todavía quedan rescoldos de todo aquello. A los jóvenes de Azpeitia sus mayores les han contado sus batallas. Y todo lo que han recibido de arriba lo vuelcan hacia nosotros con agresividad. Incluso la alcaldesa ha intentado echarnos el muerto a nosotros», lamenta Otxoa, quien califica de «muy graves» los disturbios vividos en esa localidad guipuzcoana. «Que 40 chavales intentaran asaltar una comisaría de Policía es tremendo. Quizá alguna gente no se da cuenta de la importancia que tiene. Esos jóvenes tienen un discurso aprendido que refrenda de alguna manera esa conducta agresiva hacia la Policía. Se creen el pueblo y con la legitimidad de hacer lo que quieran», añade.
De cara a lo que queda de verano, en la Ertzaintza no son muy optimistas. Temen el 'efecto contagio', sobre todo por el tema político y el clima que se está generando en la izquierda abertzale, como se pudo comprobar ayer con las pintadas en Hernani. «En Azpeitia se han visto respaldados. Veremos cómo afecta las próximas semanas», reflexiona el responsable de Euspel.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión