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María Chivite pasa por delante de Ramón Alzórriz, ayer en el pleno del Parlamento navarro. Efe

El 'caso Cerdán' deja tocada a Chivite y enreda la relación del PSOE con Bildu

La presidenta asegura que no ve «argumentos» para presentar la dimisión tras un escándalo que sacude la política navarra

Viernes, 20 de junio 2025, 01:08

Como en una partida de ajedrez, la política navarra comprueba cómo se van derribando figuras en un tablero cada vez más inestable y en el que la 'reina' trata de protegerse para no quedar expuesta a los ataques. La última pieza en caer ha sido Ramón Alzórriz, mano derecha de María Chivite, tras reconocer el miércoles que su pareja trabajó varios años en una de las empresas clave en la trama corrupta presuntamente liderada por Santos Cerdán. La presidenta foral y líder del PSN ha quedado tocada, pero apuesta por resistir en una legislatura en la que su permanencia depende, en gran medida, de lo que haga EH Bildu, cuyos principales interlocutores con los socialistas navarros eran, a diferentes niveles, Cerdán y el propio Alzórriz.

La política navarra se ha convertido en apenas siete días en una coctelera con múltiples derivadas y en la que Chivite intenta sobrevivir políticamente. El jueves de la semana pasada, tras hacerse público el informe remitido por la UCO al Tribunal Supremo, la dirigente socialista comparecía entre lágrimas y confiaba en que «su amigo» Cerdán pudiese demostrar «su inocencia». Lejos de aclararse, la madeja se ha enredado más.

El miércoles salió Alzórriz –que ayer hizo oficial su renuncia como portavoz del PSN en el Parlamento foral y como vicesecretario general del partido– y crecen las sospechas sobre posibles adjudicaciones irregulares. En los últimos días se ha sabido que Chivite llegó a reunirse con Antxon Alonso, el empresario dueño de Servinabar, la empresa de la que Cerdán tenía el 45% y que se hizo con varias obras relevantes a pesar de no tener una gran infraestructura. A esto hay que sumar las sombras que surgen sobre el papel de su tío Óscar Chivite, actual consejero del Gobierno foral y administrador de una empresa que tuvo como cliente a Acciona –una compañía ahora también bajo sospecha–; y el de la ministra de Inclusión, Elma Saiz.

Ante este 'tsunami' en el que se mezcla lo político y lo personal, Chivite ha optado por resistir. Durante su comparecencia de ayer, la presidenta foral se mostró convencida de que no tiene «argumentos para dimitir». «Avancé el empeño como presidenta del Gobierno y como secretaria general del PSN de vender la limpieza y la honorabilidad tanto del Gobierno como del PSN, y efectivamente ha sido así con el caso del compañero Ramón. Dije caiga quien caiga y así es como estoy cumpliendo», señaló en una comparecencia ante la prensa en la que, cuestionada sobre el hecho de que ella no supiera nada sobre el trabajo de la pareja de Alzórriz, respondió: «¿Cuesta creer? Pues que cueste creer, pero es la verdad. De hecho, ayer (por el miércoles) me lo hizo saber y ayer se tomó la decisión», destacó.

Apoyo externo

A pesar del esfuerzo de la líder del PSN por establecer un cortafuegos, la realidad es que la situación de Chivite es complicada. Otras cosa es que vaya a caer. Su gobierno es un tripartito en el que también están Geroa Bai y Contigo-Zurekin, la marca que incluye a Podemos e IU. Pero la estabilidad de ese Ejecutivo depende del apoyo externo de EH Bildu. Y, al menos por ahora, nadie cree que la coalición soberanista vaya a dejarla caer de aquí a las elecciones de 2027.

Pero la marcha de Cerdán y Alzórriz sí genera un problema. Ambos se habían convertido en dos de los principales interlocutores del Partido Socialista con la formación liderada por Arnaldo Otegi. A diferentes niveles, pero los dos dirigentes del PSN han sido claves en los últimos tiempos para engrasar la relación con la marca controlada por la izquierda abertzale. De hecho, Alzórriz, con la supervisión de Cerdán, fue fundamental para cerrar la moción de censura contra UPN en Pamplona a finales de 2023.

Navarra, además, ha sido el 'laboratorio' en el que socialistas y EH Bildu han ido testando el alcance de sus acuerdos y donde se han ido sobrepasando sucesivas líneas rojas. Tanto en lo que respecta a Chivite como al propio Pedro Sánchez. Todos los movimientos han tenido como punto de partida Navarra, pero a ambas partes ahora les tocará buscar nuevos interlocutores que consoliden una relación que no tiene visos de romperse. A pesar de todo.

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