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Ha pasado ya un año desde que el PNV afrontó las elecciones autonómicas más complicadas desde la escisión de 1986 de la que surgió una ... EA. Consciente de que su primacía corría peligro, los jeltzales, aún liderados por Ortuzar, decidieron descabalgar a Urkullu -para fenomenal enfado del lehendakari saliente, que aún persiste- y presentar a Imanol Pradales a Ajuria Enea.
Los 'jobuvis' olfatearon bien el desgaste y el PNV repitió victoria por los pelos. El éxito no terminó con las discrepancias internas. Hace unos meses Ortuzar se retiraba de la carrera para repetir al frente del EBB y cedía la makila a Aitor Esteban. La herida entre ambos todavía sangra, como se vio hace una semana.
Pradales y Esteban saben que el riesgo de 'sorpasso' de EH Bildu persiste. Peligro relativo mientras los socialistas mantengan su 'no' al pacto con Otegi si la izquierda abertzale no abjura antes de los crímenes etarras. Para alejar el fantasma, el Gobierno Pradales mantiene tres claras apuestas desde que arrancó la legislatura. Objetivos que coinciden con las preocupaciones de los vascos: la sanidad, la vivienda y la inseguridad ciudadana. Sí, esa creciente inseguridad que el consejero Zupiria se ha hartado de negar para hablar de 'sensación' de inseguridad.
Lo cierto es que, tras un largo conflicto, Interior y ertzainas llegaron hace unos meses a un acuerdo que supondrá un importante desembolso económico para las arcas públicas. Otro tanto ha sucedido en Educación después de que la consejera subrayara semana tras semana que no entendía los porqués de los paros. Parece que lo ha entendido, ha abierto la cartera y ha habido pacto.
El nuevo consejero de Sanidad, Alberto Martínez, trabaja hace meses con buenas palabras y mejores intenciones en un gran acuerdo sanitario para relanzar Osakidetza tras el fracaso de Darpón y Sagardui. En la hora de la verdad, los conciertos con el sector privado y la no asunción de riesgos, como ofrecer mejores salarios para captar profesionales fuera de Euskadi, pueden dejar cojo el compromiso.
El tercer problema, creciente, se llama vivienda y acaba de regalarnos una imagen nada habitual: los líderes de PNV y PSE, Esteban y Andueza, posando juntos para anunciar su cierre de filas para reconducir el gran dolor de cabeza de nuestros jóvenes, y no sólo de ellos. Un problema que sólo tiene una solución: la construcción de miles de pisos en coordinación con Madrid y los ayuntamientos. Hace dos décadas, el recordado alcalde nacionalista de Vitoria José Ángel Cuerda y su política de financiar proyectos especulando con el suelo colocó a la ciudad a la cabeza de la carestía de la vivienda en España, sólo por detrás de Donostia. Un pacto PP-PSE, al que luego se unió el PNV, terminó con el problema con la edificación de dos nuevos barrios.
La cuarta apuesta es del PNV y se llama Pedro Sánchez. Esteban acaba de reiterar a EL CORREO que no tienen previsto romper con los socialistas pese a los bochornosos escándalos que les siguen salpicando, entre otras cosas porque se tambalearían los pactos que les permiten gobernar el grueso de las instituciones vascas. Vamos, que Feijóo ya puede seguir agitando la calle -veremos a cuánta gente reúne el domingo en Madrid-, pero que no cambiarán de aliado si el PP sigue de la mano de Vox. Hoy. ¿Mañana?
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