El cachondeo con el Estatuto
El lehendakari ha vuelto a alzar su voz esta semana por segunda vez en menos de cuatro meses. Pradales ha exigido otra vez al presidente ... Sánchez que cumpla lo pactado y se complete el traspaso a Euskadi del puñado de competencias pendientes. El PNV ha declinado, de momento, acompañar el aviso con ninguna amenaza de ruptura.
Estamos ante un asunto que por recurrente no puede decirse que suscite gran interés en la opinión pública, salvo entre los muy cafeteros. Pero se trata de un tema de relevancia. No parece serio, no lo es, que camino del medio siglo de vigencia del Estatuto, el pacto que permitió recuperar la autonomía vasca, acuerdo ampliamente refrendado por los ciudadanos en las urnas, aún no se haya completado.
Desde el principio dio la sensación de que los sucesivos gobiernos de España, empezando por el de Felipe González, y siguiendo por los de Aznar, Zapatero, Rajoy o Sánchez, no han querido entender lo que significó aquel pacto, ni que recibiera el plácet de una amplia mayoría de los vascos, con la excepción de los seguidores de la derecha radical y de los partidarios de la izquierda abertzale que durante décadas dio cobertura a ETA.
Década tras década los ejecutivos españoles han dilatado el cumplimiento de lo que es una ley orgánica posiblemente por dos razones. Para lograr el apoyo del PNV en Madrid al gabinete de turno a cambio de algunos traspasos. Y por temor a que completada la Carta de Gernika, los jeltzales –y la izquierda abertzale– exigen más poder político para Euskadi.
Entiendo que ningún Gobierno español, del PSOE o del PP, haya aceptado la histórica exigencia del nacionalismo de que el traspaso de la gestión del régimen económico de la Seguridad Social –que así figura en el Estatuto– se haga rompiendo el sistema de caja única para toda España. También que, como ahora, no se acepte el traspaso a Euskadi de la gestión del puerto de Pasaia, competencia exclusiva del Estado, al ser puerto de interés general, según la Constitución. O que se rechace algún tipo de cogestión de los aeropuertos vascos, también competencia del Estado, según la Carta Magna. Pero el Estatuto goza de un amplísimo respaldo entre los vascos. Y constituye una estafa política a todos ellos, a todos nosotros, que no se complete ¡ya!
Eso sí, no estaría mal que el Gobierno Pradales hable con los ciudadanos y explicite con claridad los obstáculos que bloquean el pacto definitivo. Sin medias verdades. O que lo haga el Gobierno Sánchez.
El Estatuto ha servido para mejorar la vida de los vascos. Por más que en los últimos años nuestra Sanidad haya experimentado un evidente retroceso. Estén creciendo los problemas de seguridad en nuestras ciudades. Y observemos con inmensa tristeza cómo nuestros gobernantes han permitido, sin apenas moverse, que el problema de la vivienda llegue al punto de amenazar el presente y el futuro de las nuevas generaciones. Por más que el gabinete PNV-PSE dispare ahora en los Presupuestos para 2026 la partida para vivienda. Y pese a los esfuerzos del consejero del ramo, el socialista Denis Itxaso, por ir sumando pequeñas soluciones aquí y allá.
Veremos.
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