Borrar
Leonid Andronov
GPS | En avión

La cuna polaca de las galletas de jengibre

Poco más de dos horas en tren separan Varsovia de Toruń, a donde acudir para conocer su ciudad vieja, Patrimonio de la Humanidad, que las bombas respetaron durante la Segunda Guerra Mundial

Jueves, 11 de septiembre 2025, 19:41

Comenta

La historia es más o menos así. Conrado I de Mazovia era un duque al que perturbaban varias tribus, por eso en 1231 pidió ayuda a la Orden de los Caballeros Teutónicos, orden militar y religiosa fundada en la Tercera Cruzada. Para comenzar su labor se instalaron en un roble sagrado para aquellos grupos, que poco pudieron hacer ante los recién aparecidos. Después nació una fortaleza y una ciudad amurallada, la vieja, a la que se añadiría la nueva, rodeada por muro protector, donde vivían artesanos y mano de obra (en la antigua quedó la clase adinerada). Existía entre ellos una frontera de ladrillo.

En avión

En avión
  • Aeropuerto Bilbao

  • Destino Varsovia

  • Aerolínea WizzAir

  • Cuándo Todo el años

  • Trayecto 3 horas

Aquellos caballeros se volvieron pedigüeños, y la vecindad, cansada de pagar impuestos, acabó derrocándolos y destruyendo su castillo, del que quedan ruinas y una torreta. Conociendo esa historia, se entiende la razón por la que Toruń cuente con dos plazas del mercado y dos ayuntamientos, aunque no cumplan ya esa labor. Uno se ha convertido en museo dedicado a colecciones de arte, el otro acoge eventos.

Algo sorprende cuando caminas por la calle más concurrida, Szeroka: el silencio. A pesar del nutrido número de personas que la pasean, hay que afanarse para escuchar conversaciones. Es la primera señal de una ciudad tranquila a orillas del Vístula.

Fue el largo río, usado como transporte, quien regaló abundancia. Desde el siglo XVI, Toruń formaría parte de la Liga Hanseática, conectando el comercio báltico con el interior de Europa. El dinero levantó una arquitectura que lograría la declaración de su parte antigua, más la iglesia de Santiago en la nueva, Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. En ese templo mira al techo, el rostro de un diablo vigila. No es el único, en la Catedral de los Santos Juanes, el templo más grande de la ciudad, aguarda otro.

Lukasz Janyst

«En Toruń hay gótico, galletas de jengibre y Copérnico», comenta la guía Kasia Lewicka. El primero se aprecia en muchos edificios; las segundas se saborean pidiendo 'pierniki', el sabor local por excelencia que podrás aprender a hacer en el Museo Vivo de los Pierniki, donde teatralizan la visita, o en el Museo de los Pierniki de Toruń; al tercero, hijo pródigo de la ciudad, le conocerás mejor en la Casa Nicolás Copérnico, ejemplo de hogar de mercader donde se cree que nació el astrónomo, quién demostraría que la Tierra gira alrededor del sol.

Frente a su estatua se distingue otra de inofensivo aspecto a primera vista: el burro español. Recuerda las malas artes inquisitoriales, pues en ese lugar existía una picota y el animal lleva encima un artilugio capaz de machacar entrepiernas. «Aquí decimos que el Ayuntamiento cuenta un año: tiene 1 torre, 4 torretas a las lados como las estaciones, 52 salas como las semanas del año y 365 ventanas como los días», narra la cicerone. Lo rodean casas burguesas de ladrillo, sorprende la magnificencia de una de ellas, Dwór Artusa (Corte de Arturo), que acogía a la Asociación de San Jorge, cofradía medieval formada por burgueses ricos y comerciantes en cuyo restaurante, Luizjana, vale la pena disfrutar del edificio y la comida. Según se admira la fachada, a su izquierda se ubicaba el bar de los balseros, conductores de las barcas que recorrían el Vístula.

La ciudad se conquista caminando, fijándose en esculturas repartidas aquí y allá con personajes inspirados en 'La Pasión de Cristo' que alberga la iglesia de Santiago. En las murallas y la Torre inclinada 1,5 metros. De esta, cuenta la leyenda que un caballero teutónico obligado a la castidad se enamoró de una muchacha. Descubiertos los amantes, fue obligado a construir una torre tan desviada como su moralidad. «Si pegas talones y cuerpo a la pared, y extiendes los brazos sin caerte eres una persona de probada moral», cuenta Kasia. Prueben a hacerlo, no es fácil. Para comer, el restaurante Spichrz, antiguo granero, ofrece comida tradicional y muy copiosa.

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

elcorreo La cuna polaca de las galletas de jengibre

La cuna polaca de las galletas de jengibre