La Chequia bohemia
La República Checa no es solo Praga. Hay que superar la capital, alejarse de su fama, para profundizar en este hermoso país repleto de ciudades espectaculares y naturaleza impresionante
La vida existe en Chequia más allá de Praga, ¿lo habíamos mencionado ya? El vuelo directo desde Bilbao puede servir para alejar los pasos de la renombrada capital y poner rumbo al lado bohemio del país, a dos ciudades como Telč y České Budějovice. La una ejerce como joya renacentista de Vysočina, la otra como ciudad real. Ambas brillan con fulgor propio.
De Telč podríamos decir que aún no ha descubierto el turismo masivo, a pesar de estar incluida en la lista de Patrimonio Mundial de la Unesco, lo cual suma votos a su causa. Seduce al visitante por su belleza de postal y por su historia, desde una plaza mayor repleta de casitas de tonos pastel ejemplo de Renacimiento italiano al norte de los Alpes, de arcadas donde conviven cafés y tiendas.
En avión

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Aeropuerto Bilbao
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Aerolínea Vueling
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Cuándo Todo el año
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Trayecto 2:30 h.
No busques uniformidad, allí hay edificios más altos y más bajos, menos y más decorados, más estrecho o anchos, todos competían antaño por mostrar la privilegiada posición de sus dueños. El palacio que lleva su nombre es otro de sus reclamos. Espera junto a la plaza, reformado en el siglo XVI por Zacarías de Hradec tras un viaje a Génova. Conserva techos artesonados, retratos, colecciones de ropa y salas como la de Caballeros y la Africana, perfectas para contemplar.

Qué decir de České Budějovice, corazón de Bohemia del Sur. Nacida en el siglo XIII como ciudad real en la antigua ruta de la sal entre Praga y Linz, allí sobró el dinero. La plaza que late en este caso es la de Přemysl Otakar II, una de las más grandes de Europa. Flanqueda por casas barrocas y el edificio consistorial, mide una hectárea. Luce fuerza con la fuente de Sansón en el centro y no muy lejos se levantaron la catedral de San Nicolás y el almacén de sal. Qué más ver allí, la Torre Negra, símbolo del poder municipal. Cuentan que la mismísima muerte hacía sonar su campana. Pero si con algo se asocia esta ciudad es con la cerveza Budějovický Budvar, hecha según receta tradicional desde hace siete siglos. Para degustarla, debes acercarte a su cervecería o a la taberna Masné krámy.
En plan natural, Český ráj, el Paraíso de Bohemia, ha conseguido, en primer lugar en el país, la declaración de geoparque por la Unesco. Situado entre Jičín y Železný Brod, mezcla formaciones rocosas, castillos románticos, palacios y tupidos bosques. Protagonistas son las ciudades de roca, laberintos naturales labrados a lo largo de milenios por agua y viento. Las formaciones de arenisca de Prachovské skály ascienden hasta 60 metros y esculpen formas similares a un faro, un director de orquesta o un diente de dragón. Encanta caminar por grietas estrechas, subir a miradores, perderse entre torres de piedra. Hablando de fortalezas, las ruinas del castillo de Trosky, sobre dos peñascos volcánicos, son uno de los lugares más buscados para la foto. Otro, el elegante palacio de Hrubá Skála, sobre promontorio rocoso. Y quedan más, el castillo gótico de Kost, el refinado de Sychrov…

Si te inclinas por el agua, al suroeste del país, entre lagos glaciares, bosques centenarios y turberas de niebla perpetua muestra sus encantos el Parque Nacional de Šumava, uno de los enclaves naturales más extensos y biodiversos de Europa Central. Perfecto para recorrer andando o pedaleando, accede al lago Černé jezero, el más grande de Chequia, desde la ciudad de Železná Ruda. También al misterioso lago Čertovo jezero, cuyos lindes guardan un oscuro bosque con tantas leyendas como árboles. Muy cerca, la catarata Bílá strž se lanza al vacío desde 13 metros sobre un valle. Y si quedan ganas, la Selva de Boubín se distingue como uno de los últimos bosques primarios del continente, lleno de troncos caídos y musgo, de pantanos hasta los que llegar gracias a la ruta Tříjezerní slať, en Modrava, que enseña ecosistema de turberas glaciares con islas vegetales y árboles deformados. Por cierto, Lipno es el mayor pantano del país, y permite paseo entre las copas de los árboles.
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