La Selva de Irati se llena en otoño
El magnetismo de este paraje natural hace que cientos de viajeros recorran sus senderos a diario y no solo los fines de semana
Asier Vidondo
Viernes, 14 de noviembre 2025, 19:54
He venido a sumergirme en el bosque, a encontrarme a mí misma, y lo estoy consiguiendo. Aquí me siento en casa. Irati es un espacio ... majestuoso y espectacular que calma los sentidos». Cámara de fotos en mano, la catalana Elisabeth Cano, de 55 años, camina relajada y feliz, atenta a cada detalle que le brindaba el sendero de Errekaidorra de la Selva de Irati, en su entrada por el valle de Salazar (el otro acceso principal se encuentra en el valle de Aezkoa). El suelo enmoquetado de pequeñas hojas rojizas de haya, el verde musgo aposentado sobre la base de los troncos, el agua limpia que discurre suavemente río abajo, los rayos de sol que en una mañana húmeda deja traspasar un arbolado cada vez menos tupido... Llegada desde Barcelona, y asentada «para varios días» en el camping Osate de Ochagavía, Elisabeth forma parte de los cientos de visitantes que recorren en otoño este paraje natural del Pirineo navarro. «Hay bastante gente, no lo esperaba para ser un día de entre semana, aunque no da la sensación de que esté abarrotado. Esto es enorme», prosigue la catalana.
«Este año se está dando una afluencia de récord, y no afloja entre semana». Así lo explican Silvia Iriarte Eseverri e Iñaki Arozarena De Vicente, dos de los guardas que gestionan una llegada ordenada de los visitantes, regular el acceso y aparcamientos disponibles y, a su vez, orientar a los senderistas.
Este 2025 es atípico, sin 'puentes' otoñales al caer los festivos de El Pilar y Todos los Santos en pleno fin de semana. «Pero la afluencia no ha decaído, aquí hay mucha gente todos los días. El trabajo es sostenido desde el verano, nos tienen con la lengua fuera», aseguran los guardas. Los datos les apoyan. Respecto a 2024, en agosto las visitas subieron un 12%, en septiembre un 50% y en octubre entorno al 20%. El buen tiempo de las últimas semanas está ayudando. También las series que se han rodado en este espacio y el auge del turismo de naturaleza. Un volumen elevado de visitantes que ha obligado este otoño a cerrar la carretera de acceso a Irati desde Ochagavía de forma intermitente varios sábados al llenarse los aparcamientos, con espacio para unos 300 coches y 8 autobuses. «Esto antes solo pasaba en los puentes», reconocen. Ha habido días con una entrada máxima de casi 400 coches y 11 autobuses.
El segundo hayedo más grande
Los senderos de Koixta (12 km), bosque de Zabaleta (8,5 km), Errekaidorra (10 km) y la vuelta al embalse de Irabia (10 km), algunos a caballo entre los valles de Aezkoa y Salazar, son las rutas estrella en la Selva de Irati, el segundo hayedo-abetal más grande de Europa tras la Selva Negra alemana. Trayectos por los que caminan con asombro durante todo el año, y especialmente estos días, visitantes llegados de toda España. Un hecho que se evidenciaba por ejemplo el martes 28 de octubre, día soleado, de temperaturas agradables a mediodía (15 grados) y nuevamente concurrido.
«Venimos de Huesca capital, es nuestra primera vez aquí». Melisa Puerta y Raúl Vitalla, pareja, ambos de 49 años, se disponían a adentrarse en la Selva de Irati «sin prisa». «Nos gusta el monte, el paisaje, los colores del otoño... Y como Irati es tan famoso, teníamos que venir a recorrerlo», aseguran. Alojados en Isaba, les sorprendía también, como a otros turistas, el elevado número de coches y visitantes que había «para ser martes».
Desde Leganés, habían llegado las amigas Marisol Martínez y Maribel Segura, de 72 y 71 años. Pernoctaban en Ochagavía. Algo más habían conducido Miguel Molinero y Arantxa Morterero, de 67 y 63 años, matrimonio residente en Estepona, Málaga. Con familia en Pamplona, se reconocían «repetidores». «Vinimos hace años en verano, y ahora tenía que ser en otoño. Cambia mucho la cosa. El colorido de esta estación es especial. Y encima nos acompaña un tiempo estupendo, casi primaveral», destacan.
En el que era su «tercer día seguido en Irati», Alberto Monzón y Ana Abad, de 33 y 29 años, pareja de Castellón, caminaban por la ruta de Errekaidorra con su perro Asia. «Hicimos primero los senderos de Koixta y del embalse. El mejor fue el primero: fuimos por dentro de la montaña, estuvimos casi solos y encima vimos un ciervo», comentan. La numerosa asistencia a diario se deja sentir también en restaurantes y alojamientos que suelen rozar el lleno. De ahí que sea oportuno reservar con tiempo. Así lo constata Javier José Lacasia, del camping Osate. «El volumen de visitantes sigue subiendo». «Son otoños más suaves que antes, y eso favorece este tipo de turismo. Tenemos los 25 bungalows llenos cada fin de semana, y también 25 de las 80 parcelas. Y entre semana se mantiene mucha actividad. Eso se nota también en el pueblo, donde resulta difícil aparcar».
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