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Las lagunas, declaradas Parque Natural, son fruto de un proceso erosivo que empezó hace 70.000 años. Adobe Stock
Pisajes con alma

Las siete lagunas glaciares de Neila

Neila (Burgos) ·

Jueves, 11 de septiembre 2025, 19:40

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Siete es un número espiritual y sagrado bíblico. Siete eran los cuerpos celestes, los planetas visibles en el cielo de los babilonios: el Sol, la Luna, Saturno, Júpiter, Marte, Venus y Mercurio, y ellos dieron nombre a los siete días de la semana; siete fueron los problemas matemáticos del milenio que definió en 2000 el Instituto Clay Matehematics -solo uno de ellos está resuelto-; siete son las vértebras cervicales de la mayoría de mamíferos, siete son los pecados capitales del catecismo católico. Sigamos, siete los sacramentos de la misma religión, siete los brazos del candelabro hebreo bíblico, siete los infantes de Lara y siete 'los Magníficos' del western americano que copió la película de 'Los siete samuráis' de Kurosawa. ¡Uf! hay muchos más, pero nos quedaremos con las siete lagunas que nos traen aquí.

Son siete las lagunas del paraíso natural de Neila, a saber: las de Haedillo, Tejera, Larga, Pardillas, Patos, Brava, de la Cascada, la Negra. Siete lagunas glaciares que ofrecen un reto a quien las contempla para decidir cuál de ellas es más bella, cuál más interesante, cuál más paradisíaca; porque, estas sí, son siete magníficas. Bueno, según cómo se miren o cuenten hay más porque dos artificiales, la Tejera y la Lengua están sumadas en la lista del Parque Natural y entonces son más. En todo caso, si hay que ir para contarlas, mejor ir cuando ya no peregrinan las filas de turistas a sus orillas, mejor temprano y cualquier día de labor del otoño que se acerca.

Estas lagunas salpican una geografía atormentada en la parte burgalesa y al sur de la Sierra de la Demanda. Allí quedan hayas arriba, rebollos abajo; hay pinos, albar, laricio y negro por doquier, donde el frío clima serrano les deja crecer después de una intensa repoblación. Hay también rocas, muy caprichosas cuando proponen figuras extravagantes y propician balcones vertiginosos. Por encima de las lagunas domina el pico Campiña, pero le pueden llamar también Mojón Muelle, alto de 2.049 metros, y que sin pretenderlo es el mejor mirador para ver las dos bellezas de la laguna Negra y la Larga, apenas separadas por una lengua de praderas y roca. La Larga hace honor a su nombre, estirada con forma de pepino curvado; la Negra también y es así de oscura porque es la más profunda de todas.

Ladera abajo se van colocando las otras lagunas; bueno, es un decir, las colocó ahí la erosión glaciar iniciada hace 70.000 años. La Brava y la de los Patos son pequeñas y casi una sola a cuenta de los carrizos que las invaden; la de la Cascada se esconde debajo de todas las demás, en el fondo del circo glaciar, y por debajo de todas están las artificiales que se alimentan de las superiores. Siete lagunas, o más, y cinco pequeños circos glaciares que a punto estuvieron de sucumbir a la mano destructiva humana. Porque en los años sesenta del siglo pasado trazaron carreteras hasta sus pies, plantaron presas para recrecer las lagunas y repoblaron sus aguas transparentes con truchas para explotar su pesca. Menos mal que pusieron material barato en el hormigón y aquel comenzó a resquebrajarse enseguida amenazando con colapsar. A la vez fue llegando el tiempo de la conciencia ambiental, se echaron abajo las presas, se recuperaron los entornos naturales y se creó en 2008 el Parque Natural de las Lagunas Glaciares de Neila.

Por eso Neila es un rincón de belleza tranquila cuando se marchan los turistas. Ahora llega el momento de ir a contar siete, ocho o nueve lagunas y decidir cuál es la que más nos gusta.

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