Recorridos y visitas inspirados por el arte
Sendas sobre las que caminaba la escritora Ana María Matute de niña, el taller del pintor Zuloaga y una escultura burgalesa convertida en pueblo son buenas alternativas turísticas
Cuando estoy haciendo arte, no tengo responsabilidad social alguna, es como soñar», estas palabras del director canadiense David Cronenberg ayudan a entender uno de los ... objetivos de cualquier artista. El arte, en cada una de sus manifestaciones, eleva nuestro mundo interior, nos hace más libres, ensancha nuestras fronteras. Si la afirmación te suena a chino, es que necesitas experimentar las sensaciones que provoca más a menudo. Y de eso va este reportaje.
Da igual si hablamos de pintura o de escultura, de escritura o de cine, cualquiera de las disciplinas produce ese mismo efecto. La suerte, en este caso, es que las propuestas están ahí fuera, muy cerca, preparadas para recibir a la persona que se interese por ellas. Y que siempre sorprenden, pues ofertan divertidas alternativas, nuevas formas de pasar el rato mientras se aprende, actividad, por cierto, que nunca sobra (no entendemos aún por qué tanta gente sigue asociando el arte con visitas pesadas y excesivamente cultas).
Mansilla de la Sierra (La Rioja)
Los veranos de Ana María Matute
«El bosque era el lugar al que me gustaba escapar en mi niñez y mi adolescencia; aquél era mi lugar. Allí aprendí que la oscuridad brilla, más aún, resplandece; que los vuelos de los pájaros escriben en el aire antiquísimas palabras, de donde han brotado todos los libros del mundo…». Lo escribió Ana María Matute refiriéndose a Mansilla de la Sierra. Aunque nacida en Barcelona, en el año 1925, pasó muchos veranos de su infancia en la localidad riojana, donde vivía con sus abuelos.
Allí la enviaron por su estado de salud enfermizo, y aquellos periodos modelaron sus recuerdos y su visión del mundo, inspirando buena parte de su obra. Por eso, para celebrar el centenario de su nacimiento, han preparado un paseo literario que atraviesa el Valle del Najerilla para sumergirse en el querido bosque, asomarse a sus miradores y recorrer los senderos de sus mundos imaginarios.
El recorrido puede hacerse asistiendo a visitas teatralizadas, narradas y por libre. «Escucharemos el río, recorreremos sus calles y nos acercaremos a conocer los secretos que esconde el pantano. Ana María Matute capturó la esencia de La Rioja en sus letras, y por eso caminaremos por el paisaje de las 'Siete Villas'», comentan los organizadores.
Una actriz y una bióloga que trabaja en la zona como guardia forestal se encargarán de la opción teatralizada gratuita, disponible los días 28 de septiembre y 19 y 26 de octubre a las 12:00 horas. Ambas muestran los lugares que la autora menciona, los árboles a los que ponía nombre como el Abuelo o el Otro, las flores y plantas, animales y riachuelos que observaba, y los duendes que su imaginación infantil distinguía. «Todo a través de un paseo literario y natural», añaden. La ruta dura 90 minutos y hay que reservarla en el teléfono 941 04 76 91 o la web https://paseosliterarios.net/visita-el-bosque/.
Quienes busquen una experiencia más inmersiva, podrán apuntarse a las visitas narradas con actores y actrices, que ponen voz y movimiento a los personajes y escenarios creados por la catalana. En este caso, a la misma hora, las 12:00, los días 21 de septiembre. 5 y 12 de octubre y el 2 de noviembre, aunque en este caso será necesario utilizar el coche para desplazarse desde Villavelayo a Mansilla.
Si te es imposible acudir en esas fechas, queda la visita libre que lleva el título de 'El camino de Ana María Matute', disponible en idéntica web. Maya Salaverria hará de guía virtual, leyendo por y para ti los textos de la escritora, mientras Esther Sanz ejerce como narradora. La propuesta se extiende entre una y dos horas, y puedes completar el día disfrutando de los parajes del valle del alto Najerilla, por ejemplo.
¿Qué necesitas en este caso?: solo auriculares o altavoz, móvil y obedecer los códigos QR en las localizaciones marcadas en el mapa desde el aparcamiento de Villavelayo. Descubrirás cómo acabó la niña de la gran ciudad en este pueblo, qué queda de las calles que recorría y de los cuentos que entre los muros de aquellas casas despertaban su imaginación. «El río estaba lleno de historias, aventuras y vidas donde sucedían cosas increíbles. Ana María se dejaba llevar por la corriente y viajaba a otros lugares», exponen. Multitud de rincones a los que tú también llegarás de la mano de una autora que ganó casi todos los premios posibles, incluido el Nacional de las Letras Españolas, el Cervantes o el Príncipe de Asturias, convirtiéndose en una de las voces más personales de la literatura española del siglo XX.
Zumaia (Gipuzkoa)
El estudio de Zuloaga
Seguimos en el siglo pasado, esta vez con uno de los pintores vascos más representativos y afamados, «el último gran maestro de la Escuela Española de pintura», definido así por la crítica parisina. Son muchos e importantes los museos que albergan algunas de sus obras, dentro de nuestra tierra y fuera, pero no todo el mundo conoce 'Z Espacio Cultural', el Espacio Cultural de Zuloaga creado por el propio artista entre los años 1910 y 1920 como conjunto museístico sobre las ruinas de una ermita del siglo XV y de una hospedería de peregrinos del Camino de Santiago.
La zona expositiva suma un edificio anexo que utilizó el pintor en su época como estudio-taller cuando regresaba a su tierra, después de haber recorrido medio mundo y acabar siendo reconocido por el dramatismo de sus pinceladas, consecuencia de una búsqueda constante del realismo más crudo que sirviera a público presente y futuro de crónica sobre la época.
Nacido en Eibar un 26 de julio de 1870, fue 'Kontaderekua' su residencia en la casa-torre familiar comprada por su abuelo, Eusebio Zuloaga, en 1861. Tras la muerte del padre, en 1910, los hermanos deciden vender el edificio, y comienza su búsqueda de terrenos donde levantar el nuevo hogar que serviría de vivienda, taller y museo. Es en 1910 cuando compran la marisma de Zumaia situada entre el caserío de Santiago y el Cantábrico. Dos años después, arranca la edificación de la casa comandada por el arquitecto bilbaíno Pedro Guimón. Deciden levantarla en estilo neovasco, con influencia de los caseríos vasco-franceses y decoración que incluye obras cerámicas hechas por su tío Daniel Zuloaga, rejas andaluzas y piezas francesas.
La ecléctica obra se inaugura el 14 de julio de 1914. Sería en diciembre de 1921 cuando abren también el museo y la capilla, en el antiguo caserío de Santiago. Por allí pasarían amigos, además de admiradores. Desde la inauguración de la finca, Zuloaga abandona sus veranos en Segovia, a donde solía acudir a pintar, y pasa más tiempo en Gipuzkoa. El de 1945, decide alargar la estancia hasta otoño. El día 23 de octubre parte hacia Madrid, pero durante el camino comienza a sentirse mal, por lo que pide que le lleven a su estudio segoviano de las Vistillas.
Fallecerá finalmente en la madrugada del día 31 de ese mismo mes. Tras instalar la capilla fúnebre en la capital, su cuerpo fue trasladado a Donostia. Sería enterrado en el cementerio de Polloe, ya que él mismo había rechazado la sepultura en el Panteón de los Ilustres de Madrid. Recibió honores y homenajes especiales.
Desde el año 2012, en el espacio de Zumaia pueden admirarse, gracias a una visita con reserva, y de forma permanentemente, el 'Cristo en la cruz' de Julio Beobide, así como, 'La Dolorosa' de Quintín de Torre, ambas obras policromadas por Zuloaga. La sala de la Colección Histórica ofrece su muestra de arte privado que abarca desde el siglo XIII al XX, con trabajos de Goya o Rodin, entre otros, así como piezas de artistas modernos y contemporáneos como Picasso, Miró y Tàpies. En el estudio descansa la selección de obras del propio Zuloaga, tanto óleos como dibujos. Un listado más que recomendable de posibilidades.
Quintanilla del Agua (Burgos)
Un pueblo escultórico
Nuestra tercera cita con el arte viaja hasta la provincia vecina de Burgos para conocer el trabajo del escultor Félix Yáñez. No nos vamos a referir en este caso a una obra de pequeño tamaño, un busto o una estatua, sino a un espacio arquitectónico-cultural que recrea un pueblo completo de carácter tradicional. Pero vayamos, por partes, primero presentemos al artista.
«He pasado treinta años acudiendo a distintas ferias de artesanía en Madrid y por toda Castilla y León principalmente», explica él mismo. Comenta que su amor por el modelaje no surgió como parte de una herencia, no le viene de familia. Hijo de padre albañil, aprendió a manejar el barro con los ojos, pacientemente, observando con atención cómo trabajaba un vecino del pueblo, que acabaría convirtiéndose más tarde en su maestro.
En esas estaba, de acá para allá, vendiendo sus creaciones, cuando le pasó por encima la crisis de 2008. «Mi cerámica se dejó de vender y debí buscar una nueva forma de trabajo. Unos años antes, había empezado a decorar el entorno de mi taller con la ayuda de mi padre y de mi suegro, para esconder unas leñeras y una cochera; tenía ya una pared de piedra, unos arcos, una fachada con soportal...», agrega el escultor burgalés.
Aquellos extras comenzaron a llamar la atención de la gente, que acudía por el pueblo, sorprendida con sus creaciones, por eso se propuso ampliarla, ya en solitario, para comprobar la aceptación que tendría. Así que buscó nuevos materiales para usar, viejos postes y tejas, puertas y adobes... un poco de todo, por escombreras de pueblos cercanos. Y de esa manera comenzó la propuesta que ofrece hoy en día a un público entusiasta en Quintanilla del Agua.
Casitas de colores
«El comienzo de la obra fue pura improvisación, construía con los materiales de que disponía. Con el paso del tiempo he ido acumulando otros y he podido programar alguna plaza y algún museo». El interés creció. Cuando más añadía, más visitas acaparaba. «La gente venía a verlo. Empecé a usar también herramientas y utensilios con los que pude llenar los museos en el interior de las fachadas», cuenta. Y se sumaron las donaciones de personas que llevaban objetos antiguos, incluso puertas y... ¡balcones!
A Yáñez, el confinamiento no le vino mal del todo. Como otros creadores, aprovechó el tiempo muerto disponible y se dedicó a construir una zona dedicada a los pequeños de la casa, un rincón situado en la parte final del terreno, repleto de casitas de colores y de personajes de cómic. Obviamente, ahora los niños lo adoran. Es lo bueno de tener horas y días por delante en los que emplearse sin más distracciones para que, una vez liberados del encierro, otros se distraigan con ellas. Muchos aprovecharon aquella época para hacerlo.
Allí ha creado también su «propia versión de la catedral de Burgos», según explica, y algunos edificios representativos del valle del Arlanza, para añadir enjundia al asunto. «Los materiales que he usado aquí son básicamente azulejos de colores», matiza el autor.
El nombre que debes buscar para conocer este montaje es: Territorio ArTlanza. Recrea, recordamos, un pueblo entero, y aprovecha para mostrar el modo de vida tradicional de la comarca burgalesa. En total, se extiende sobre más de 8.000 metros cuadrados. Y nada de medias tintas, de miniaturas… está construido a tamaño real, con sus diez plazas, dos teatros de comedias e incluso un río. Pequeños museos con objetos rurales en su interior, como advertíamos hace unas líneas, y escuela, panadería, fragua, posada, bodega, capilla o calabozos.
Impresionante para ver y recorrer, interesará a toda la familia. Su autor denomina al conjunto «la escultura más grande del mundo» (www.laesculturamasgrandedelmundo.com). Se trata del denominado 'arte povera', arte pobre, basado en el reciclaje, una muestra que enseña edificios populares típicos de municipios castellanos del Medievo. Dentro de un pueblo donde el original artista también cuenta con su taller artesano.
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