El pueblo que adoptó a Miguel Delibes

En el centro de Sedano se alza imponente sobre una roca la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Concepción, más conocida como Santa María de Sedano. Desde este punto -el más alto del pueblo- se ven los cuatro barrios que componen el núcleo, además de proporcionar una magnífica visión de lo que es el valle.

Para alcanzar esta bonita panorámica deberán subir una cuesta de unos diez o quince minutos. Durante el ascenso unas cruces de piedra guiarán el camino. Ya en la punta de la roca les dará la bienvenida un bello edificio renacentista construido en 1664. Aunque a decir verdad solo conserva del medioevo la pila bautismal.

Erigida en una sola nave, su portada sobria está decorada según el orden corintio. Destacan sus dos capillas laterales con bóveda en forma de Concha Jacobea. Si tienen la suerte de encontrarla abierta, descubrirán en su interior un retablo de estilo barroco compuesto por un solo cuerpo con tres calles definidas por columnas salomónicas.

Pero quizás lo más interesante que haya dentro de esta parroquia sean dos exvotos antiguos que muestran por qué Santa María es tan importante para los pajariteros -gentilicio del pueblo-. En la primera se observa a la virgen junto a la iglesia de Sedano y más abajo, en la zona rocosa, a una niña. La inscripción cuenta que en 1817 Manuela Espinosa, de tres años, salió a coger rosas cuando cayó «de cincuenta varas de altura». Entonces llamó a la santa y «quedó sin daño alguno».

La segunda pintura, datada de 1793, muestra un molino, una mujer y a la virgen en una nube. Y el texto cuenta que Josefa Martínez, de 31 años, cayó -los pajariteros deberían mirar más por donde pisan- al canal del molino. Su madre, «hallándola más muerta que viva», pidió a Nuestra Señora de Sedano que la salvara. Al cumplirse tal acción, «se atribuyó a milagro».

Tras la cabecera de la iglesia aparece un sendero que conduce a una pequeña necrópolis medieval -fechada en torno al siglo X- compuesta de tumbas antropomorfas que ocupan una sola roca. Y si van hacia el lado contrario de la parroquia, tras el cementerio municipal, podrán ojear desde las alturas las cascadas del río Moradillo que corren junto a un antiguo molino harinero -al borde de la ruina absoluta- y por debajo de un puente medieval.

Algo tendrá Sedano que incluso llamó la atención del gran escritor Miguel Delibes. «Cielo alto, calor seco y una brisa fresca, tonificante, al morir el día», así describía el lugar. Aunque tal vez las palabras más bonitas que dedicó a la villa fueron las escritas en su libro 'Vivir al día'. «Sedano es mi pueblo y no por casualidades de haber nacido allí, sino por decisión deliberada de haberlo adoptado entre mil».

Tal fue la devoción por este enclave del novelista que los pajariteros quisieron honrarle con una escultura. En el barrio de Valdemoro se halla la casa donde Miguel Delibes pasaba algunas temporadas y donde escribió parte de su obra. Y allí será donde permanezca eternamente leyendo un libro gracias a la estatua en la que su figura reposa en un banco.

No pierdan la oportunidad de disfrutar de las laderas empinadas, las casonas señoriales, los balcones de madera, y la grandiosa iglesia de Sedano. Quién sabe, quizás puedan hacer un hueco en su paseo para vivir la experiencia única de leer un libro en compañía de Miguel Delibes.