Leyendas intramuros cerca de casa: el fantasma de Margarita, el historiador envenenado, la espada invencible...

Cuántas veces hemos visto una casa abandonada e inmediatamente nuestro cerebro lo ha asociado a fantasmas o historias de terror que hicieron a los dueños abandonar su morada. Imagina cuando pases por un castillo, una torre o un parador que tiempo atrás fue palacio... añádele la oscuridad de la noche, una pizca de imaginación y ya tenemos una leyenda que contar. En este viaje vamos a descubrir leyendas que ocurrieron hace siglos en Bizkaia y alrededores y que quizá no conocías. Aviso a navegantes: ya nunca verás estos sitios de la misma forma

Nuestro viaje por estas historias misteriosas empieza con un envenenamiento en el Castillo de Muñatones. Juan López de Salazar (siglo XIV) fue el constructor de esta fortaleza situada en Muskiz, que elegía el emplazamiento en las tierras aportadas como dote por Inés de Muñatones tras su matrimonio. Está considerada la única torre de Bizkaia que merece la calificación de castillo, por su sistema de murallas exteriores.

Hasta ahí todo bien. Pero todo se torció generaciones más tarde cuando un episodio de traición manchó para siempre la historia del castillo. El fatal protagonista fue uno de los personajes célebres de Bizkaia, el historiador y banderizo Lope García Salazar 'El sabio'. Fue encarcelado primero en su propia casa por su hijo Juan de Salazar 'El moro', y envenenado tras cinco años de encierro por ese mismo vástago. Las desavenencias con el padre incluían el trato carnal con dos mancebas que el progenitor había llevado al castillo tras la muerte de la esposa, doña Juana de Butrón y Múgica, a la que nunca fue demasiado fiel.

Truculencias aparte, la importancia de la torre corresponde a su ubicación estratégica, por aquella época junto a un puerto fluvial y al trazado del camino dirección a Portugalete y Castro Urdiales, lo que permitía a la familia mover el hierro que les hizo ricos. También a la facilidad de su defensa -creció desde su origen como torre modesta a una de mayor tamaño con palacios y barrera exterior-, ya que al localizarse sobre una veta de piedra, se convertía en blanco cómodo solo desde el lado sureste en caso de contar con artillería, no muy utilizada por entonces en Bizkaia. De hecho, la toma de la fortaleza por parte de 'El moro' fructificó al disponer de traidores dentro del recinto

Ríos de tinta han corrido hablando sobre un castillo de cuento como el de Butrón, el más conocido de los que tenemos cerca de casa en Bizkaia. El de Gatika –en la carretera que va de Mungia a Urduliz– es uno de esos edificios por los que generaciones de vascos han suspirado... Y pocas veces han podido entrar a recorrerlo, puesto que permanece cerrado desde hace tiempo. Aun así es parada obligada de los recorridos por la zona, porque ya solo el bosquecillo en el que se encuentra, el río cercano, las rocas sobre las que se levantan esos muros que se mantienen pese a todo el tiempo trascurrido desde que pusieron su piedra primera.

¿Y qué leyenda ha quedado encerrada intramuros? Los conflictos banderizos que se dieron en la zona protagonizados por las familias de los Gamboinos y de los Oñacinos dieron lugar a historias épicas que aún hoy en día envuelven a los señores de Butrón. El ejemplo más claro es aquella que cuenta que el señor de la casa poseía una espada invencible con la que causaba el terror a todo aquel que se atreviera a acercarse a sus dominios.

Esta historia no es leyenda, pero sí que merece la pena ser recordada. Todo comienza en los campos de Atienza, en Guadalajara, aunque algunos hablan de Soria y de una comarca que se llamó Barahona. Allí se alza por primera vez la figura de María Pérez, 'la Varona' quien venció en combate al rey de Aragón y Navarra, Alfonso I el Batallador. Se cuenta que la lucha duró toda la noche.

Doña María cambió su apellido después de la gesta y pasó a llamarse 'Varona'. Todo ello por orden de Alfonso VI Rey de León y Castilla, quien en agradecimiento a su heroicidad, le cambia el apellido de Pérez a Varona a ella y a sus descendientes y le concede para su escudo el emblema de las cuatro barras aragonesas que se esculpen en diagonal. A la entrada del palacio puede verse en la actualidad el busto de una mujer con una espada rota. No es otra que María Pérez de Villanañe, la Varona de Castilla. ¿Y qué fue de ella? Acabó vistiendo hábitos, una vez que enviudó y está enteerrada en el gran monasterio de San Salvador de Oña.

Los Varona permanecen en el solar desde el siglo XII, y anteriormente estuvieron sus antecesores, los Pérez, desde el siglo VII. Sobrecoge la decoración de las paredes, con papeles pintados, siglo XIX, de París, Alsacia y España, sobre todo los papeles panorámicos; y la colección de piezas únicas de los Varona, tales como uno de los primeros pianos verticales de Londres o bombillas con su apellido serigrafiado (según los estudios, fue uno de los primeros puntos donde llegó la luz eléctrica).

Viajamos a Cantabria para conocer la historia del fantasma Margarita y sus acompañantes en el Parador de Limpias. En el libro 'Leyenda de Paradores' (2011) de José Felipe Alonso hay un capítulo dedicado al Parador Palacio Ducal de Eguilior: '¿Otro parador con fantasmas?' El autor responde que hay quien dice que sí, y que a veces se pueden ver sombras que recorren sus amplios jardines y se cuelan por sus escaleras.

En el libro se citan estudios especialistas en parapsicología que habrían demostrado que en el Palacio vivía el espíritu de una mujer de 28 años fallecida hace más de cien. Se trataría de la joven, su hijo y uno de los sirvientes de Manuel de Eguilior, quien encargó la construcción del palacio y que, además, era tío de Margarita. Aficionada al piano, dejó este mundo a los 29 años tras sufrir una pulmonía, temprana edad para morir por lo que parece que optó por seguir en espíritu recorriendo los pasillos del hoy Parador de Limpias.

El Parador Nacional de Limpias tiene un grueso libro de huéspedes, pero ninguno tan ilustre como los tres fantasmas que se pasean por los pasillos de palacio moviendo platos y tazas, tocando el piano del salón o apareciéndose indiscretos a los inquilinos que son alojados en la habitación 205.

El Palacio de Olite, el Parador Príncipe de Viana encierra la leyenda de un espectro noble y medieval y de su mascota. Un león. «Se escuchan ruidos, lamentos y, sobre todo, melodías de otros tiempos que los espíritus trasladan cada noche en su paseo por las torres y las salas, especialmente a la Galería Dorada», escribe Felipe Alonso en el libro citado anteriormente 'Leyenda de Paradores' (2011).

Vamos a pararnos a analizar la figura del rey Carlos III el Noble, del siglo XIV, acompañado de su león Marzot, que suele pasear por las estancias escuchando una música extraña. El fantasmagórico relato cuenta que se trata de un estilo que se tocaba empleando láminas de cobre que pendían de cadenas colgadas del techo y que vibraban con el viento.

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