'F1': Brad Pitt y Javier Bardem, carisma a toda velocidad
'F1' no inventa nada nuevo sobre el circo de las carreras, pero está rodada con la espectacularidad de un 'blockbuster' de los 90
«La Fórmula 1 es el único sitio donde, si ganas, puedes decir que eres el número uno del mundo». La frase se la recuerda el personaje de un magnético Javier Bardem, propietario de un equipo automovilístico al borde de la quiebra, al de Brad Pitt, un piloto que fue prometedor en los 90 hasta que un accidente en la pista casi acaba con su carrera. Treinta años después, vive en una furgoneta y sobrevive en el circuito conduciendo para el que mejor le pague, mientras arrastra la fama de perdedor, de ser un eterno quiero y no puedo. Su compañero de escudería será un novato arrogante y ambicioso (Damson Idris), el espejo de cuando el protagonista era joven.
Salvando las distancias, si Martin Scorsese unió a Paul Newman y Tom Cruise en 'El color del dinero' en torno a una mesa de billar para hablar de la pérdida de la inocencia y la posibilidad de redención 25 años después de 'El buscavidas', el director Joseph Kosinski, especialista en poner al día clásicos de los 80 –'Tron: Legacy', 'Top Gun: Maverick'–, coloca a Brad Pitt, 61 increíbles años, y a Damson Idris, 33, al volante de un espectáculo que debe verse obligatoriamente en una pantalla de cine lo más grande posible (se rodó en el gigantesco formato Imax).
De 'Las 24 horas de Le Mans' a 'Rush', de 'Grand Prix' a 'Senna', el circo de la velocidad ha originado un sinfín de títulos rebosantes de testosterona y olor a gasolina y goma quemada. Kosinski cambia los cazas de 'Top Gun' por coches y emplaza la acción en Las 24 Horas de Daytona, las mismas que corría Tom Cruise en 'Días de trueno'. Muchas de las escenas se rodaron de manera documental en la temporada de 2023 y aparece el accidente real del irlandés Martin Donnelly, que en el Gran Premio de España de 1990 en el circuito de Jerez de la Frontera quedó tirado como un guiñapo en medio de la pista tras destrozar su Lotus. Salvó su vida, pero las lesiones le obligaron a retirarse.
'F1' (pronúnciese «efguan»), en salas el 27 de junio, se estira en su desarrollo dramático más allá de lo recomendable. Sus dos horas y treinta y cinco minutos hasta dan tiempo a un interludio romántico entre un Brad Pitt con un mono ajustado que provoca suspiros en las salas y la ingeniera que encarna Kerry Condon, por cierto, veinte años más joven que él. Pero cuando el semáforo se pone verde hay que reconocer que el entretenimiento es de primera.
Aura machirula
Producida por Apple y el viejo zorro de Jerry Bruckheimer ('Piratas del Caribe') y con música de Hans Zimmer, 'F1' cuenta en sus créditos hasta con Lewis Hamilton, siete veces campeón del mundo en la especialidad, metido a productor. El vértigo de la velocidad se da por descontado, al igual que al aura machirula de pilotos que se juegan la vida en cada vuelta. La acción salta de carrera en carrera, de Londres a Abu Dabi. Hay gráficos con las características de cada circuito y más marcas comerciales en cada plano de las que el ojo humano puede absorber.

'F1' está cortada a la medida de Brad Pitt –también productor– y desprende un aroma deliciosamente 'demodé' a 'blockbuster' de los 90. El carisma del actor inunda cada fotograma de un filme que encontrará un público maduro, ajeno a las películas de Marvel, que disfrutará de la experiencia inmersiva.
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