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El acoso escolar, 'bullying', ha vuelto a saltar a los medios. Las imágenes de la agresión a un chico con parálisis cerebral en el Instituto ... de Secundaria Torres Quevedo de Santander nos han impresionado a todos. Por otra parte, la miniserie 'Adolescence', tan de moda, trata magistralmente el mismo asunto.
El acoso escolar ha existido siempre aunque hoy afortunadamente hay menos miedo a presentar una denuncia. Sin embargo, el daño al agredido es mucho mayor que antes, las humillaciones, los insultos y las agresiones se difunden a través de las redes sociales y se propagan no solo por todo el ámbito escolar, sino también fuera de él. El acosado se convierte así en el triste protagonista de un cruel circo mediático. El 'bullying' afecta a uno de cada cinco niños en países como España. El sufrimiento psicológico en ocasiones lleva al suicidio.
Creo que puedo hablar con conocimiento de causa del tema, porque he dedicado muchos años de mi vida a la enseñanza. Hay algo que siempre me pregunto cuando se producen casos de acoso, y me duele tener que preguntármelo: ¿qué hacen las direcciones de los centros escolares y los profesores para evitar estas situaciones?
Miren, desde la tarima del profesor se ven muchas cosas. El docente, y no digamos el tutor, conoce bien a su grupo de alumnos, a veces, mejor de lo que ellos mismos se conocen, por lo que es difícil que no perciba el acoso hacia algún miembro de la clase. Es cierto que las agresiones más fuertes se producen en el patio, en los pasillos, fuera del centro, pero también es verdad que los agresores no se aguantan en el aula las ganas de agredir. Y dentro de la clase suele haber signos evidentes de lo que puede pasar de puertas afuera.
Desde la tarima, los profesores sabemos si a fulanito le gusta fulanita o viceversa, las amorosas miradas no engañan. Nos damos cuenta también de si algún alumno o alumna está deprimido, el lenguaje corporal a esa edad suele mandar señales inequívocas. Y, por supuesto, nos enteramos cuando unos alumnos intimidan a un compañero o compañera, a los adolescentes no les gusta ser sutiles en estos temas, disfrutan alardeando de su dominio. Es imposible, pues, no percibir en algún momento las miradas despectivas, los pequeños codazos, como al descuido, que rezuman saña, o las risitas ostentosamente no sofocadas contra la víctima.
Los problemas de 'bullying' se dan normalmente en la preadolescencia o la adolescencia, una edad difícil, en la que muchas veces el acosador apacigua su propia inseguridad agrediendo a alguien más débil y presumiendo de su crueldad frente al grupo. Quiere ser el jefe de la manada.
En esas circunstancias, el resto de los alumnos de la clase se suele dividir entre los que, sin ser sus fieles, hacen la ola al jefe, y los que callan, no denuncian, se apartan para que no les salpique, para no sufrir el infierno del compañero. Pues, aunque parezca mentira, la dirección del centro y los profesores, a veces, no hacen nada por atajar esas situaciones. Da la impresión de que a ellos también les da miedo el agresor.
En la miniserie 'Adolescence' se refleja perfectamente esta situación del profesorado. En el caso del instituto de Santander, una alumna ha denunciado que ha habido otro episodio como este en el centro. En fin, resulta difícil de creer que la dirección y los profesores de un establecimiento escolar, cuando ocurre un caso de acoso, no se enteren absolutamente de nada hasta que es demasiado tarde.
La legislación vigente considera 'bullying' el maltrato físico, verbal o psicológico entre escolares siempre que se produzca de forma sistemática, no aislada. Sin embargo, mi experiencia me dice que un caso aislado de intimidación muchas veces es el comienzo de algo peor. Y por eso, si ocurre, no hay que perder de vista a los acosadores ocasionales. Debe haber, por tanto, una revisión de los protocolos de actuación ante el acoso escolar, así como un plan de prevención muy bien elaborado. Creo, además, que el centro no puede ser juez y parte de los hechos, va en contra del elemental principio de imparcialidad y objetividad.
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