Aparquemos las vísceras al escribir de los euskeras
Algunos padres mayores se sienten maltratados por sus hijos. No es lo mismo, pero también los vascohablantes se sienten así
Julio Aguilar Ruiz
Doctor en Geografía e Historia por la UPV/EHU
Lunes, 30 de junio 2025, 00:01
Leer en un titular periodístico 'euskera' y desencadenarse un torbellino de comentarios en la edición digital es todo uno. Por encima de otros temas predilectos ... de los lectores, como el sueldo de los ertzainas y la delincuencia foránea. Algo pasa, es tema que escuece.
Pero el primer error que observo en prensa, Euskaltzaindia y comentaristas es apear del calificativo 'vasca' a la lengua castellana, porque es tan vasca como las tres eusquéricas que, en mi opinión, existen hoy. Y no solo desde las dos oleadas migratorias españolas de fines del XIX y mediados del XX, sino desde siempre, por tener registrada su partida bautismal en el Viejo Reyno, Navarra. Así que tenemos una lengua vasca romance, la castellana, de recorrido universal, y tres vascas eusquéricas: la occidental o vizcaína, la estándar (batuera) nutrida de las centrales, y la oriental o suletina. La francesa no en este sentido, porque surgió lejos, aunque sea hoy la dominante en el escueto País Vascofrancés.
Desconozco por qué el ámbito euskaltzale se empeña en bloque en rebajar a dialectos las lenguas vizcaína y suletina, cuyos perfiles son marcadamente diferentes de la estándar. La ramita roncalesa se secó por descuido de sus propios jardineros y yace en el suelo desde hace cuatro décadas.
Tanto en artículos de fondo (así llamaba el Bécquer periodista a los de opinión) como en las noticias se aduce que el problema no es la lengua, sino su imposición por el nacionalismo vasco. Aunque los articulistas argumentan y muchos lectores comentaristas vierten sus vísceras, suelen confluir en esa misma conclusión.
Las lenguas minorizadas eusquéricas, esto es, la vizcaína y estándar en España y la estándar y suletina en Francia, se aceptan como riqueza cultural, salvo por los más fanáticos. Ahora bien, llegado el momento de convertir ese caudal en algo tangible surgen los peros. Ese algo tangible sería su presencia real, no retórica, en la sociedad. El conocido 'euskara, jalgi hadi plazara, dantzara, mundura' del optimista navarro Etxepare sigue pendiente de sustanciarse tras casi cinco siglos. Xabier Lete (1944-2010), excelente poeta-cantautor y 'bihotz oneko gizona', hombre de gran corazón, que también se mostró optimista ante el avance eusquérico, canta ese texto con emotiva finura en su 'Kontrapas'.
Mi lengua literaria es la castellana, pero tengo publicados media docena de trabajos en euskera batua enriquecidos (que no contaminados) con bizkaiera. En 'Euskal Herriko indioak', es decir, los euskaldunes, escribí hace un cuarto de siglo un párrafo que, por su gran extensión y dificultad de comprensión para un euskaldun bisoño, ofrezco cordialmente en castellano a los lectores de EL CORREO. Muy resumido, dice que la frase preferida por quienes no hacen nada por los euskeras es la de su imposición. ¡Ah!, el título indica que los indios acabaron siendo los últimos monos en sus países. Aquí, social y económicamente no, pero sí lingüísticamente los euskaldunes.
Ahora que cerramos el radiante junio, cuando en el de 1937 los txapelgorris navarros avanzaban hacia la joya del norte, Bilbao, con cargo, lo escribo por primera vez, a abundante sangre veinteañera de mis ancestros maternos vertida en la defensa de Bizkaia y ruina económica de la paterna, pienso que entre los requetés del norte navarro quizá habría mayor porcentaje de euskaldunes que entre los gudaris. Navarra era territorio atrasado, agrícola, pastoril. Un hábitat estupendo para la conservación de los vascuences.
Bien, pues los requetés navarros euskaldunes y no euskaldunes entraron por fin en Bilbao, tras un siglo de intentarlo, el 19 de junio de 1937. Victoria, más que para ellos, para Franco, quien dos meses antes había diluido tradicionalismo, falangismo y nacional-catolicismo en la insípida FET y de las JONS.
Y las lenguas eusquéricas quedaron muy afectadas, si bien ya lo estaban desde antes. De manera que se refugiaron más en los hogares euskaldunes. A los que, al parecer, muchos desean hoy reenviarlas porque, dicen, 'no valen para nada'. Esta postura, además de visceral, obedece a los cánones del más salvaje liberalismo. Les interpelo: ¿Valen para algo los ancianos una vez que ya no pueden cuidar a hijos y nietos?
Un momento, Andrés Urrutia, ¡vaya!, presidente de Euskaltzaindia, nos explica en la clara lengua vasca castellana que en el País Vasco se puede desheredar a la prole. Sucede muy raramente. Motivo: algunos padres mayores se sienten abandonados (maltratados) por sus hijos. Ya, ya sé que no es lo mismo, pero también los vascohablantes se sienten así. 'Sarri askotan'. Frecuentemente.
Aparcad las vísceras y esforzaos en comprenderlo.
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