Llamada urgente del Congo contra la indiferencia y el olvido
La distancia no es una excusa para no ver cada conflicto en toda su crudeza. Ayudar no es solo dar, es no vivir de espaldas al dolor
Elena Unzueta
Directora de Cáritas Bizkaia
Sábado, 21 de junio 2025, 00:14
En el este de la República Democrática del Congo, la vida se sostiene entre el miedo y la esperanza. Allí, donde la violencia ha silenciado ... a tantas personas durante años, donde millones de ellas han tenido que abandonar sus hogares, donde ser mujer o niña supone un riesgo añadido, hay quienes siguen luchando cada día por la dignidad y los derechos más básicos.
Estos días nos han visitado dos personas excepcionales: Veinard y Fiston, coordinadores de Cáritas en Bukavu y Kasongo. Han viajado miles de kilómetros para contarnos, con voz serena pero firme, que la situación es «catastrófica». Que mientras muchas organizaciones han desaparecido del terreno, la Iglesia permanece. Cáritas permanece. Y con ella, la esperanza.
Nos han hablado de comunidades enteras que, aun en medio del conflicto, no se resignan. De mujeres que median en disputas para evitar que estallen en violencia. De jóvenes que, pese a haberlo perdido todo, siguen formándose para reconstruir sus vidas. De 40 comités locales de organización comunitaria que protegen a más de 400.000 personas en zonas remotas, aisladas, olvidadas. Lugares que no salen en los informativos. Lugares donde la vida vale poco si no hay quien la defienda.
En los informativos de televisión, las cámaras apuntan a Gaza y Ucrania. El conflicto en el Congo no tiene espacio. No existe. Pero que no se vea no significa que no duela. El sufrimiento, el miedo, la pérdida, la lucha por sobrevivir... siguen ahí, cada día. Es tiempo de recordar a las mujeres que, con coraje, sostienen comunidades enteras. Porque existen. Como existen también los niños y las niñas que crecen entre el estruendo de las armas y el silencio del mundo. Que algo no esté en las noticias no lo borra de la realidad. Por eso, más que nunca, debemos elegir mirar.
Pero más allá de los datos y los testimonios, lo que más nos impacta es la fuerza con la que estas personas siguen adelante. En un entorno donde la desesperanza podría haberse instalado hace tiempo, encontramos ejemplos diarios de coraje, de compromiso y de profunda humanidad. Una humanidad que interpela directamente a la nuestra. Porque mirar a otro lado es una forma de renuncia. Y en Cáritas no renunciamos.
Desde Cáritas Bizkaia no podemos, ni queremos, mirar hacia otro lado. Y por eso hoy, desde aquí, queremos lanzar un mensaje claro: no olvidemos la República Democrática del Congo. Que la distancia no sea una excusa para no ver cada conflicto en toda su crudeza. Son personas sin hogar, desplazadas, con derechos vulnerados. Personas que podrían ser nuestras hijas, nuestros hermanos, nuestras madres. Personas que necesitan saber que, al otro lado del mundo, alguien las ve, las escucha y se preocupa por ellas.
Necesitan apoyo, sí. Material, económico. Pero también espiritual, humano. Necesitan saber que no están solas. Que en este rincón del mundo llamado Bizkaia hay personas que se preocupan, que sienten, que actúan.
Ayudar no es solo dar. Es decidir no vivir de espaldas al dolor de las otras personas. Es decir 'sí' a la justicia, a la compasión, a la responsabilidad compartida. Porque en un mundo tan profundamente conectado, cada gesto cuenta. Y cada pequeño gesto, sumado a muchos otros, puede generar un impacto real, sostenido y transformador.
Desde Cáritas Bizkaia seguiremos caminando junto a ellas y ellos. Pero necesitamos a toda la sociedad vizcaína a nuestro lado. Que nadie se quede indiferente. Que cada oración, cada aportación, cada palabra compartida sea un puente que abrace. Que sepa transmitir, aunque sea a través de un simple gesto, que el dolor de un ser humano nunca es ajeno.
Y que no dejemos de pedir por la paz. Como nos recuerda el papa León XIV, acabamos de comenzar un tiempo en el que debemos «suplicar el milagro de la paz». No como un deseo pasivo, sino como un compromiso firme. Un compromiso que se concreta en acciones diarias, en decisiones conscientes, en la voluntad de no acostumbrarnos a la injusticia.
Que nuestra respuesta esté a la altura de ese anhelo profundo que une a todos los pueblos: vivir en paz, con dignidad y sin miedo. La paz no es una utopía, es un camino que empieza por mirar a las otras personas con empatía y actuar con coherencia.
Sin ti no somos nada. Zurekin Batera Bai.
============OP09 SUMARIO opinión (106098634)============
Hay mujeres que sostienen comunidades enteras, menores que crecen entre el ruido de las armas y el silencio del mundo
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.