21-A, novedades y expectativas
Tiene el máximo interés conocer las bases programáticas sobre las que se configurará la próxima mayoría parlamentaria
Salvo sorpresas, no parece probable que en las próximas elecciones vaya a producirse un vuelco espectacular en la política vasca. Ello no impide un grado ... de incertidumbre sobre los resultados que puedan arrojar las urnas el 21-A; en particular, por lo que se refiere a la formación política que obtenga más votos y/ o escaños ya que, de confirmarse los pronósticos que avanzan las encuestas, la clara hegemonía electoral que de forma continuada ha mantenido el PNV -el más votado en todas las autonómicas realizadas hasta la fecha- podría verse amenazada esta vez. Se trata de un hecho nuevo que confiere a estas elecciones un particular interés.
Hay más novedades, empezando por el hecho de que los candidatos/ as a lehendakari (con alguna excepción, que puede servir para confirmar la regla) son nuevos, lo que supone un cambio a tener en cuenta en relación con anteriores elecciones. Pero más importante que la novedad personal de los candidatos/ as es que en todos los casos su entrada en la vida política se ha producido cuando el sistema constitucional y estatutario ya estaba asentado y, por tanto, se trata de personas en cuya experiencia política, por primera vez, no hay vínculo personal con la Transición; lo que sí es una importante novedad ya que certifica el relevo generacional en nuestra vida política.
Pero lo realmente determinante desde la perspectiva política es si tras el 21-A va a haber cambios decisivos en la correlación de fuerzas en el Parlamento y, como consecuencia, en el Gobierno que suceda al actual. Y a este respecto, el factor clave es, ante todo, saber si la nueva composición de la Cámara vasca tras las elecciones va a dar lugar a una mayoría parlamentaria distinta y alternativa a la actual o, por el contrario, los cambios que se produzcan el 21-A se van a limitar a los avances o retrocesos partidistas que siempre se dan en todas las elecciones, pero sin afectar a la naturaleza y composición de las mayorías parlamentarias.
Dada la configuración multipartita del mapa político vasco (plasmado en la actualidad en cinco grupos parlamentarios) sin que exista la posibilidad de que un partido pueda conformar por sí solo una mayoría para gobernar, la articulación de ésta, que necesariamente ha de ser plural, es el factor clave para garantizar la estabilidad y la continuidad del Ejecutivo. Es ésta la cuestión a la que hay que prestar especial atención en el periodo electoral que ahora se abre ya que de ello depende, mas que de la aritmética electoral, no solo la formación del Gobierno sino, sobre todo, que las tareas que va a haber que llevar a cabo a lo largo de la próxima legislatura puedan ser afrontadas con éxito o, por el contrario, sean una fuente permanente de problemas.
Hay que tener presente que en un sistema parlamentario, como es nuestro caso, quien está en condiciones de gobernar tras las comicios no es la lista que mayor número de votos obtiene sino la(s) formacion(es) política(s) capaces de articular una mayoría parlamentaria. Tiene, por tanto, el máximo interés conocer a lo largo de la campaña electoral, más que los pormenores sobre el nuevo Ejecutivo tras el 21-A, que suele ser a lo que mayor atención se dedica en los medios, las bases programáticas sobre las que se va configurar la mayoría parlamentaria, necesariamente plural, de la nueva legislatura; lo que proporciona pistas más útiles para conocer cuál va a ser la orientación de ésta.
Todas las elecciones generan expectativas en quienes participan en ellas, que sería de desear fuesen un poco más amplias que las que se limitan a la exclusiva pugna competitiva por la obtención del mayor número de votos, y/ o escaños que el rival. Sin pretender eliminar el lógico objetivo de conseguir la mayor cota de representación parlamentaria, inherente a toda competición electoral, no estaría de más una referencia a los marcos de cooperación viables entre formaciones políticas tras las elecciones. Lo que, por otra parte, no es ningún deseo buenista sino algo que impone la propia composición y estructura del Parlamento que se va a elegir, en el que la mayoría que lo active no es posible sin la concurrencia de más de una fuerza política.
Si bien es posible prever que tras el 21-A vamos a tener un nuevo escenario político, no resulta nada fácil a día de hoy precisar cuáles van a ser sus notas definitorias; más concretamente, cuál va a ser el lugar que van a ocupar y cuál el papel que van a interpretar los principales protagonistas de la obra a representar en ese nuevo escenario a lo largo de la próxima legislatura. Lo que sí puede avanzarse ya es que, sea cual sea el escenario, los factores que lo configuren van a estar determinados por los resultados electorales que nos deparen las urnas el 21-A.
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