Yo que sé
A la última ·
El fallo del caso del fiscal general del Estado nos permite valorar la mayor aportación de este país a la filosofía política contemporánea: no hace falta leer nada para opinarEl fallo del caso del fiscal general del Estado nos permite valorar la mayor aportación de este país a la filosofía política contemporánea: no hace ... falta leer nada para opinar. Se metieron mucho con la pobre María Pombo, pero su triunfo está siendo incontestable. ¡A leer a las bibliotecas, aquí se viene a levantar bien alto los pompones! Leer es un coñazo y una pérdida de tiempo. Y, lo que es peor, cuando leemos corremos el riesgo de que nos metan matices en las ideas. ¡Vade retro!
Eso lo sabían los viejos curas del franquismo y es una tesis que, tras unos años de cuestionamiento, ha acabado imponiéndose también en la democracia. ¡Con lo bonitas y cómodas que son las ideas perfectas, esféricas, irrebatibles, absolutas! Yo agradezco que los jueces no hayan redactado aún los fundamentos jurídicos porque eso nos ha permitido desplegar nuestros prejuicios como pavos reales en época de celo. Un espectáculo muy bonito de ver, como de documental del National Geographic, en el que han brillado intelectuales tan solventes como el ministro Óscar López, el presidente Sánchez o la presidenta Díaz Ayuso, pájaros todos ellos de vistosos plumajes e hipnóticas danzas rituales.
Además, los jueces suelen escribir mal y con frecuencia incurren en un delito de malversación de gerundios, lo que dificulta la comprensión y levanta inquietantes sospechas de 'lawfare' gramatical. Quienes preferimos guardarnos la opinión hasta conocer la sentencia e incluso los votos particulares somos indudablemente unos tipos tibios y cobardicas, resbaladizos, en los que no se puede confiar. Si seguimos así, no nos fichará Pedrerol para participar en el Chiringuito y nunca llegaremos a nada.
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