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Repsol ha decidido comprar los 1.230 puntos de recarga de vehículos eléctricos que tenía su participada, la empresa Ibil, creada en su día por ... la petrolera y el Gobierno vasco. El acuerdo no es de una gran monto monetario pero es muy significativo pues confirma el interés de la primera en acercarse al mundo eléctrico del que forma parte de manera estratégica desde años. La sociedad de hoy, más que la economía, ha entrado en un claro proceso de descarbonización al considerar que es un medio imprescindible, aunque no el único, en la lucha contra el cambio climático. Por eso, las empresas de los diversos sectores de la energía, petroleras, gasísticas y eléctricas de todo tipo convergen en su afán por abandonar de manera gradual la generación a partir de los combustibles fósiles y dirigirse hacia las formas más limpias y respetuosas con el medio ambiente.
El movimiento recuerda al que se hizo en el País Vasco con el gas en las décadas de los 80 y 90 cuando el EVE lideró la implantación de este combustible, primero para usos industriales y después domésticos y comerciales. Y, una vez cumplida su función tractora, dejar al sector privado que siguiese con el proceso y acometiese las cuantiosas inversiones que requieren los proyectos de esta naturaleza. Hoy en día, la movilidad es consustancial a nuestro modo de vida y su impacto sobre el medio ambiente constituye uno de los principales problemas a los que debemos enfrentarnos. En este entorno, la electricidad en el transporte va a jugar un papel fundamental de líder, donde ya parte con ventaja frente a otras alternativas. Todavía quedan muchos escollos por salvar, como la autonomía de los vehículos, la facilidad de carga y el tiempo empleado en ella. Pero llegará, sí o sí, pasando por encima de los problemas actuales y de las excentricidades planteadas por colectivos que pretenden dejar a los aviones en tierra o prohibir terminantemente el acceso a las ciudades de los vehículos privados. Para eso falta aún mucho más.
Este acuerdo forma parte de una tendencia muy ambiciosa que hemos ido conociendo a lo largo del año entre los que destacan los abultados recortes producidos en los balances de empresas como Repsol, Endesa y Naturgy dirigidos a depreciar en sus cuentas los activos relacionados con los usos más contaminantes. Las medidas, en especial las emprendidas por Repsol son de una enorme entidad y se encaran con gran valentía. No condicionarán su política de dividendos, por no suponer salidas de caja, aunque impactarán severamente en sus resultados. Todo ello en aras de mejorar su estructura para enfrentarse a ese futuro que no llama a la puerta, pues ya ha entrado en nuestras casa.
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