Macri y su majestad, el FMI
La crisis argentina se debe a unos gobernantes nefastos que han fomentado un neoliberalismo depredador, que ha destruido los logros del pasado y las esperanzas del futuro
La Argentina de Mauricio 'fatiga' Macri es un país donde reinan el exceso, la desmesura y la descomposición. La errática trayectoria del país andino, consolidada ... en las últimas décadas, le ha dado un lugar prominente en la historia económica mundial después de que naciese como una apuesta de las más audaces que han existido. La idea de hacer un país nuevo y de crear una sociedad mejor no salió bien y la actual situación de grave deterioro institucional y económico así lo manifiesta. El reciente acuerdo con el FMI para recibir 50.000 millones de dólares desmiente la imagen de un gobierno neoliberal modelo surgido de las urnas, el de un Mauricio Macri, icono del neoliberalismo desde 2015, que después de un breve período de bonanza económica se ha convertido en una sombra que hunde al país.
La irresponsabilidad, la incapacidad y los intereses espurios reproducen la durísima prueba que superó a duras penas Argentina con el fin del Gobierno de Antonio de la Rúa en 2001. Nada se aprendió de aquello y las condiciones imposibles que en el acuerdo exige el FMI (reducción del gasto público, liberalización salvaje del tipo de cambio e intromisión en la legislación nacional) no ayudarán a la nación andina a salir del agujero en que se encuentra, aunque mantenga en el Ejecutivo a su presidente actual hasta las elecciones de 2019. Realmente es lo único que pretende porque con ello se asegura que este cumplirá lo firmado y de ahí que, al igual que hizo entonces Domingo Cavallo, no se luche contra la especulación financiera que ha disparado la deuda pública ni contra la fuga gigantesca de capitales. Todo ello a costa de la paralización económica, la disminución brutal del consumo de los argentinos y la reducción del gasto público en gastos corrientes e inversión.
Pero el problema de Argentina no es la economía sino la política. Siempre la política. Recordemos cómo a comienzos de este siglo, mientras los ciudadanos protestaban con ira en las calles por una nueva apropiación de sus depósitos bancarios, el Gobierno declaraba la mayor suspensión de pagos de una deuda soberana. Pues bien, después de una brutal reestructuración de la deuda, con las consecuencias que esto tuvo para la población, nos encontramos ahora, unos pocos años más tarde, con un nuevo acuerdo que aumentará los gravosos compromisos financieros que viene acumulando Mauricio Macri desde que llegó a la presidencia a finales de 2015. Muchos argentinos se preguntan ahora dónde está la promesa de este de una política exterior pragmática, desideologizada, pero con ideas, con la que superar el deterioro de la economía que achacaba a los doce años de kirchnerismo y al alejamiento de los principales centros de poder político internacional (EE UU, OEA, FMI, etc.). ¿De qué sirvió aceptar y cancelar la deuda reclamada por los 'fondos buitres' y la disminución del déficit público eliminando subsidios en los servicios públicos, reduciendo las jubilaciones, liberalizando el tipo de cambio y sus controles, recortando gastos en obras públicas, disminuyendo los salarios, etc., si ahora se vuelve a reproducir la misma situación? Alguien tiene que responsabilizarse del deterioro de la situación económica. ¿Quizás los mismos que sacan pecho cuando alardeaban de los buenos resultados cosechados a mediados de la legislatura? ¿Quizás los responsables de que los capitales especulativos de corto plazo volaran para refugiarse en bonos del tesoro estadounidense que les ofrecían mayor rentabilidad? ¿Quizás los que vendieron la llegada masiva de inversiones extranjeras de largo plazo que nunca llegaron porque habían interpretado erróneamente la realidad internacional? ¿Quizás los que sólo lograron que volviera al país el 20% del dinero blanqueado en el exterior? ¿Quizás quienes ocultan esta situación vendiendo como un éxito el acuerdo con el FMI cuando sólo es la constatación del fracaso de sus políticas incongruentes y, en no pocos casos, difíciles de entender? ¿Quizás quien no explica por qué sus aliados del capitalismo desarrollado no lo apoyan aportando una masa ingente de capital invertible en el país?
Argentina es un país digno de estudio. Nunca dejaremos de preguntarnos cómo ha sido posible que una sociedad próspera, con un alto índice de desarrollo humano, con copiosas y fecundas tierras fértiles, ingentes recursos hídricos, petróleo, un rico litoral atlántico y un potente sector industrial, que a mediados del pasado siglo tenía una fuerza y pujanza mayor que Australia, Canadá, España y otros muchos países, se haya deteriorado tanto que ha convertido a la tercera parte de su población en pobres. ¿Cómo ha podido ocurrir algo así? ¿Cómo se ha destrozado todo ese nivel de bienestar donde el analfabetismo brillaba por su ausencia, donde la vivienda era un bien de sus ciudadanos y donde los trabajadores y sus sindicatos eran un ejemplo para muchos países europeos?
Dejando de lado explicaciones superficiales, la responsabilidad es achacable a unos gobernantes nefastos que, sobre todo en los últimos cuarenta años, han fomentado un neoliberalismo depredador que ha destruido los logros del pasado y las esperanzas del futuro. Y en este marco, el deterioro de las condiciones laborales, la caída de salarios, la pérdida de derechos sindicales, las desvalorizaciones masivas de capitales y la pobreza de la mayor parte de los argentinos son imprescindibles. Los años que lleva en la presidencia 'fatigas' Macri han sido funestos para la mayoría de sus conciudadanos y los mitos en los que se asentaba 'Cambiemos' se han retratado como lo que son, fórmulas y abstracciones de un proyecto similar a la vía chilena del ultra-neoliberalismo.
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