Tiempo de bodas
A la última ·
En las bodas de pueblo sonará esa canción tan simbólica que dice «nunca, nunca fue un error»Ahí está julio, tiempo de bodas en el pueblo y en la capital. En la ciudad, la cena es amenizada por un dúo de viola ... y violín y los camareros cargan con desgana bandejas de lubina horneada con reducción de vinagre balsámico de poleo y cilantro sobre lecho de ensalada tibia de gulas, patatas y aceite de tomillo con su guarnición de trigueros rehogados, cebolletas confitadas y cherris desecados. Pero en la boda de pueblo sonará esa canción tan simbólica que dice «nunca, nunca fue un error», al tiempo que aparecen 15 camareros en fila india portando bandejas de gambas blancas, sin aderezos.
En las bodas de ciudad, dan alpargatas a las señoras a las tres de la mañana. En las de pueblo, a las tres hay cohetes y a ellas las obsequian con cigarrillos, una pieza de cerámica local y una flor con alfiler. Los novios cortan la tarta nupcial en ambas bodas, pero en el pueblo se apagan las luces, suena un vals, el novio da a chupar su sable a la novia y la novia hace lo propio con el suyo, quedando ambos muy merengados con tanta reciprocidad.
Sin embargo, hay un tema en el que ambas bodas son iguales: la distribución en mesas. Para que nadie se mosquee, sientan a cuñados con cuñados y a yernos con suegras. Craso error. ¿Pero qué demonios voy a hablar con mi suegra si come en mi casa todos los días? Si mi hijo se casa algún día, pienso montar un buen desaguisado. Sentaré a los ex con las ex, a raritos con desparejados, al cura con mi prima Cuca, que tiene un podcast sobre el diablo, y así todo. Al comprobar la distribución, me maldecirán, pero al acabar, se marcharán abrazados, cantando el «Asturias patria querida» y planificando un finde en una casa rural con cura incluido.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.