La paz
En el plan de Trump para Oriente Próximo se ve quién manda y quién va a mandar
Todo el mundo (casi) ha acogido el plan de paz de Trump con aprobación, y claro que en ese proyecto se ve quién manda y ... quién va mandar, pero lo mejor que les puede pasar ahora a los palestinos es que dejen de matarlos. Hay quien tiene otros planes, pero este es el posible, el que existe con sus veinte puntos y su probable capacidad operativa. Y hay quien considera inaceptable una paz que incluya la impunidad de Netanyahu, pero resulta que Netanyahu es uno de los que mandan, y se trata de que firme un acuerdo y pare de hacer lo que está haciendo en Gaza. Donald Trump, que anda detrás del Nobel de la Paz, está empeñado en llevar a Gaza su nombre, el suyo propio, y dejarlo allí para la historia. Pero también estamos acostumbrados a que los grandes embrollos que nos promete solucionar en dos días continúen embrollados o embrollándose después de sus intentos.
Según la web World Population Review hay en el mundo 38 países en guerra. La gente muere y sufre por conflictos armados entre ejércitos, entre facciones, entre lo que sea. Guerras abiertas, larvadas, declaradas, sordas dan testimonio de la inclinación humana a usar la fuerza para alcanzar el poder, enriquecerse o cortar el nudo gordiano con la espada. Ninguna ha levantado tantas voces y tantas pasiones como la cosa esta que está teniendo lugar en Palestina. Dicen que se está haciendo política interna con el horror de Gaza, que es un horror exterior, pero no lo es tanto. El avispero de Oriente Próximo extiende sus conexiones, no solo por toda la región, sino por todo Occidente.
Mientras haya gente empeñada en poner fin a los conflictos mediante la violencia y la destrucción del oponente/enemigo, no habrá paz allí ni en otras regiones torturadas. En 2022, Vladímir Putin decidió poner fin a la compleja pugna que se libraba en el interior de Ucrania cortando por lo sano. El conflicto escaló al nivel de guerra abierta y ahí sigue. Siempre me ha asombrado la determinación por parte de ambos bandos de sacrificar cuantas vidas humanas sean necesarias en el altar patrio, cada uno en el suyo. Los altares patrios se alimentan mucho con sangre. Esta la pone la población, convencida o no de lo que está haciendo, y luego, cuando se acaba la carnicería, alguien recoge los beneficios, que suelen consistir en ordenar el mundo a su imagen y controlar los recursos que estén en juego.
Oriente Próximo es un avispero más complicado aún que Europa del Este, si esto es posible, y no sabemos si será posible una paz duradera. Sabemos que las condiciones de la paz las pone quien está en condiciones de ponerlas. Para la población, son la diferencia entre la vida y la muerte. Para quienes juegan con la vida y la muerte, la paz puede ser otro rehén.
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