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El principiodel oso

Muchas personas remarcan la expresión oral con apoyos físicos más o menos cargantes

Sábado, 2 de agosto 2025, 23:52

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Cuando no se opta por la elocuencia del silencio (ojalá se escogiera más), aspiramos a que nos escuchen cuando hablamos, a que se preste atención ... a nuestras palabras. Pero a muchas personas no les basta con la fuerza de la mera expresión oral y como práctica la remarcan con diversos apoyos físicos que resultan más o menos cargantes. Buscan con esos énfasis, que podríamos llamar de maniobra, fijar mejor la atención del oyente y con frecuencia consiguen lo contrario. Es probable que no tengan confianza en que lo que dicen suscite el suficiente interés por sí mismo o sepan que todos somos sordos selectivos y arman su discurso de varias maneras. Un conocido tiene la pésima costumbre de darte golpecitos a pares en el pecho con el dorso de la mano cuando te explica algo. Una vez le hice yo lo mismo y me miró molesto. Es corriente y enervante el tipo que cuando vas andando con él y llega al meollo de su asunto, se para y te obliga a pararte hasta que concluye la perorata. Y un clásico por parte de la legión de los pesados: el que te coge del brazo para que no te largues. Y otras variantes por el estilo. De estos énfasis físicos uno puede escapar a la carrera o, si corre menos que el enfático, ralentizarlo para la salida con una coz en la espinilla en aplicación del principio del oso, según el cual cuando un oso os va a perseguir a otro y a ti, el otro dirá (quizá dándote golpecitos) que es inútil huir porque un oso corre más que una persona. Tú le explicarás que eso no es lo relevante, sino correr más que él.

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