La mansión Winchester
Para que no te encuentren, más eficaz que un laberinto retorcido es el vasto desierto
Las dos armas más conocidas que asociamos con la historia decimonónica del Oeste norteamericano son el revólver Colt 45 'Peacemaker' y el rifle Winchester. La ... rapidez de fuego de este fusil de repetición, con capacidad para 15 cartuchos, lo convirtió en el arma larga preferida del 'Far West' (el ejército no lo usó como fusil reglamentario). De sus varios modelos destaca el Winchester 73, que dio título a la famosa película de Anthony Mann de 1950. John Wayne utilizaba en los rodajes uno de su propiedad, dotado de una palanca más abierta que era capaz de accionar con una sola mano y un molinete muy chulo. Los sioux de 'Caballo Loco', además de una gran ventaja numérica, contaron con rifles Winchester (vendidos por traficantes) para infligir en 1876 a Custer y el Séptimo de Caballería la derrota de Little Bighorn.
Oliver Winchester fabricó en 1866 y dio nombre al rifle que lo hizo rico. Murió en 1880. Su hijo William lo siguió a la tumba un año después. Y fue entonces cuando Sarah, la viuda, que había heredado una gran fortuna, inició la locura que forjó la leyenda de la mansión Winchester. Una médium le dijo que los espíritus de todos los muertos por causa del rifle Winchester se le irían apareciendo para atormentarla. Adquirió una casa normal con terreno en el valle californiano de Santa Clara. Durante 38 años la casa fue ampliada sin cesar hasta llegar a dimensiones desaforadas y una estructura demencial. Contaba con escaleras que no llevaban a ninguna parte o a un techo, puertas que daban al vacío o a una pared, habitaciones secretas e innumerables pasadizos y trampas arquitectónicas repartidos por un número indefinido de estancias en las numerosas y crecientes alas de la casa. La consigna de la médium fue que la única manera de librarse de los fantasmas sería que la casa se ampliara sin cesar y fuera un complejo laberinto que desorientara a los espíritus vengativos. Hoy, la mansión Winchester es visitada por los turistas y se advierte a la entrada que nadie se separe del grupo con el guía.
Pero ningún laberinto construido por el ser humano, por complejo que sea, puede ocultarte a la perfección ni cambiar tu suerte cuando está echada, tampoco cuando eres un mito. Así le sucedió al monstruoso Minotauro. El laberinto ideado por Dédalo en Creta no lo libró de la espada del héroe Teseo. Y como escribe Borges en su cuento 'Los dos reyes y los dos laberintos', más eficaz que un laberinto retorcido e ingenioso, para que no te encuentren o para que no se pueda escapar de su interior, es el que no tiene puertas, trampas ni pasadizos ocultos: el vasto desierto.
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