Reenganche
Parece que Mazón no repara en su desgaste. Y el que se está animando es Camps
Hay que saber apartarse, Lutxo. Eso es una ley humana elemental. No recuerdo si fue Tolstoi o Dostoyevski el que dijo que no retirarse a ... tiempo es un error fatal. Puede que lo dijeran los dos. Para llegar arriba, naturalmente, para alcanzar los puestos elevados, hay que saber estar en el lugar oportuno, en el momento adecuado, tener amigos suficientes y demostrar (o al menos mostrar de algún modo) cierta actitud. Pero, para saber cuándo te tienes que ir, hace falta clarividencia. Y no poca. Y para alcanzar la clarividencia es imprescindible acallar el ego. Y eso es muy difícil. Mucho. Sobre todo a determinados niveles en los que el aire enrarecido de las altas esferas te puede nublar la mente. Y el corazón.
Yo no sé mucho de Mazón. No me ha resultado interesante conocer el perfil profundo del personaje. Pero he visto su cara demasiadas veces. Más de la cuenta. Sale mucho en los telediarios. Y siempre huyendo. Saliendo con prisa de un coche y entrando acto seguido por una puerta. O al revés, metiéndose rápidamente en un coche con una periodista corriendo detrás, micrófono en mano. Y entretanto, diciendo que hoy no toca hablar de lo que le preguntan hoy. Con una especie de sonrisa. Sin duda, su vieja sonrisa ya no es la que era. De modo que es lamentoso, por decirlo así, tener que ver el mismo gag sin gracia una y otra vez. Se repite mucho. Y eso es un desgaste.
No obstante, da la impresión de que él no se da cuenta. De lo lamentoso que resulta que se repita tanto, quiero decir. Parece que intentara, por todos los medios posibles, no saber hasta qué punto se ha deteriorado ya su imagen. Se nota que se engaña a sí mismo, que se esfuerza en fingir que no pasa nada. Quizá, incluso, ingenuamente, no lo descartaría. Como si pretendiera convencerse de que lo suyo todavía podría acabar bien. Soñando, a lo mejor, con un poco de ayuda sobrenatural. Como si aún confiara en que algo (un prodigio, un milagro) pudiera librarle de la tesitura de tener que admitir los hechos y marcharse humildemente a su casa, a descansar un poco.
Uno se pregunta cómo puede aguantar tanto un corazón. Y una mente. Y esa es, en realidad, la cuestión. Desde luego, yo no aguantaría, Lutxo, viejo amigo, eso lo sé perfectamente, le digo. Y Lucho, que últimamente está en un plan cada vez más provocador, me dice que sí, que de acuerdo, que hay que saber apartarse, que eso no me lo niega. Pero que también hay que saber reengancharse si hace falta, como Camps. Ahora, el que parece que se está animando mucho es el gran Francisco Camps, me dice, el de los trajes. Y le suelto: Pues esperemos que sea para bien.
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