A setas o a Rólex
En Londres, en los primeros días de septiembre, se celebraba la DSEI (Equipamiento de defensa y seguridad internacional), una feria como la de turismo en ... versión reunión de material de guerra a lo bestia. En su página web y como reclamo se anunciaban 1.600 expositores, más de 460 oficiales con estrellas pertenecientes a 90 países y unos 45.000 visitantes a los que se les incentivaba prometiendo conexiones de alto impacto con líderes de defensa. El lenguaje publicitario era aséptico, disuasorio y perfecto. «Nos tomamos el tiempo para comprender sus necesidades y crear eventos y contenidos personalizados que lo ayuden a alcanzar sus objetivos estratégicos». Y por si algún visitante o empresa interesada los llevaba de corbata por lo que sucedía en el planeta, la organización le garantizaba «diligencia, eficiencia y profesionalismo en un entorno seguro… un lugar donde interactuar con confianza y libertad durante toda su experiencia». Por supuesto entre los expositores había empresas de Israel, y quizás españoles visitantes, pero a pesar de haber repasado la prensa no he encontrado mención a semejante festejo, ni he oído comentario alguno por parte de esos tertulianos profesionales que representan las dos Españas de las que ya habló Machado. Como a muchos ciudadanos, el cuerpo nos pide expresar la impotencia que sentimos de la manera que sea, pero la hipocresía de los gobiernos convierte nuestros actos en eventos de dudosa eficacia aun cuando desde la posición más alta apoyan que hagamos lo que no hacen ellos.
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