Joyería Rica, todo un emblema del comercio, dice adiós tras 73 años

Si se pasea por la calle La Estación pueden verse locales, más de veinte, que en su tiempo albergaron bares, zapaterías, tiendas de ropa o de decoración, entre otras. A esos que han ido cerrando se les une ahora –el último día en el que se atendrá al público será el 5 de enero– un establecimiento emblemático donde los haya, Joyería Rica, que inició su actividad en 1949 aunque «no empezó siendo una joyería, sino un lugar en el que se vendía perfumería y bisutería fina», recuerda Mari Tere Rica, que en estos últimos días en los que estará en la tienda ve como son muchos los sentimientos encontrados que le asaltan.

Ha sido «toda una vida» detrás del mostrador y «yo diría que más que tristeza, lo que tengo es nostalgia, porque quieras o no, llegado este momento empiezas a pensar en todo lo que has vivido aquí durante tantos años».

No puede negar que le habría gustado que alguno de sus tres hijos hubiera continuado con el negocio que inició su padre, Enrique Rica, que llegó a Miranda por un problema de salud, pero dice también que aunque uno de ellos, Koldo, –que con un efímero paso fue en su momento la tercera generación–, «lo que una madre quiere para sus hijos es que sean felices y que se dediquen a lo que verdaderamente les gusta y este negocio no les ha atraído especialmente, así que llega el momento de bajar la persiana. Ellos están bien con lo que hacen y yo contenta».

De esos hijos vuelve a hablar Mari Tere cuando lo que se le plantea es que ponga en una balanza lo bueno y lo malo que ha habido en este negocio desde el momento en el que ella, con poco más de veinte años, empezó a atender a la clientela junto a su madre, primero, y ella sola más adelante. «Pues la verdad es que casi todo ha sido bueno, pero hay que tener en cuenta que si tienes un negocio y quieres que funcione hay que dedicarle tiempo y lo que me ha quitado han sido muchas horas de hijos; eso es lo único que siento. El resto, pese a los malos ratos, que los hay en cualquier negocio, todo ha sido positivo, la tienda me ha dado lo que tengo, eso es innegable».

También lo es que Joyería Rica ha conseguido en estos años un gran prestigio y eso es para ella «un orgullo. Supongo que algo habremos hecho bien para durar tantos años. Hemos trabajado mucho, con empleados estupendos y es una satisfacción ver el aprecio que se nos tiene».

Con luz especial

Sin duda los productos que se ofertan en Joyería Rica lucen por sí solos, pero en el anecdotario particular del establecimiento se guarda el hecho de que fue el primer establecimiento de toda la provincia de Burgos que contó con luces fluorescentes y «mi madre siempre recordaba que la gente venía en procesión a ver aquello tan grandioso, era todo un espectáculo».

Esa anécdota es contable y conserva Mari Tere Rica otras muchas sobre regalos comprados para.... «de las que ni se puede ni se debe hablar». También esto lo dice acordándose de su madre porque recuerda que ella le decía que «lo que veas en la tienda aquí se queda».

Y serán muchas las que conservará en su memoria para acordarse del tiempo que ha dedicado a este negocio que llega a su fin. A Joyería Rica le quedan unos días, pocos, en los que sus habituales clientes comenzarán a despedirse quizás, como dice su propietaria, sobre todo con cierta nostalgia ya que un emblema del comercio mirandés, desaparece.