Las discotecas pinchan en Bizkaia: menos locales, descenso en la recaudación y con el sábado como día 'estrella'
Pese a haber más de 60, solo funcionan 10 grandes salas y la mayoría no cobra entrada. «La noche va a menos desde hace tres décadas«, dicen los empresarios del sector
Pese a que los focos de neón han dado paso a las luces rojas de alarma, hay empresarios que continúan jugándosela en Bizkaia con la ... apertura de nuevas discotecas. A mediados de mes Aura Club tomará el relevo de la antigua Distrito 9, en Alameda Recalde, que ha sido demolida. Será una sala al estilo de «las premium de Madrid» y aspira a cambiar «la forma de vivir la noche», razona Javier Obispo. El propietario de Budha (también lo es de Bombón y Lust) echará el resto y dejará el negocio en manos de su hijo, Joel, con una gran inversión para el acondicionamiento de reservados de lujo, grandes escenarios, una estética vanguardista y cabinas para acoger la actuación de importantes Dj's.
Este estreno se sumará al de Velvet, que Luis Ángel Rodríguez, dueño de Moma, promovió hace medio año en General Concha. Sin embargo, esta frenética actividad de ocio nocturno, protagonizada por grandes gerifaltes del sector (se concentra en muy pocas manos) coincide curiosamente con uno de los peores momentos de la historia para las salas de fiestas del territorio. Nada que ver con la efervescencia de los años 80.
Según Héctor Sánchez, gerente de la Asociación de Hostelería de Bizkaia (AHB), el territorio cuenta actualmente con aproximadamente más de 60 establecimientos encuadrados en el Grupo IV. Esta categoría permite la actividad hasta las seis de la mañana, media hora más tarde en verano. No obstante, esta realidad encierra grandes paradojas. Pese al número de salas, localizadas principalmente en la capital vizcaína, solo funcionan 10 «de gran superficie», explica Eduardo Echevarría, propietario de Santana 27 y del Holiday de Deusto. «Hace 10 años daba igual, pero ahora todo el mundo quiere estar en Bilbao... o nada. Nadie quiere salir fuera de la ciudad. Todos al centro», remarca Rodríguez.
60 salas de fiesta
se reparten por Bizkaia. Estos locales se encuadran en el Grupo IV y pueden funcionar hasta las 6 de la mañana, media hora más tarde en verano.
A la espera del espacio de conciertos que Alfonso Santiago, promotor del BBK Live, levantará en Bolueta, con una capacidad para 2.383 personas, la Sonora de Erandio es hasta la fecha la más grande, con un aforo de 1.690 usuarios, casi 200 más que Santana 27 y la NON The Club de Lemoa. Por detrás de estas figuraba la Premium de Zorrozaurre (antigua Mao Mao Beach), pero cerró en septiembre del año pasado. El resto de locales son «pequeños o de tamaño medio» y pubs, matiza Adrián Medrano, uno de los tres fundadores de la Fever, que recientemente ha festejado su 20 aniversario.
Curiosamente, las que más público atraen desde hace años son Moma, Budha, Crystal, El Balcón de la Lola y la Back&Stage, de Uribitarte, pese permitir únicamente el acceso de menos de 500 personas a cada una de ellas.
Salir menos y consumir poco
Son las grandes privilegiadas, ya que en absoluto corren buenos tiempos para la noche bilbaína. Algunos empresarios reconocen en privado que «está muerta», pese al malestar de los turistas que recalan en la villa por la, a su juicio, escasa oferta. «No solo hay menos discotecas, antes también había más zonas de marcha en Bilbao y en los pueblos», lamentan. En barrios como Deusto o Mazarredo y Galerías Urquijo, pobladas antaño de numerosos establecimientos, «han ido cerrando muchos y bastantes funcionan «muy justo», según Medrano. «La noche no está en su mejor momento», admite Sánchez.
Esta crisis ha provocado un desplome de la facturación, calculado en torno a un 20% y 30%, que ha colocado en una situación crítica a bastantes negocios. «Hace 20 y 30 años se realizaban traspasos millonarios por las licencias de las discotecas, ahora eso prácticamente ha desaparecido», advierte Rodríguez. Entre los empresarios ha cundido la alarma por la menor afluencia de clientes. «Hay muchas más discotecas de las que se necesitan», insisten desde la Fever. «La noche lleva yendo a menos mucho tiempo, tres décadas prácticamente», reiteran.
30%
se ha desplomado la facturación de las discotecas. La razón es que los jóvenes gastan «muy poco» por los precios de los tragos largos, que oscilan entre los 8 y 10 euros.
3 días
La crisis es de tal magnitud que la actividad se concentra fundamentalmente los sábados. Abren también los jueves y viernes, aunque sin llegar a cobrar entrada.
¿Por qué? «La gente cada vez sale menos y, además, consume poco. Se gasta mucho menos que hace 20 años. Las nuevas generaciones prefieren ir al gimnasio o salir de día y, además, tienen menos poder adquisitivo», argumentan. «Hay mucha oferta para la poca gente que sale. Además, ¿qué chaval de 20 años puede salir un jueves con 30 euros en el bolsillo?», se pregunta Echevarría. «En las discotecas ya no se emborracha nadie», con los tragos largos a precios que oscilan entre los 8 y 10 euros, detalla el responsable del Holiday, donde la clientela de mayor edad (de 45 a 60 años) se divierte aprendiendo a bailar salsa o bachata, «aunque sin consumir nada».
La escasez de público ha provocado un efecto desconocido que cada vez emulan más empresarios. La mayoría de discotecas bilbaínas ha dejado de cobrar entrada los jueves y viernes para intentar atraer un mayor número de clientes y borrar la sensación de soledad reinante en las pistas de baile. «Llevamos haciéndolo desde hace más de año y medio», concreta Rodríguez, que destaca, pese al descenso de la facturación, el efecto «fagocitador» de Bilbao recibiendo a clientes de «la Margen Izquierda, la Margen Derecha, Llodio, Amurrio, Amorebieta...».
«No se puede vivir de un día»
Este nuevo escenario ha provocado que los usuarios únicamente pasen por taquilla los sábados, ni siquiera las vísperas de festivos. «La gente cree que ganamos un dineral, pero no se puede vivir solo de un día», advierte Echevarría. «La entrada gratuita evidencia que sobran licencias de actividad», apostilla Medrano. «Casi solo se trabaja bien los sábados. Todo fue a peor desde la pandemia», coincide Obispo.
Frente a esta agónica situación, al gremio no le ha quedado más remedio que reinventarse con todo tipo de estrategias para contener la caída de los ingresos. La mayoría de salas, incluidas las dirigidas a la población juvenil, han optado por el tardeo, que triunfa, sobre todo, entre clientes a partir de 35 años. «Todos queremos a esta gente porque es la que gasta, pero para todos no hay», asegura Obispo. Junto al tardeo, el ocio nocturno también ha impulsado la celebración de eventos privados, como fiestas de graduaciones y eventos para gente de 40 a 50 años que «no tiene dónde ir a tomarse una copa y divertirse después de haber celebrado una comida de empresa».
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