Los vecinos de Zuia remolcan con dos todoterrenos la cruz de Ganalto hasta la cima
Después de que varios desconocidos serraran sus bases y la lanzaran por la ladera, los residentes se movilizan para que el monumento vuelva a coronar la Sierra de Badaia
Todo vuelve a su ser. La cruz de Ganalto corona de nuevo parte de la Sierra de Badaia, como venía haciendo desde hace más de un siglo, hasta que el martes fue objeto de un acto vandálico. Los autores primero se esforzaron en despojarla de su base -emplearon herramientas profesionales- y acto seguido la arrojaron ladera abajo. Terminó abandonada a cien metros de su lugar natural, en esta cima de 898 metros. Pero este «ataque» tuvo una respuesta inmediata por parte de los vecinos de Zuia, que se juntaron para recuperarla y restablecer la normalidad. Una organización que culminará el tajo en la mañana del jueves levantando de nuevo la cruz al cielo, tras remolcarla hasta arriba con dos todoterrenos.
Fueron varios ciclistas, habituales en este terreno como los senderistas, los que dieron la voz de alarma. Al coronar la montaña -entre Aperregi y Hueto Arriba- se encontraron la base de la cruz desnuda. «Cuando recibí la llamada contándome lo ocurrido no daba crédito. Salí de casa para confirmarlo y cuando vi que era verdad me dio un bajón tremendo», confesó Isidro Otxoa de Eribe, presidente de la Junta Administrativa de Aperregi, uno de los integrantes del improvisado grupo de siete personas conformado tras enlazar varias llamadas vecinales. «Nos juntamos lo más rápido posible. Ahora solo falta culminar el tajo devolviéndola a su sitio», comentaba Alberto Ortiz de Barrón, presidente de la Sierra Brava de Badaia, quien también se implicó en la causa.
La tarea no fue sencilla. «La cruz se encontraba en un sitio de complicado acceso, a lo que se sumaba la pronunciada pendiente», describía Ortiz de Barrón. «Hay que tener además en cuenta que pesa alrededor de 350 kilos», puntualizó Otxoa de Eribe. Por lo que fueron dos coches todoterreno los encargados de remolcar con cuerdas desde lo alto el monumento. «Tardamos varios minutos porque íbamos con mucho cuidado de no dañarla». Seguían palmo a palmo el avance de la estructura metálica, hasta que se toparon con el momento más crítico, el último tramo que es completamente vertical.
Ya en la cima las labores continuaron. Detectaron que, como consecuencia de la caída, la cruz se había doblado ligeramente. De manera que emplearon el coche para tratar de enderezar la columna. Una maniobra que se saldó con éxito. «Mañana -por hoy- a primera hora vendrá un camión pluma para levantarla y unos profesionales se encargarán de soldarla a la base», adelantaron.
«Es una fechoría»
Confían en dar por zanjado un episodio que no había ocurrido nunca. «Y esperamos que ahora no se convierta en el foco de los ataques. Lo que han hecho es una fechoría. No le encontramos motivo alguno, nunca ha tenido ningún significado político como para que pueda ser atacada por ello», apuntó el presidente de la junta administrativa. Por el momento ningún grupo ha reivindicado la autoría de este acto vandálico. La Ertzaintza ya está investigando lo ocurrido tras recibir una denuncia.
La cruz escribe así un nuevo comienzo, tras asentarse por primera vez en Ganalto en 1900. Esa primera fue de madera y aguantó hasta 1953. La siguiente ya se hizo de metal, obra de los hermanos Iñaki y Andrés Elejalde. Esta aguantó estoicamente hasta el presente siglo. Iñaki Elejalde decidió entonces construir en 2003 una nueva, de siete metros de altura, en la que incluyó un buzón que es la réplica del caserío en el que vive su autor. La colocó junto con la Sociedad Excursionista Manuel Iradier.Ha sido la propia familia de Elejalde la encargada de darle la mala noticia. «Tuvo que hacerlo con mucho tacto -por su edad avanzada-. En todo momento le han comunicado que todo ha salido bien y que la cruz volverá pronto a su lugar». Y eso ocurrirá este jueves.
