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Veintitres participantes elegidos por invitación (veinte hombres y tres mujeres), un recorrido secreto de 93 kilómetros y 5.200 metros de desnivel positivo que solo ... conocerán unos minutos antes de tomar la salida, 12 horas de tiempo para completarlo y un chorizo y una camisa como único material obligatorio. Estas son las premisas de la singular prueba que mañana acogeran las montañas vascas: la Mariren Kobak Trail. Una ultratrail en la que se dan la mano la aventura y la orientación y que tiene como objetivo unir algunas de la cuevas donde las leyendas aseguran que vive Mari, el gran numen de la mitología vasca.
Por no saber, los participantes nos saben ni cuáles ni cuántas. Ni tampoco dónde está la meta. Lo dicho, lo descubrirán mañana antes del amanecer en Urigoiti, barrio de Orozko a los pies de Itxina en el que la organización les ha citado para tomar la salida a las siete de la mañana. En ese momento se les precintará el teléfono movil (lo llevarán solo por seguridad) y recibirán un mapa en el que está dibujado el recorrido y señaladas las cuevas por las que tienen que pasar.
Aunque tampoco es obligatorio seguir el itinerario marcado. Los 23 discípulos de Mari pueden elegir el que mejor consideren siempre y cuando pasen por cavernas marcadas, donde deberán recoger una piedras grabadas dejadas por la organización a modo de certificado. Al menos, los participantes tendrán señalados en el mapa cuatro puntos en los que podrán contar con asistencia externa así como varias fuentes de agua.
Tampoco se les tomarán tiempos ni habrá una clasificación final. La única condición temporal es llegar a la meta en menos de 12 horas. Pero, cronómetro al margen, la competitividad está asegurada ante la ilustre relación de participantes, seleccionados entre las decenas de solicitudes recibidas por la organización. Atletas como Uxue Fraile e Iker Karrera, ambos con podios en el UTMB además de un sinfín de victorias por ultratrails de todo el mundo, han salido de su retiro competitivo para tomar parte en la prueba.
Sin olvidar otros destacados participantes como los catalanes Oriol Antoli Sarrau, ganador de varias Backyard Ultra (prueba en la que en una hora hay que recorrer una distancia de 6,7 km, de lo contrario te eliminan y la prueba sigue hasta que solo queda un participante), y David Ariño, ultrarruner y, por ejemplo, fotógrafo en el último desafío de Kilian Jornet en Pirineos, donde en apenas ocho días ascendió 177 tresmiles. Quizás Ariño ha sido el que mejor ha definido la filosofía de esta singular aventura. «Pensaba que las actividades auténticas y salvajes que antes me motivaban habían dejado de existir, pero luego salió Mariren Kobak Trail», explicó cuando descubrió la carrera.
Las normas de la carrera son pocas, pero estrictas. Tanto como lo es Mari con quienes osan aventurarse en sus moradas. Y es que, como bien saben los temerosos de las leyendas y los mitos, no se puede entrar de cualquier manera a las cuevas de la Dama. Nunca se le puede dar la espalda y hay que salir de la cueva igual que como se entra, hay que hablarle en euskera y nunca mirarla a los ojos.
Las otras dos reglas sí las han impuesto los organizadores dando muestras de un excelente sentido del humor. Los participantes deberán llevar durante toda la prueba un chorizo, salchichón o similar sellado (qué mejor barrita energética en caso de emergencia) y llevar puesta una camisa para estar elegante delante de la diosa Mari. Así se completa el atípico reglamento de esta original aventura, una manera maravillosa de unir el deporte y la mitología vasca e intentar difundirla más allá de las montañas vascas.
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