Sinfo, el vitoriano que ascendió 6.000 cimas a partir de los 56 años y ha fallecido en el Gorbea
Descubrió tarde su pasión por la montaña y se afanó en hacer todas las cumbres posibles. El martes salió al monte, donde perdió la vida al precipitarse por una pendiente pronunciada
La montaña alavesa vuelve a estar de luto por el fallecimiento de uno sus mendizales. Sinforiano Lázaro, al que todos llamaban Sinfo, falleció el martes ... a los 86 años al parecer tras precipitarse por una pendiente pronunciada en el Gorbea. El salmantino de nacimiento y vitoriano de adopción, viudo y con tres hijos, era una persona muy querida y reconocida por su tesón y fuerza de voluntad: coronó más de 6.000 cimas desde 1995, cuando ya había cumplido los 56 años.
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Sinfo descubrió tarde su pasión por el alpinismo pero no perdió el tiempo. Hacer cumbre el 11 de marzo de 1995 en Lendiz, en los Montes de Vitoria, fue como un amor a primera vista. Desde entonces, cada año repetía. Dejó buena constancia de ello en sus archivos montañeros, más de seis archivadores repletos que guardaba con mimo en casa. Aunque quienes le conocen dicen que atesoraba una memoria privilegiada. Ningún monte alavés se le resistió, varios de ellos ascendidos en más de una ocasión. Sin ningún achaque de salud que le restringiera la movilidad, Navarra era la otro provincia a la que más solía acudir, ya fuera acompañado o en solitario, para echarse a la arrebatadora montaña.
Aquella lejana primera salida ocasional se convirtió en «una forma de vida» para el montañero, que enseguida se sumó al club de montaña Peña Karria. «Con nosotros salía los días chulos, en las rutas cortas se aburría», rememoran sobre su infatigable compañero, con el que recorrieron buena parte de los Pirineos. Pocos le podían seguir el ritmo, ninguno de su edad. Empleado durante muchos años en Almacenes Eguren, la jubilación laboral terminó por darle alas y no dejar de andar hasta el último día.
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Su vida arrancó en la localidad charra de Abusejo, en plena dehesa salmantina. En contacto con la naturaleza distinta a la que se encontraría años más tarde en Vitoria, más plana y formada por encinas y alcornoques y no por los robles y las hayas típicas del País Vasco. En la capital alavesa, a la que llegó con 23 años, también encontró el amor de su mujer Feli, fallecida ya hace seis años, con la que vivió un matrimonio feliz y tuvieron tres hijos. Uno de ellos fue el que dio la voz de alarma por la desaparición. Su padre se había calzado las botas el martes como cualquier otra mañana y había ido al Gorbea, pero no había vuelto a casa.
Desde ese momento, recursos de Protección Ciudadana de la Ertzaintza y de emergencias comenzaron las labores de búsqueda de una persona que contagiaba vitalidad. «Un caso único», resumen sus compañeros de Peña Karria. Su ruta favorita para ascender al Gorbea era desde el Espolón de Igiñiger. Las patrullas de búsqueda encontraron su coche en el aparcamiento de las Canteras de Murua.
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